martes, 1 de agosto de 2017

Fotografía de viajes con niños

Aprovechando la experiencia de varios viajes con la familia desde hace ya unos cuantos años, y tras nuestra última escapada por Roma y Venecia esta pasada Semana Santa, me he animado a dar unos consejillos sobre cómo compaginar la fotografía de viajes con nuestros hijos.

No es la primera vez que me animo a dar consejos sobre este tema. En esta entrada, de hace ya 5 años, cuando Samuel y Lucía tenían 5 y 3 años respectivamente y aún no habían sido contagiados por el virus de la fotografía, hablaba sobre este mismo tema.

Los consejos que voy a dar son todos fruto de mi experiencia como padre, viajero y amante de la fotografía, es lo que a mí me funciona y pienso que puede funcionar a otros padres y madres que, como yo, no quieren renunciar a su pasión cuando viajan con sus hijos. Espero que os sean de utilidad.


PREPARA CON ANTELACIÓN EL VIAJE
Busca fotos de los lugares a visitar que más te impacten y coge ideas de otros fotógrafos. Haz una lista de aquellos lugares y escenas que te gustaría inmortalizar aunque sean muy típicos o estén fotografiados hasta la saciedad. Tus fotos y la forma de ver son únicas. Viajando en familia es complicado trabajar las localizaciones in situ por el tiempo que requiere. Siempre hay que buscar el equilibrio entre el tiempo dedicado a la fotografía y el tiempo dedicado a la familia.

Las siguientes tres fotos son, ya lo sé, escenas típicas de Venecia pero no quería volverme a casa sin ellas. Las dos primeras las hice en compañía de mis hijos y estar codo con codo fotografiando con ellos no tiene precio:

Gran Canal desde el puente de la Academia al atardecer. Venecia.
Panorámica de 5 fotos tomadas con la Canon EOS 5D Mark II. Foto tomada en compañía de mis hijos. La versión de mi hija pequeña Lucía (7 años) la podéis encontrar AQUÍ.

Góndolas frente a la Basílica de San Giorgio Maggiore al anochecer. Venecia.
Foto tomada en compañía de mi hijo mayor Samuel (10 años). Su versión la podéis ver AQUÍ
Canon EOS 5D Mark II, EF17-40mm f/4L USM, 4s@f/6.3 ISO 800

Puente Rialto al anochecer.
Canon EOS 5D Mark II, EF24-105mm f/4L IS USM, 25s@f/20, ISO 400, trípode

Recuerda que en sitios concurridos es mejor fotografiarlos al amanecer, por eso, si puedes y estás dispuesto a darte el madrugón, escoge alojamientos cerca los lugares que no quieres perderte, fotográficamente hablando.

DÉJATE SORPRENDER POR LO INESPERADO
Siempre hay escenas, composiciones y motivos que no llevas en tu lista y que no requieren siquiera plantar el trípode y dedicarle excesivo tiempo (tú familia te lo agradecerá). En ciudades, detalles como reflejos o partes de edificios singulares ayudan a enriquecer el material gráfico que te vas a traer de vuelta. Sólo se trata de ir con una mirada atenta y una mente abierta.

Reflejos del sol desenfocados en un de los canales Burano
Canon EOS 5D Mark II, EF70-200mm f/4L
1/8000@f/4, ISO100

NO TE OLVIDES DE INCLUIR A TUS HIJOS COMO PARTE DE LAS ESCENAS QUE QUIERES RETRATAR
Así dicho parece obvio, pero no se trata de que posen, no, se trata de "atraparlos" en momentos inesperados cuando no son conscientes de que están bajo la mirada de la cámara. Atrapar esos momentos de expresividad únicos con encuadres cerrados, aunque no se muestre el lugar donde estás, no tienen precio para mi.


También puedes hacer que, aunque tus hijos posen, queden integrados como parte de esa composición que te ha atrapado.
La inclusión de mi hija ayuda a aportar un punto de interés y a romper, tanto en forma como en color, el patrón repetitivo que imponen las columnas. 

NO TE CIÑAS A UN TIPO CÁMARA
Tan valida es una réflex con el mejor objetivo como la cámara del móvil, si de lo que se trata es de inmortalizar un momento único. Retrata ese instante que te sorprende con lo que tengas a mano y si puedes busca puntos de vista originales. Las tomas desde puntos de vista bajos aportan frescura y dinamismo a las escenas retratadas.

Atardecer en una de las playas de Sintra, Portugal (verano 2016)
iPhone 6S

NO PIENSES ÚNICAMENTE EN FOTOS INDIVIDUALES
Tener como objetivo un proyecto y perseguir una o varias series fotográficas te estimulará a ver escenas allí donde nadie las ve. Puedes ir con ellas pensadas desde casa o bien se te pueden ocurrir ya inmerso en el viaje. Los dos ejemplos que pongo abajo surgieron durante el viaje.

Reflejos en los canales de Venecia (abril 2017)
Canon EOS 5D Mark II y Canon G15

Detalle de fachadas en las calles de Lisboa (agosto 2016)
Canon G15

INTENTA HACER PARTÍCIPES A TUS HIJOS DE LA FOTOGRAFÍA

Regálales o préstales una cámara y enséñales lo divertido y sorprendente que es plasmar el mundo con su visión particular. Tanto si se trata de fotografiar escenas inusuales de la familia, como pequeños detalles o incluso abstracciones. Una compacta sencilla que no utilicemos ya o una de segunda mano les abrirá todo un mundo de posibilidades.

Anímales con juegos o retos fotográficos a buscar y retratar ciertos tipos de escenas. Pueden ser por ejemplo, escenas donde un color es el protagonista, o escenas nocturnas desenfocadas. Enséñales nuevas formas de ver del mundo ¿Qué sucede si hacen una foto moviendo la cámara?. No se trata de que hagan fotos técnicamente perfectas, se trata de que les sorprendan sus propios resultados y que no tomen la cámara como un instrumento que refleja el mundo tal y como lo ven sus ojos.

Serie de mi hija Lucía sobre su particular manera de ver Venecia
Canon G15


Analiza sus resultados con ellos sobre el terreno y sé cada vez más crítico con la composición. En poco tiempo te sorprenderá como avanzan y los viajes con una cámara en la mano serán todo un entretenimiento.
Samuel sabe que con un punto de vista bajo y un golpe de flash podrá obtener imágenes originales.
Anímales a fotografiar junto a ti esas escenas que te inspiran y que quizás tengas en tu lista de viaje. Los momentos más entrañables con los que vuelvo de cada viaje, de un tiempo esta parte, son esos ratos en que padre e hijos estamos codo con codo fotografiando en momentos de luz especial, ya sea un paisaje costero cuando el sol se oculta tras el horizonte o en ciudad cuando las últimas luces comienzan a dar paso a la iluminación nocturna.

En la foto de la izquierda mi hijo Samuel inmortaliza a hermana y padre mientras retratan el atardecer sobre la Basílica de Santa María della Salute. Venecia. (La foto de arriba es la de mi hija)

Tras el viaje analiza sus fotos con ellos y que sean ellos mismos, con su criterio, los que de manera crítica decidan qué fotos deben borrar y con cuales se deben quedar.

Si además les pones un bonito objetivo, como que a final de año sus 12 mejores fotos las tendrán en un calendario personal, pues el aliciente y ganas de hacer fotos y esforzarse está asegurado.

Calendarios regalo de Reyes con fotos hechas por Samuel y Lucía

Espero que estos consejos os ayuden y sirvan de inspiración. Estaré encantado de leer comentarios y consejos de otros padres y madres que, como yo, intentan compaginar la fotografía y los viajes con sus hijos.

martes, 25 de julio de 2017

Escapada por los ibones de Anglios y Llauset

Un año más he sido fiel a mi escapada fotopirenaica anual. Aunque es cierto que mi actividad fotográfica va descendiendo según pasan los años, me resisto a colgar los trastos. ¿Los motivos por los que cada día hago menos fotos? Supongo que una mezcla de hartazgo y saturación visual junto con las ganas de pasar más tiempo con mi familia. Pero con ello y todo unos días en la montaña disfrutando sus luces especiales, la experiencia de descubrir nuevos paisajes y la sensación única de dormir bajo las estrellas sigue siendo un reclamo que no puedo pasar alto al menos una vez al año.

No son muchos los enclaves pirenaicos captados de forma más o menos seria. Con lo de "forma seria" me refiero a lo de utilizar trípode con todo lo que ello implica. A excepción de unos pocos fotógrafos y unos pocos enclaves (Lagos de Ayous, Neouvielle, Ordesa, Anayet, etc. por citar unos pocos) el resto de los Pirineos está retratado de forma más o menos casual por aficionados más a la montaña que a la fotografía. Quizás por ello, por el reto que supone volverse a casa con puntos de vista únicos y personales de paisajes, para algunos conocidos pero para muchos totalmente nuevos, es por lo que sigo cargando con kilos extras a la espalda año tras año.

El recorrido de este año no era para nada exigente, de hecho lo que nos propusimos hacer en dos días es fácilmente realizable en una sola jornada con menos peso a la espalda.

El área sureste del macizo del Aneto me atrajo cuando di con ella buscando posibles localizaciones en Internet. Primero porque era una total desconocida para mí, y segundo porque presentaba una zona amplia de pequeños lagos rodeada de cumbres por encima de los 2.500m con cierto potencial. La idea era recorrerla cuando aún la nieve no ha desaparecido del todo y los ibones mantienen parte del hielo invernal, así que hacer la escapada a principio de junio se presentaba como ideal.

Esquema del recorrido

El acceso en coche también es sencillo en la época estival cuando la ausencia de nieves deja libre el túnel que da acceso al embalse de Llauset.

Parking del embalse de Llauset
iPhone 6S
Desde el parking del embalse comenzamos a andar, mi amigo Patrick y yo, sobre las cuatro y media de la tarde en rápido ascenso y en una hora, tras superar algo menos de 300m, llegamos al Collado de Anglios (2.438m). Desde ahí la vista de los lagos de Anglios con un cielo amenazador nos impresionó y nos hizo demorarnos más de la cuenta.

Lagos de Anglios con los Besiberris al fondo.
Canon EOS 5D Mark II, EF17-40mm f4/L USM
Polarizador, 1/50s@f/8 ISO100, trípode
Unas luces con la tarde más avanzada quizás hubieran aportado algo más de colorido a la escena, pero aún nos quedaba un trecho hasta bajar a los pies de alguno de los lagos que veíamos para pasar la noche y no lo queríamos hacer a la luz de la luna. Teníamos en mente, además, aprovechar lo que restaba de tarde para buscar ubicaciones a orillas de los lagos e inmortalizar alguna bella escena con sus reflejos en las últimas horas del día.

Decidimos que la mejor opción para pasar la noche sería utilizar la pequeña, pero cómoda cabaña de Anglios. Cuando llegamos únicamente nos encontramos a un excursionista alemán descansando que estaba haciendo el GR-11.

Nuestro "hotel" la primera noche.
iPhone 6S
Las nubes seguían ancladas en las cumbres pero parecían querer dar algo de tregua hacia el oeste. Teníamos que aprovechar. Tras un paseo de reconocimiento por los lagos de los alrededores, buscando algún nevero en sus orillas que proporcionara un buen punto de interés en el primer plano, dimos con lo que teníamos en mente. La guinda la pusieron las nubes encendidas con las últimas luces de la tarde, regalándonos así un bello espectáculo a orillas del Estany de l'Obaga.

Útimas luces en el Estany de l'Obaga
Canon EOS 5D Mark II, EF17-40mm f4/L USM Polarizador,
blending de 4 fotos 1/2s, 1/5s, 1/13s, 1/30s@f/20 ISO100, trípode
Tras una buena cena bajo techo y disfrutar de una luna llena asomando tras el horizonte, con una condiciones excelentes, sin frío, sin viento y rodeados del silencio de la montaña, decidimos dar por concluida la jornada.

A las 6:00 sonó la alarma de mi reloj y tras abrir la puerta de la cabaña un espléndido día nos dio la bienvenida. Sobre nuestras cabezas el día amanecía claro. Sin embargo, hacia el este, una tenue banda nubosa asomaba sobre el horizonte. Eso significaba que los primeros y más rojos rayos de sol no serían tan intensos como nos gustaría. La predicción fue todo un acierto y hubo que esperar a que el sol cogiera algo de altura sobre el horizonte para que tomara algo fuerza a costa de perder calidez.

No necesitamos irnos muy lejos de la cabaña para fotografiar el amanecer, de hecho el mismo lugar de atardecer fue perfecto para el amanecer donde los la orientación del Pico de la Solana de Llauset (2.872m) encaraba perfectamente las primeras luces del astro rey.

Tras ensayar varias composiciones decidí que una toma panorámica era lo que más hacía justicia a la escena que se desvelaba ante nuestros ojos incluyendo, como no, el nevero que descubrimos la tarde anterior.

Primeras luces en el Estany de l'Obaga
Canon EOS 5D Mark II, EF17-40mm f4/L USM,Polarizador,
1,3s@f/22 ISO100, trípode, panorámica de 4 fotos verticales
Concluida la sesión de amanecer tocó un merecido desayuno, y rehacer mochilas. Nos despedimos de nuestro compañero de habitación, que salió unos minutos antes que nosotros, y sobre las 9:00 nos pusimos en camino hacia los pequeños ibones de Anglios.

La primavera estaba en todo su apogeo, con multitud de flores a lo largo del camino que aún estaba atravesado por neveros de cierta envergadura.

Remontando la subida hasta el collado de Anglios, bordenado los tres pequeños ibones del mismo nombre.
iPhone 6S
Dejando atrás los pequeños ibones en poco tiempo comenzamos la corta (300m) pero muy empinada subida hacia el collado de Anglios donde la senda aún estaba tapada por la nieve.

La vista de los tres pequeños ibones ya cerca del collado no podía ser más interesante y de alguna manera era casi obligado fotografiarla al atardecer, con las cumbres de los Besiberris como telón de fondo hacia el este.

Pequeños ibones de Anglios
Canon EOS 5D Mark II, EF17-40mm f4/L USM
Polarizador, 1/60s@f/20 ISO100
Tras coronar el collado nos dio la bienvenida el ibón de Cap de Llauset, aún parcialmente helado e ideal para dejar fluir nuestra vena fotográfica con mejores condiciones de luz.

No muy lejos del ibón se sitúa el refugio de Llauset. Hacía allí nos dirigimos abriéndonos camino entre una nieve bastante húmeda y un sol de justicia sobre nuestras cabezas. El refugio, prácticamente nuevo, estaba casi vacío. ¡Qué mejor manera de pasar esas horas centrales del día que con una buena cerveza como acompañamiento de lo que llevábamos de comida!

A media tarde nos despedimos del refugio tras decidir no hacer uso de sus instalaciones para pasar la noche. Si tu intención es hacer fotos, lo mejor es siempre dormir cerca de donde quieres hacer esas fotos, aunque el lugar no destaque por su comodidad. Tras inspeccionar los alrededores del ibón dimos con una zona, junto a su orilla oriental, que nos sedujo. Estaba cubierta de una costra de hielo cuyas formas eran una delicia y combinándolas con el perfil montañoso hacia el oeste, con el pico Vallibierna (3.056m) destacando al amanecer, tenía mucho potencial.

Desde el punto de vivaq al collado para hacer el atardecer no había más de media hora, así que teníamos tiempo para recorrer toda la orilla del lago buscando escenas que inmortalizar.

Formas heladas en el ibón de Cap de Llauset
Canon EOS 5D Mark II, EF24-105mm f4/L IS USM
Polarizador, 1/4s@f/20 ISO100, trípode
Cuando la tarde empezó a llegar a su fin cogimos lo mínimo necesario para hacer el atardecer y tiramos camino arriba hacia el collado con mas tramos de nieve que sin ella.

Al llegar arriba, rodeados del silencio e inmensidad de las cumbres circundantes, nos dieron la bienvenida un par de marmotas no muy confiadas. Aún había tiempo así que decidimos darles una oportunidad. Jugando al escondite con ellas pude al final hacerle a una de ellas una toma con cierto interés.

Marmota en el collado de Anglios al atardecer
Canon EOS 5D Mark II, EF24-105mm f4/L IS USM
1/1000s@f/4 ISO400
Las últimas luces fueron más decepcionantes que espectaculares. Nubes sobre el horizonte al oeste debían están bloqueando esos preciados rayos de sol que tanto ansiábamos, y los Besiberris en la distancia, nos mostraron una cara triste. Aún así fueron ratos de paz y tranquilidad. Con una temperatura de lo más acogedora y con el silencio de la montaña por compañía apostados en una atalaya única.

Pequeños ibones de Anglios desde el collado del mismo nombre al atardecer
Canon EOS 5D Mark II, EF24-105mm f4/L IS USM
Polarizador, 2s@f/22 ISO100, trípode
Llegamos aún con luz a la zona de vivaq y tras cenar nos metimos pronto en los sacos. La noche pasó rápido con la luna iluminándonos en su trayecto por el firmamento como un gran foco. Al abrir los ojos ya era de día y una tenue banda rosada cubría el cielo meridional pero las cumbres aún permanecían apagadas. Eran las 6 de la mañana.



Nuestro "hotel" la segunda noche.
iPhone 6S


De un salto nos pusimos en pie y en pocos minutos ya estábamos haciendo fotos en el lugar y con la composición estudiada la tarde anterior.

Pico Vallibierna al amenecer sobre las formas heladas del ibón de Cap de Llauset
Canon EOS 5D Mark II, EF17-40mm f4/L USM
Polarizador, 1,3s@f/22 ISO100, trípode, panorámica de 4 fotos verticales

La combinación de los azules del ibón helado y los tonos cálidos de los primeros rayos matutinos incidiendo sobre el Pico Vallibierna (3.056 m) no dejaba de ejercer su hechizo y nos invitaba, como dulces cantos de sirena, a no dejar de fotografiar el paisaje ante nosotros.

Ibón de Cap de Llauset helado con el Pico Vallibierna al fondo
Canon EOS 5D Mark II, EF24-105mm f4/L IS USM
Polarizador, 0,6s@f/22 ISO100, trípode
Pero los pequeños detalles de las mil y una formas heladas que escondía el ibón no eran menos fascinantes que el gran paisaje ante nosotros, y cuando la luz se tornó demasiado dura y perdió parte de su encanto, la magia del los detalles helados se revelaron y durante un buen rato nos entregamos a dialogar con ellos.

Formas heladas en el Ibón de Cap de Llauset
Canon EOS 5D Mark II, EF24-105mm f4/L IS USM
Polarizador, 1s@f/22 ISO100, trípode

Formas heladas en el Ibón de Cap de Llauset
Canon EOS 5D Mark II, EF24-105mm f4/L IS USM
Polarizador, 1,3s@f/22 ISO100, trípode
A las 8 pusimos fin y tras un merecido desayuno y recoger todos los enseres nos pusimos en camino. Nos esperamos unas cuantas horitas por delante hasta llegar el coche y un año más dábamos por cumplido nuestro objetivo de inmortalizar a nuestra manera una nueva zona de los Pirineos y volver con una mochila cargada de experiencias e imágenes mentales únicas de todo lo acontecido en estos dos días.

miércoles, 7 de septiembre de 2016

Fotografía de paisaje y niños ¿es posible?

La fotografía de paisaje, como cualquier otra disciplina fotográfica, exige una estado mental adecuado y estar con los cinco sentidos al 100% para lograr resultados satisfactorios. Y muy habitualmente exige visitar una misma localización varias veces para conseguir las condiciones que hagan únicas a nuestras fotos.

Conseguir esto durante las vacaciones familiares con niños pequeños (cada vez menos pequeños, afortunadamente) es misión imposible, lo tengo asumido, pero aún así me resisto a dejarme el equipo fotográfico en casa. Las tres fotos que os muestro son las tres únicas fotos que he hecho este verano con la réflex y el trípode en un viaje por Portugal, las hice con mis hijos pegados a mi viendo como buscaba la mejor localización y contándoles por qué unos encuadres eran mejores que otros. Experimentamos y sufrimos en alguna ocasión las inclemencias del tiempo pero siempre con una sonrisa en el alma porque hacíamos lo que nos gustaba. Esos instantes me los guardo para mi y sé que son de esos momentos que un niño nunca olvida .

Dos reflexiones os dejo:
1) Tener niños pequeños y viajar con ellos no tiene por qué suponer un impedimento para hacer fotos de calidad.
2) No hay mejor manera de contagiarles nuestra pasión que vernos trabajar in situ y dejarles participar en el proceso.

Comparto con vosotros esas tres fotos y una última donde se nos ve a los tres en acción.

Playa de Adrave, Sintra, Portugal


Punta de San Lorenzo, Madeira, Portugal

Ribeira de Janela, Madeira, Portugal
Ribeira de Janela, Madeira, Portugal

viernes, 15 de julio de 2016

Escapada pirenaica a los Lacs de Rius. Parte II

Continuación de la primera parte...

Vista del Besiberri Norte desde la zona de vivaq
Canon EOS 5D Mark II, EF17-40mm f/4L USM,
degradado Neutro -2 Hard,  polarizador, trípode
2.5s@f/22 ISO100
Dedicamos el resto de la mañana a inspeccionar la zona y a descansar con el arrullo de los arroyos cercanos y la llamada de alguna ave oteando desde las alturas como únicos acompañantes. Mientras hacíamos tiempo para comenzar la subida hasta el collado no quise desperdiciar la ocasión de fotografiar detalles vegetales cercanos cuyo cromatismo atrapaba poderosamente mi atención.

Canon EOS 5D Mark II, EF 70-200mm f/4L USM, polarizador, trípode
2.5@f/45 ISO100
Sobre las siete de la tarde nos pusimos en marcha hacia el collado con el equipo justo para fotografiar el atardecer. En menos de una hora habíamos llegado arriba y la vista de los lagos desde allí con las nubes que entraban y salían lateralmente del valle hacían presagiar un buen espectáculo. Había momentos en los que te veías envuelto en una dorada niebla para segundos más tarde volver a ver toda la profundidad del valle.

Vista del Lac de Tòrt de Rius desde el collado del Lac de Mar
Canon EOS 5D Mark II, EF24-105mm f/4L IS USM,
degradado Neutro -2 Hard,  polarizador
1/400s@f/5.6 ISO100
Pero mis expectativas estaban sobretodo depositadas un poco más adelante, al otro lado del collado en dirección este. Cuando llegamos descubrimos que un espeso mar de nubes tapaba por completo el Lac de Mar.

Patrick contemplando el mar de nubes sobre el Lac de Mar
iPhone 6S
Puesto que la luz aún era algo fuerte decidimos volver sobre nuestros pasos y concentrarnos en la vista hacia al oeste con los lagos brillando como pequeños espejos mientras las nubes no dejaban de ejecutar su particular coreografía.

Busque una ubicación saltando entre las rocas que permitiera obtener una vista despejada del valle y no incluyera en el encuadre ninguno de los múltiples neveros que aún aguantaban desde el invierno. Ya se sabe que el blanco atrapa poderosamente la atención si se muestra como elemento aislado, y yo quería hacer una foto donde la luz y los lagos fueran los protagonistas. Esto fue así hasta que se me ocurrió la idea de incluirme en el encuadre y pasar a formar parte del paisaje. Así que dicho y hecho coloqué la cámara en un punto alto sobre una roca, esperé a que las nubes recorrieran el encuadre de izda. a dcha. y cuando las tuve donde quería hice la primera exposición. Acto seguido programé el temporizador del mando para hacer una segunda foto 30s más tarde de exactamente el mismo encuadre pero apareciendo yo. Lograr la imagen final que tenía en mente ya sólo fue cuestión de combinar ambas fotos en Photoshop.

Autorretrato
Canon EOS 5D Mark II, EF24-105mm f/4L IS USM,
degradado Neutro -2 Hard,  polarizador, trípode
0.5s@f/22 ISO100
Enseguida me subí arriba para ver como andaba el espectáculo sobre el Montardo y Besiberri norte. Subí a toda prisa hasta quedarme casi sin aliento. Algo me decía que me estaba perdiendo un gran espectáculo. El mar de nubes ahí seguía cuando llegué pero los picos y las nubes estaban en su punto álgido de color. Sabía que en este tipo de situaciones los azules de las nubes en sombra y los picos anaranjados suelen ofrecer una combinación muy llamativa. Comencé a llamar a Patrick a grito pelado pero no me oyó, aunque subió unos minutos más tarde. Sin perder un segundo busqué una roca con un punto de vista despejado y me concentré al máximo en lo que quería conseguir. Se me ocurrió que era una ocasión fantástica para hacer una panorámica de varias fotos en vertical para así lograr una toma con gran detalle de un momento único.

Panorámica con vistas al Montardo y Besiberris desde el collado del Lac de Mar
Canon EOS 5D Mark II, EF24-105mm f/4L IS USM, degradado Neutro -2 Hard,
polarizador, trípode, panorama de 5 fotos verticales.
0.5s@f/20 ISO400
Cuando las luces sobre los picos ya se habían esfumado aún se podían hacer fotos. Jugando con el degradado neutro conseguí intensificar los colores magentas del cielo que contrastaban armoniosamente los azules del Lac de Mar que ya empezaba a vislumbrarse con su característica isla en el centro.

Crepúsculo sobre el Lac de Mar
Canon EOS 5D Mark II, EF17-40mm f/4L USM, degradado Neutro -2 Hard,  polarizador, trípode
13s@f/18 ISO100
Nos dieron las diez y media de la noche cuando comenzamos a bajar siguiendo los hitos a base de iluminarlos con la frontal y atravesando varios neveros que se resistían a desaparecer. A las once y media llegamos al lugar donde supuestamente dejamos la tienda para descubrir que no estaba donde esperábamos. Seguimos un poco mas adelante hasta cerciorarnos de que efectivamente nos habíamos pasado. ¡Como cambia todo cuando es de noche! Eramos incapaces de dar con el lugar exacto. Mirando el GPS tenía una idea aproximada de donde podía estar pero no una localización clara pues cometí el fallo de no marcar su ubicación antes de partir. Después de media hora de búsqueda infructuosa retrocediendo sobre nuestros pasos y con varias falsas alarmas la encontramos. Era media noche y un cielo estrellado nos recibía con todos los honores. Estaba claro que esta noche sí que iba a caer una foto de la Vía Láctea, así que después de cenar, ya cerca de la una de la madrugada y junto a la tienda, nos pusimos a la tarea. No disponía de un objetivo luminoso, lo más el 17-40 f4, así que enseguida resolví que la mejor forma de capturar la Vía Láctea debía ser con dos exposiciones, una para el cielo a ISO máximo 26.500 y otra a ISO 800 durante media hora para las montañas y el primer plano. Las zonas cubiertas de agua a escasos metros de nosotros formaban un primer plano ideal para jugar con el reflejo de las estrellas. Tras varias tomas de prueba para determinar el mejor encuadre, pasé a hacer la toma de 30 min. y me fui al saco. Casi una hora más tarde, me levante y guardé los bártulos tras comprobar que la toma había quedado bien.

Vía Láctea sobre el Besiberri Norte desde el lugar de vivaq
Canon EOS 5D Mark II, EF17-40mm f/4L USM, trípode, blending de 2 fotos
Exposición Vía Láctea: 30s@f/4 ISO 25600
Exposición montañas y primer plano: 30min@f/4 ISO800
Al día siguiente al amanecer no me compliqué gran cosa y tras la foto de recuerdo de rigor recogimos y cuatro horas más tarde llegábamos al coche, cansados, doloridos pero contentos. Felices por la experiencia, por los momentos vividos y por recuerdos grabados en mi memoria que siempre quedarán ahí.

Despedida
Canon EOS 5D Mark II, EF24-105mm f/4L IS USM,
degradado Neutro -2 Hard,  polarizador, trípode
2.5@f/20 ISO100

jueves, 14 de julio de 2016

Escapada pirenaica a los Lacs de Rius. Parte I

Como cada año por estas fechas no perdono una escapada fotográfica a mis queridos Pirineos. En un primer momento la teníamos planificada a principios de junio para aprovechar las últimas nieves primaverales, pero por cuestiones climatológicas y familiares decidimos, mi compañero Patrick y yo, retrasarla un mes.

La zona elegida en esta ocasión iba a ser la comprendida por los lacs de Rius en el Valle de Arán, una extensión de lagos a más de 2.300m con varios picos muy fotogénicos alzándose sobre ellos, como el Tossau de Mar (de 2.751m y uno de los objetivos claros a inmortalizar) y el Besiberri Norte (3.008 m).


La previsión del tiempo para ese fin de semana no era mala teniendo en siempre en mente la fotografía. El viernes, día de inicio, se esperaban tormentas a primera hora de la tarde. Eso siempre puede significar dos cosas, o unos cielos de infarto si a la hora de la puesta de sol el cielo se abre o una tarde y noche lluviosas si las tormentas se prolongan. Para el sábado y el domingo se esperaban cielos cada vez más despejados.

Iniciamos el ascenso desde el Espitau de Vielha (1.668m) sobre las tres de la tarde con uno cielo amenazante pero con una temperatura muy agradable para el esfuerzo que íbamos a tener que realizar durante las siguientes horas, superar algo más de 700 metros de desnivel con más de 25 kg a la espalda. Subimos sin mucha complicación, siempre es más cómodo subir que bajar, y 2 horas más tarde ya íbamos llegando al final del tramo de subida, el Port de Rius (2.344m). A partir de ahí comenzaríamos a bordear el primer lago, el Lac de Rius, y una hora más tarde la idea era llegar a donde teníamos pensado poner la tienda. Esa era la idea, así que lo gordo ya estaba hecho. Pero la cosa no iba a ser tan fácil, hacía ya media hora que los truenos no dejaban de rugir sobre nuestras cabezas y a lo lejos las montañas del fondo quedaban medio visibles por las cortinas de lluvia, cortinas que sabíamos que de un momento a otro nos alcanzarían pues el viento iba en dirección nuestra. Justo cuando iniciábamos el tramo llano comenzó la fiesta, pues como cubos de agua arrojados desde el cielo nos vimos en medio de un autentico aguacero. -En fin, esto es la montaña, -pensamos-, y no quedaba otra que aguantar. Sin ningún lugar donde guarecernos, seguimos nuestra ruta prevista con el deseo de que el chaparrón pasara pronto. En media hora la lluvia había bajado considerablemente de intensidad y 15 minutos más tarde comenzaron a abrirse pequeños claros en el cielo por el oeste.

Tenía una idea aproximada de la zona donde pernoctar con lo que había visto por Internet cuando planifique la escapada: junto a la orilla oriental del Lac Rius, no muy lejos del Lac Tòrt de Rius desde cuyas orillas esperábamos disfrutar de las últimas luces sobre el Tossau de Mar aquella tarde.
Vistas del Tossau de Mar desde la orilla occidental del Lac Tòrt de Rius
Canon EOS 5D Mark II, EF17-40mm f/4L USM, degradado Neutro -2 Hard,  polarizador, trípode
3.2s @ f/22 ISO100
Eran ya casi cerca de las ocho cuando dejamos todo listo para pasar la noche y nos acercamos al Lac Tòrt de Rius para despedir el día. Desde la orilla el Tossau de Mar se alzaba imponente y era el auténtico protagonista del lugar. Estaba pidiendo a gritos ser inmortalizado. Me costó encontrar una composición que me satisficiera. Finalmente medio tumbado sobre gran una roca y en precario equilibrio, con opciones de caerme de cabeza al lago, pude hacer algo que me convenció. Así seguimos, buscando nuevas composiciones hasta que el sol se ocultó tras el horizonte. Pero a nuestras espaldas, en dirección oeste, la fiesta continuaba. En una pequeña laguna de aguas inmóviles, el cielo, encendido en fuego, se reflejaba mientras el perfil del Tuc de Sarrahera (2.643m) se dibujaba amenazante. No nos podíamos ir de allí sin inmortalizar ese momento.

Tuc de Sarrahera reflejado al atardecer
Canon EOS 5D Mark II, EF17-40mm f/4L USM,  polarizador, trípode, blending de 3 fotos
1s@f/22 ISO100

Llegamos a las tiendas ya sin luz listos para echarnos al cuerpo algo calentito y pasar nuestra primera noche. Tengo que reconocer que estábamos machacados, no habíamos parado desde hacía siete horas, con otras tantas horas previas de coche, y en el fondo me alegré de ver como el cielo se cubría de nubes para no tener la excusa de tener que levantarme para fotografiar la Vía Láctea.

A las 5:45 sonaba la alarma del despertador tras una noche en la que apenas pegué ojo. Viendo que en el cielo no había muchas nubes nos acercamos a ver al aspecto del Tossau de Mar y como no había ni una nube entorno a él que pudiera coger color decidimos que no valía la pena esperar y regresamos sobre nuestros pasos a la zona de vivaq. Al final la mejor opción, o al menos la mejor que en ese momento se nos ocurrió, fue inmortalizar la tienda mientras el Tuc de Conangles (2.783 m), tras ella imponente, cogía color.

Primer luces sobre el Tuc de Conangles y lugar de vivaq
Canon EOS 5D Mark II, EF17-40mm f/4L USM,
degradado Neutro -2 Hard,  polarizador, trípode
1s@f/22 ISO100
Esperar a que los primeros rayos de sol dieran en el Tuc de Sarrahera justo a otro lado del Lac de Rius frente a nosotros, hubiera podido ser una opción de no ser porque en esta época del año las luces le inciden muy lateralmente y muy tarde.

Tras el merecido desayuno nos pusimos de nuevo en marcha con todo el equipo. La idea para este día era movernos a la zona más oriental del Lac Tòrt Rius, que estaba a poco más de 1h30 de donde nos encontrábamos. Desde allí, si el tiempo lo permitía, subiríamos ya por la tarde hasta el collado de Lac de Mar (2.510 m) para fotografiar la puesta de sol en ambas direcciones: de espaldas al sol el Montardo y Besiberris encendidos con el Lac de Mar bajo nuestro pies, y en dirección opuesta la vista de los Lacs de Rius destacando en el fondo del valle con el sol poniéndose sobre el horizonte.

Patrick contemplando las cumbres (de dcha a izda) Tuc de Conangles (2.783m),
Tuc des Estanhets (2.887m) y Tossal de Molar Gran (2.885m) con el Lac Tòrt de Rius enfrente

Panorámica con iPhone 6S

Próximamente la segunda parte....

lunes, 18 de enero de 2016

Jugando con simetrías

Los conceptos de simetría y belleza han estado siempre unidos. Desde la época de los antiguos filósofos griegos hasta en las modernas teorías físicas la simetría ha guiado siempre al ser humano en la búsqueda de la verdad última dejándose llevar por la noción de belleza.

Aunando estos dos conceptos he querido dar una vuelta de tuerca a mi habitual concepto de la fotografía de naturaleza y este ha sido el resultado.

Pinchar sobre la imagen para verla más grande
Después de una reciente escapada por uno de los ya, por lo menos para mí, habituales "lugares de peregrinación" durante los fríos meses del invierno por la sierra madrileña, y sin otro afán que imbuir mi mente en el ritual que supone sumergirse en los mil y un detalles y formas que crea el hielo, me volví a casa con menos material del que me hubiera gustado. El frío aún no había calado lo suficiente en el paisaje y buscar formas heladas fotogénicas era a la par un desafío y un divertimento.

Tras analizar la única foto en la tarjeta que merecía invertir algo de tiempo, el cuerpo me pedía simetrías al contemplarla para que realmente aquella toma me hablase y me comunicara algo.

Decidí pues jugar un poco con el material que tenía y ver qué podía obtener de todo aquello. Probé a dividir la foto en cuatro secciones idénticas y a coger cada una de ellas y replicarlas simétricamente según el eje horizontal y vertical sin aplican ningún procesado adicional. Por cada cuadrante fui obtenido una foto que en nada se parecía a la anterior y que no me iban dejando indiferente. Las cuatro fotos, cuando se observan en conjunto, forman una serie, que por lo menos a mi, me resulta intrigante y seductora.

Pero, como ya se sabe, la belleza está en el ojo del observador, así que vosotros diréis que os parece...el experimento...

miércoles, 6 de enero de 2016

La estética de las nubes

Las nubes siempre me han parecido uno de los elementos con más fuerza y carácter a incluir en la fotografía de paisaje, tanto que muchas veces no hacen falta más elementos para conseguir fotografías con gran atractivo estético.

Después de muchos días de cielos sosos y sin muchas nubes llegaron las tan ansiadas lluvias y vientos que limpiaron la atmósfera. Al día siguiente los cúmulos eran los protagonistas de los cielos y no pude evitar desde mi ventana, desde el confort de mi hogar, buscar composiciones entre sus elegantes formas que cambiaban cada pocos segundos.



Eran escenas no para disfrutar en color sino para dejarse llevar por los contrastes y claroscuros. Fueron pocos minutos pero los suficientes para volver a disfrutar de la fotografía como hacía meses que no hacía.



Con estas escenas empiezo el año 2016, fotográficamente hablando, y espero que sea preludio de un año rico en experiencias y si son fotográficas mucho mejor.