lunes, 24 de diciembre de 2012

¡Felices fiestas!



Otro año que acaba en el que hacemos balance de los éxitos conseguidos. Otro año que está próximo a comenzar donde depositaremos nuestras ilusiones, metas y proyectos por cumplir.

A todos los que leéis este blog os deseo lo mejor para este año 2013. Descansad, disfrutad de la compañía de vuestros seres queridos y que la buena luz ilumine vuestros pasos en la senda del nuevo año.

¡Sed felices!

sábado, 8 de diciembre de 2012

Visiones creativas del paisaje


Dicen que la creatividad es la capacidad de generar y materializar ideas originales, al menos en el ámbito de la obra fotográfica de cada uno. Ser creativo es ir más allá del camino cómodo que nos permite obtener imágenes, en última instancia similares. Es huir de sendas allanadas por métodos de trabajo arraigados por el paso de los años o por modas que sabemos que darán sus frutos sin demasiados esfuerzos (imaginativos) por nuestra parte. Ser creativo significa aportar puntos de vista frescos y únicos a nuestra producción fotográfica que nos demuestre, a nosotros primero, y a los que ven nuestras fotos después, que hay nuevas formas de percibir y plasmar el mundo que nos rodea.

Tomar la senda de la creatividad no es fácil, exige un trabajo extra de romper con estereotipos, de dejar de hacer lo que hemos venido haciendo siempre, si no de forma radical, al menos, en menor medida. Significa hacer un trabajo, quizás, no tan apreciado por la mayoría, pero la recompensa es tener alimentada la llama de nuestra pasión fotográfica.

No discutiré aquí qué formas o métodos existen para ser más creativos. No es el objetivo de esta entrada y además no me considero que tenga el bagaje y la experiencia suficientes para hacerlo. Mi única pretensión, con las fotos que os muestro más abajo, es haceros ver que un mismo lugar puede ofrecer caras totalmente diferentes e inesperadas. Unas más clásicas pero otras menos evidentes o llamemoslo...más creativas. Descubrirlas es sólo cuestión de apertura de mente y cultivo de la imaginación.

Nota: Cada pareja de fotos fue tomada el mismo día a escasos centímetros la una de la otra.


Parque Natural de Peñalara. Madrid. 2009.


Valle de la Barranca. Sierra de Guadarrama. Madrid. 2009.


Siete Pîcos. Sierra de Guadarrama. Madrid. 2010.

Valle de Ansó. Huesca. 2010.

 Cuerda de las Cabrillas. Sierra de Guadarrama. Madrid. 2010.

 Siete Picos. Sierra de Guadarrama. Madrid. 2010.

Valle de Ansó. Huesca. 2012.




lunes, 12 de noviembre de 2012

Otoño en el Valle de Ansó


Llega el otoño y los fotógrafos inundamos los valles tratando de inmortalizar los bellos colores que nos regala de forma efímera esta estación del año.

Cada cual elige un destino y unas fechas con la esperanza de acertar con el momento álgido del colorido otoñal. Acertar es más una lotería que una ciencia, pero la esperanza es lo que nos mantiene vivos.

En mi caso, los días elegidos no podían ser otros y a juzgar por ocasiones anteriores todo hacía pensar que la suerte iba a estar de mi lado.

Hacía un par de años, coincidiendo con un taller que impartí en el Valle de Hecho, visité por primera vez el Valle de Ansó pero las exigencias del guión en aquella ocasión me impidieron dedicarle el tiempo que se merecía. Este año era una buena ocasión para volver a visitarlo. Preparando la escapada, semanas antes de partir, descubrí enclaves que no sabía ni que existían, como la sierra de Alano, auténtica muralla de roca que une Zuriza con la Selva de Oza, y con la Punta del Achar (2.075m) destacando en belleza sobre el resto de cumbres.

Las ideas y planes eran muchos, más de los que podíamos abarcar en los dos días que íbamos a estar, mi hermano Carlos y yo, por allí. Pero en última instancia, el tiempo y el estado del otoño jugarían un papel clave a la hora de tomar decisiones. Soy un tipo de fotógrafo que me siento más relajado y seguro de mi mismo si en mi mochila aparte del equipo fotográfico guardo ideas de enclaves, tipos de tomas y técnicas que puedo poner en práctica. Aún así, siempre dejo que la naturaleza me sorprenda con escenas, luces y situaciones inusuales que no había ni siquiera imaginado.

Aunque el otoño es quizás la estación más agradecida para fotografiar en cuanto condiciones meteorológicas se refiere, si los colores no están en su momento óptimo las fotos que se pueden conseguir pierden muchos puntos.

Llegamos a Zuriza por la tarde pero aún con luz suficiente para comprobar cómo el calor de las últimas semanas y la falta de agua estaban pasando factura. El otoño claramente se estaba retrasando pero por suerte el entorno de Zuriza, donde pasaríamos las próximas dos noches, era el que presentaba mejor colorido aunque no el óptimo. En cotas más bajas predominaba el verde en muchas zonas. A más altura en dirección al refugio de Linza, el otoño comenzada a estar pasado. Estaba, pues, claro cuál iba a ser nuestra área de acción.

Prácticamente todas las fotos que os voy a mostrar a continuación, a excepción de una, fueron tomadas a los pies de la sierra de Alano en distintos puntos a lo largo del valle, o también llamado barranco, de Petraficha.

Canon EOS 5D Mark II, Canon EF 24-105
f/4L IS USM, Degradado Neutro -2 Hard,
Polarizador, Trípode
La tarea principal de nuestra primera tarde fue la de explorar la zona de cara al atardecer y al amanecer del día siguiente. Durante este trabajo de reconocimiento a un lado de la carretera me llamaron la atención dos imponentes tejos que, como guardianes, parecían estar al cuidado de las cumbres que se alzaban tras ellos. La luz no me disgustaba del todo y el carácter pictórico que confería a la escena me animaron a trabajar varios puntos de vista. En el procesado de esta foto se han suavizado las tonalidades azules de las montañas, en cierto modo debidas al efecto del degradado neutro, y se ha aplicado un ligero efecto Orton para acentuar el carácter pictórico de la escena.

Canon EOS 5D Mark II,
Canon EF 70-200 f/4L USM, Trípode
Una de las fotos que tenía en mente antes de salir de casa, una vez tuve claras la fase, hora y ángulo de salida de la luna en los días que íbamos a estar, era la de la Sierra de Alano a la luz de la luna. Sólo hacía falta un cielo despejado. Por fortuna la misma noche de nuestra llegada y antes de que la borrasca entrara el jueves pudimos disfrutar de una noche estrellada con los "dientes" de la sierra de Alano tal y como me los había imaginado. Con el fin de maximizar la calidad de la foto final hice dos tomas, sin variar el encuadre, que luego combiné en Photoshop. Una a ISO 1600, 15s@f/4 para el cielo estrellado y otra a ISO 800, 4min@f/4 para las montañas.

Canon EOS 5D Mark II, Canon EF 17-40
f/4L USM, Degradado Neutro -3 Hard
movido con la mano, Polarizador, Trípode
La idea de retratar Punta Abizondo (1.673m) era otro de los objetivos, pero con su hermano mayor Peña Ezcaurri (1.860m). Esa mañana el cielo empezaba a estar cubierto por lo que la salida del sol no iluminó Peña Ezcaurri, como yo deseaba. Al no mostrar su mejor cara decidí quitarlo del encuadre concentrándome en su hermano pequeño, que en otoño un manto ocre cubre casi por completo sus laderas. Tímidamente las nubes comenzaron a coger algo de color y sabía que esa ocasión era difícil que volviera a repetirse ese día. Localizada un roca con cierta fotogenia y aderezada con el espuma del fluir del agua no fue difícil capturar unas luces que no volvieron a darse ninguno de los días siguientes que allí estuvimos. El procesado de la foto no tiene ningún ajuste especial más allá de los típicos de contraste y saturación potenciando ligeramente los reflejos dorados sobre el agua.

Canon EOS 5D Mark II, Canon EF 70-200 f/4L USM,
Polarizador, Trípode
La vistosidad del valle de Petraficha en otoño hace que quieras subir y subir por sus laderas con el fin de obtener una buena toma de todo el valle con la Sierra de Alano como telón de fondo. Esa mañana la luz era bastante mala para conseguir una perspectiva general haciendo justicia a lo que veían mis ojos. Son en momentos como esos cuando uno se aleja de ideas preconcebidas y deja volar libremente la mirada y la atención hasta encontrar matices y detalles que le atrapen. A mí, enseguida, me engatusaron las formas de la Punta del Achar, pero casi más la alternancia de grises y dorados que parecían bañar en oro las laderas de esta parte de la sierra. Los tonos ocres de la masa forestal constituían el broche perfecto. Decidí, pues, jugar con el 70-200 concentrándome en los colores y en las formas, introduciendo en el encuadre una lengua de ladera desnuda de árboles que, en cierto modo, imitaba en forma a la Punta del Achar. En el procesado de la foto tuve que contrastar bastante para que los colores cogieran fuerza y personalidad. Saqué también detalles a un cielo plomizo y aparentemente sin texturas y potencié los dorados y ocres para hacerlo fiel a lo que mis sentidos captaron.

Canon EOS 5D Mark II, Canon EF 17-40 f/4L USM,
Degradado Neutro -3 Hard 
movido con la mano,
Polarizador, Trípode
Siguiendo el recorrido por la carretera que discurre a lo largo del valle de Petraficha se llega a un parking junto al cual discurre un arroyo que, entre saltos y pequeños meandros, ofrece una vista que conjuga una extensión abierta del barranco con hayedos no muy lejos de sus orillas y como telón de fondo el inconfundible perfil de la omnipresente Sierra de Alano. Tras estudiar y recorrer la zona durante varias horas no fueron muchos los puntos de vista con la sierra al fondo que fotografié pues no terminaban de convencerme. Lo que perseguía era poder combinar los tres elementos (agua, vegetación y roca) de forma equilibrada, pues en cierto modo los tres eran protagonistas por igual de aquel lugar. Para dar mayor dinamismo a la toma huí de velocidades lentas que hicieran perder textura al agua y utilicé velocidades entorno al medio segundo. Un punto de vista bajo potenciaba la zona del arroyo a la vez que restaba protagonismo a las zonas de hierba que no hacían más que "ensuciar" el mensaje visual que quería transmitir. En tiempo de post-procesado, de nuevo, fui capaz de extraer volumen y texturas a un cielo blanco y triste y potenciar las texturas del agua.

Canon EOS 5D Mark II, Canon EF 70-200 f/4L USM+1.4x,
Lente de aproximación Canon 500D, Polarizador, Trípode
En mi deambular por el cauce del río un par de hojas solitarias, que casi parecían querer aferrarse a la roca para no verse arrastradas por la corriente, me llamaron poderosamente la atención. En cierto modo parecían simbolizar que el fin de otoño había llegado para ellas. El encuadre lo vi claro desde el primer momento, dejando los dos únicos puntos de color que eran las hojas, en una de las esquinas de la toma y rellenando el encuadre con la roca de tonos grises. Para rematar la toma sólo había que tener presente que, debido a la escasa profundidad de campo utilizada, haría falta realizar varias exposiciones variando el punto de enfoque y combinarlas posteriormente en PS. De esta forma se conseguiría mantener enfocada toda la pared de roca. Un oscurecimiento gradual de la esquina superior derecha en PS permitió restar importancia a los tonos claros de la roca y otorgar el protagonismo merecido al par de hojas.

Canon EOS 5D Mark II, Canon EF 70-200 f/4LUSM+1.4x,
Polarizador, Trípode
A pesar de no habernos causado una impresión del todo favorable los alrededores del refugio de Linza la tarde que llegamos a Zuriza, decidimos darle una nueva oportunidad y a media mañana abandonamos el barranco de Petraficha y nos dirigimos hacía el bosque de Gamueta, situado justo enfrente del refugio. Nada más bajar del coche, en el inicio del sendero que rodea todo el bosque, me llamó la atención el juego de hielo y hojas atrapadas que teníamos justo a nuestros pies. Unos simples charcos pueden ser motivos suficientes para ejercitar nuestra creatividad durante un buen rato como de hecho así ocurrió, pues calculo que un metro cuadrado nos mantuvo ocupados cerca de una hora desentrañado esa belleza escondida que sólo se revela a los ojos del fotógrafo que sabe observar. Ésta fue la última foto que realice en el charco helado y es quizás la que más me gusta por el trío singular de formas, texturas y colores que combina. Lo que siguió esa tarde fue una lluvia persistente que nos obligó a retirarnos al lugar de pernocta hasta la mañana siguiente. En el procesado de la foto se ha acentuado levemente las tonalidades oscuras de la roca y se ha añadido un ligero viñeteo para centrar la mirada en el centro del encuadre.

Canon EOS 5D Mark II, Canon EF 24-105 f/4L IS USM,
Degradado Neutro -3 Hard 
movido con la mano,
Polarizador, Trípode
Las predicciones meteorológicas anunciaban para la zona de Zuriza una mejoría notable para la mañana de nuestro último día y las expectativas de conseguir buenas luces eran más bien altas. La realidad fue bien distinta. Las nubes seguían ancladas a los picos y el sol fue incapaz de penetrarlas. Apenas saqué la cámara durante las horas del amanecer. Tras el desayuno y despedida del lugar de alojamiento decidimos volver a intentar una vista elevada del valle, pues las cumbres estaban algo cubiertas de nieve y las hacía algo más atractivas. Mi intención era buscar un encuadre que de alguna forma condujese la mirara del espectador por el valle teniendo cuidado de no incluir la carretera. Tras unos minutos de andar ladera arriba, ladera abajo di con lo que quería. El sol tímidamente se dejaba intuir para segundos más tarde volver a desaparecer. Afortunadamente pude incluir como intentaba hacerse hueco entre las nubes en una par de tomas dando protagonismo a una parte del encuadre que de otra forma hubiera resultado muy plano y soso. La foto pedía a gritos un procesado que potenciara un efecto "glow" que confiriera una ambientación mística como de valle de cuento de hadas. Así veía yo la foto y la acciones de procesado posteriores que tomé se encaminaron hacia este propósito. Jugando con un par de filtros del plugin de Photoshop Color Efex Pro de Nik Software conseguí acercarme mucho a lo que veía en mi cabeza.

Ese día no hice prácticamente más fotos. Nos encaminamos hacia el Valle de Hecho por los buenos recuerdos que tenía, pero la desilusión se hizo presa de mi cuando comprobé que su belleza distaba de la que había contemplado otros años. Los rojos no habían aún aparecido y los amarillos se acercaban más a los verdes. Tengo que reconocer que la sensación de asombro que me causó las dos veces anteriores que lo visite no se manifestó en esta ocasión.

A media mañana partimos rumbo a casa sin apenas haber sacado la cámara ese día, con la sensación de que el otoño no había mostrado su mejor cara, pero con la satisfacción de haber hecho todo lo posible para sacar el máximo partido al lugar y las pilas recargadas después de haber disfrutando a tope de naturaleza y la montaña.

jueves, 11 de octubre de 2012

7 consejos para fotografiar el otoño


El otoño, junto con el invierno, es una de mis estaciones del año favoritas. Aunque es la estación más efímera, pues su pico de esplendor no suele durar más que unas pocas semanas, también es la más aprovechable fotográficamente. ¿Qué otra estación del año muestra sus mejores galas llueva o haga un sol de justicia? Sean cuales sean las condiciones meteorológicas, sea cual sea el momento del día, los colores del otoño nos brindarán multitud de oportunidades fotográficas. He aquí algunos consejos para poner en práctica en esta época del año:

1.- Si una lluvia fina es la protagonísta del día, sumerjámonos en el interior los bosques, pues con ayuda del polarizador es cuando mayor saturación de colores vamos a encontrar.

2.- Prestemos atención a los detalles tanto delante de nuestros ojos como junto a nuestros pies, p.e una hoja en un charco bañada en reflejos o las formas de unos troncos contra un fondo multicolor o cómo el sol a contraluz enciende los naranjas de unas hojas.

3.- Si el día es soleado juguemos con los contrates que proporcionan los tonos azulados de las rocas en sombra y los reflejos dorados en el agua de cualquier riachuelo que produce una ladera otoñal bañada por las primeras o últimas luces del día.

4.- Las tomas abiertas en las que se combinan las tonalidades azules del cielo y los amarillos de los bosques son también muy llamativas llamativas.

5.- Busquemos puntos de vista elevados durante el amanecer y el atardecer que combinen las tonalidades que aportan los primeros o últimos de rayos del sol con los llamativos colores de los bosques a nuestros pies.

6.- El otoño es la estación de los amarillos, naranjas y rojos. Tratemos de combinarlos con sus colores complementarios buscando la sencillez y claridad en nuestras tomas.

7.- Por último, si podemos incluir saltos de agua o niebla en nuestros encuadres hagámoslo. En el primer caso para aportar dinamismo, tension y contraste y en el segundo para resaltar toques de color sobre fondos monocromaticos.

Con una mente abierta a todas estas posibilidades y una buena técnica es seguro que volveremos a casa con unas cuantas joyas en nuestras tarjetas de memoria y disfrutaremos a tope de este otoño.

Os dejos aquí unos cuantos enlaces para que os sirvan de inspiración: 500px, 1x, whytake.

Sed  buenos y aprovechad los momentos!

lunes, 10 de septiembre de 2012

¿Por qué mostramos nuestras fotos?


Hace poco, en este mismo blog, me plateaban la pregunta de cuáles eran, a mi juicio, la razones por la que tanto nos gusta a los fotógrafos enseñar nuestro trabajo.

He de reconocer que alguna vez me he planteado esta pregunta, pero lejos de dar una respuesta rápida, quise indagar más en las razones desde un punto de vista, por así decirlo, más sociológico o de comportamiento humano.

No hay duda de que el ser humano es un ser social (ya lo decía Aristóteles «zoon politikon») y compartir logros, experiencias, emociones, etc. está totalmente imbricado en nuestros genes. La fotografía no es más que un vehículo más, como lo es el lenguaje, la escritura o cualquier otra disciplina artística, para conseguir comunicarnos con los que nos rodean.

Hace no muchos años si queríamos compartir nuestro trabajo con otros teníamos que ceñirnos a nuestros círculos de amigos y familiares más cercanos. Hoy en día con el auge de Internet, podemos acceder a una audiencia de cientos de personas en cuestión de minutos. No hay duda, pues, de que Internet se ha posicionado como el escaparate por excelencia para mostrar nuestras fotos frente a otros medios más tradicionales basados en un soporte físico (revistas, álbumes, exposiciones), así que gran parte del discurso que sigue se centrará en Internet.

Resulta indudable que, como parte de nuestra evolución como fotógrafos, mostrar nuestro trabajo se ha convertido en nuestra mejor herramienta de aprendizaje. A través de Internet una foto puede ser vista en cuestión de horas por miles de ojos aportándonos en muchos casos sugerencias de mejora o indicios de si lo que pretendíamos comunicar era fiel a nuestros propósitos.

En otros casos, necesitamos contar con segundas opiniones sobre nuestras fotos, no tanto como vehículo de aprendizaje sino como forma de desvincular la carga emotiva de la foto de la experiencia vivida. No son pocas las veces que una fotografía despierta en su autor unas sensaciones muy distintas, generalmente magnificadas, de las que perciben el resto de espectadores.

Investigaciones en el campo de lo que se conoce como psicología del ciberespacio o ciberpsicología han destacado el claro beneficio terapéutico que supone la fotografía en el ámbito de Internet. No sólo por el mero hecho de dar a conocer nuestro trabajo a otros sino también por el hecho de permitirnos construir y enriquecer nuestra red de contactos y relaciones sociales con otras personas afines a nuestros gustos.

Compartir experiencias a través de la fotografía también puede tener un carácter meramente altruista. Sólo hay que pensar cuánto hemos aprendido de cada uno de los errores y aciertos de otros fotógrafos que diariamente publican sus vivencias en sus blogs. Cualquier relato con fotografías nos acerca mucho más a lo vivido por su autor, complementándose mutuante texto e imagen. Este podría ser un ejemplo más de que el todo es mayor que la suma de sus partes.

Para terminar me pregunto si la fotografía en general tiene razón de ser si la desproveemos de su carácter comunicador de emociones, de experiencias. Una fotografía que sólo es vista por los ojos de su autor, ¿cumple su propósito?. Lanzo ahí la pregunta....

Primeras luces en Cabo de Trafalgar, Cádiz
25s @ f/20, ISO 100,  Canon EF 17-40mm f/4L USM @ 17mm
Filtro degradado inverso de 3 pasos, polarizador, trípode

jueves, 23 de agosto de 2012

Encuentro fotografíaDEARTE de Medinaceli



Del 2 al 29 de septiembre de 2012 tendrá lugar el primer encuentro nacional de fotografía, FotografíaDEARTE, en el Palacio Ducal de Medinaceli en Soria, en el que tengo el honor de participar con una exposición, una proyección y un taller sobre fotografía de paisaje.

El programa completo es el que os detallo a continuación:

EXPOSICIONES del 2 al 29 de septiembre 2012:
  • Sala 1 – Osvaldo Cipriani (Argentina-Torrejón de Ardoz), Sol Marrades (Valencia) – Mitos e invenciones De los cuentos que nunca escribí
  • Sala 2 – Tofiño (Madrid), Ángel Gutiérrez (Madrid) – India in side
  • Sala arco romano – Agrupación Fotográfica Ortiz Echagüe (Torrejón de Ardoz-MADRID),  Asociación Fotográfica Mio Cid (Soria), Colectivo Nº F (Guadalajara) – Obra de autor
  • Sala 4 – Joaquín Julia (Córdoba) – Canción de invierno en París
  • Sala 5 – Isabel Munuera (Madrid) – Naturaleza
  • 6 Vestíbulo – Archivo fotográfico Universidad de Navarra  – Fotografía siglo XIX
  • Sala 7 – Santi Díez de Anzo – El color de la naturaleza (1980 Cibachrome-analógico)
  • Sala 7 bis  – Angélica Suel a de la Llave (Madrid), Enrique Fernández Ferrá (Torrejón de Ardoz), Jesús de los Reyes Martínez (Guadalajara), Saúl Santos Díaz (Canarias) – Lectura poética del paisaje
  • Patio – Javier Rego (Torrejón de Ardoz-MADRID) – La fotografía en el volumen de los objetos
PROYECCIONES Día 22/09/12 a las 18 horas:
  1. Enrique Fernández (Torrejón de Ardoz)
  2. Angélica Suela (Madrid)
  3. Jesús de los Reyes (Guadalajara)
  4. Saúl Santos Díaz (Canarias)

Estrella Cuadrado (lectura de poesía sobre la naturaleza)
Joan (Piano acompañando a la lectura de poesía)

ACTIVIDADES:
  • Día 02/09/12 12 horas – Inauguración de fotografíadeARTE. Paseo fotográfico por la Villa Histórica de Medinaceli. Amenizara la inauguración el grupo musical ALBA Y BAND2
  • Día 08/09/2012 12 horas – Monográfico de desnudo en el patio renacentista del palacio por Tofiño (Precio de inscripción 15 euros).
  • Día 15/09/2012 12 horas – Taller de retrato por Osvaldo Cipriani (Precio de inscripción 6 Euros).
  • Día 22/09/2012 12 horas – Monográfico de introducción a la fotografía de paisaje por Enrique Fernández Ferrá (Precio de inscripción 6 euros). Proyección de fotografía de paisaje Angélica, Enrique, Jesús de los Reyes y Saúl. Lectura de poesía Estrella Cuadrado acompañada al piano por Joan.
  • Día 29/09/2012 18 horas – Proyección de las fotografías seleccionadas del paseo fotográfico por la Villa Histórica de Medinaceli y acto de clausura.


INSCRIPCIÓN E INFORMACIÓN:

La inscripción de talleres puede realizarse en el correo y teléfono de la fundación de Arte
medinacelidearte@dearte.info Tfno.975 32 64 98


martes, 31 de julio de 2012

Nueva foto en National Geographic Viajes


En el próximo número de agosto, 149, de la revista National Geographic Viajes podéis encontrar casi a doble página la foto que acompaña esta entrada.



Disfrutad del verano y reponed fuerzas de cara al próximo otoño e invierno!!



domingo, 29 de julio de 2012

De Panticosa a Respomuso con la cámara a cuestas (II)


Si quieres saber que dio de sí la jornada anterior desde el Balneario de Panticosa hasta los ibones Azules pincha AQUÍ

El tramo de subida desde el Ibón Azul Superior (2.400) hasta el cuello de los Infiernos (2.721m) a pesar de atravesar un par de neveros y discurrir por terreno muy empinado de piedra suelta transcurrió sin problemas. Al llegar collado se nos apareció el ibón de Tebarray (2.700m) cuya visión no puede ser más sobrecogedora, rodeado de paredes de roca suelta como si de un gran embudo se tratase. Los picos del Infierno (3.083m), Tebarray (2.916m) y Piedrafita (2.959m) son los tres guardianes que celosamente vigilan este ibón. 

Ibón de Tebarray con el pico del mismo nombre a su derecha
1/50s @ f/8, ISO 100,  Canon EF 17-40mm f/4L USM @ 17mm
Polarizador, sin trípode

Una vez rodeamos el ibon y según llegamos al siguiente collado, el cuello de Tebarray (2.782m), la cosa se iba complicando teniendo que hacer uso de las manos para llegar hasta arriba. Esto sólo era el principio de lo que nos esperaba. A partir de ese momento todo era bajada hasta el refugio de Respomuso. El problema era que desde el collado mirábamos abajo buscando el camino y sólo se veía un precipicio. Pensamos que no era para tanto pero una vez en marcha vimos que si lo era. Quien más quien menos bajo de culo pues el mínimo error con el peso que cargábamos hubiera sido fatal.

Desde el primer momento de preparar la travesía sabía que este iba a ser el punto más conflictivo de toda la ruta. Además Gorka iba tocado de la rodilla ya antes de iniciar el recorrido el día anterior y en Dani también era su punto débil.

Despacito y con buena letra superamos el tramo más complicado de toda la travesía hasta alcanzar desniveles más seguros. A lo lejos ya se veía el Refugio de Respomuso bajo el coloso Balaitus (3.144m), pero antes teníamos que llegar al ibón de Llena Cantal. En otra época del año hubiera sido buena idea pasar la noche cerca de este ibón para captar el reflejo del Balaitus con las luces del amanecer o atardecer sobre él, pero su orientación al norte hace que en verano el sol le pille a contraluz. Este mismo sitio durante la primavera, con el deshielo tiene que ser un espectáculo.

Tras algo más 4h de caminata llegamos por fin al refugio de Respomuso. El último tramo se hizo especialmente duro. Llevábamos horas viendo el refugio pero éste parecía no querer hacer acto de presencia. Nuestros pies necesitaban un buen descanso antes de partir de nuevo en busca del emplazamiento de pernocta.

Tras un bocadillo caliente y mucha conversación volvimos ponernos el lastre que eran nuestras pesadas mochilas en busca de donde pasar la noche.

La zona de los Ibones Azules y la de Respomuso eran como el día y la noche. Si en una reinaba la tranquilidad, el silencio y la paz, en esta veíamos personas de toda condición, incluso a algunos que no sabían lo que era tener la boca cerrada. Aún así la belleza de sus cumbres merecía bien la pena su visita. Los picos de Llena Cantal, Piedrafita y Tebarray configuran un perfil montañoso de una belleza singular con su formas piramidales.

Decidimos acampar junto a un pequeño ibon entorno al cual una zona llana de hierba parecía ideal para pasar la noche. Con la preocupación de que un grupo mayoritario de almas adolescentes, no muy lejos de nosotros, nos dieran la noche, y con los pies doloridos, salimos a inspeccionar el terreno. Minutos antes unas nubes bajas procedentes de los valles franceses habían tapado por completo los picos con lo que buscar enclaves imaginado su posición exacta resultaba ciertamente complicado. No teníamos ningún encuadre claro en el caso remoto de que a los picos les diera por dejarse ver. La horas avanzaban y nuestra desesperación iba en aumento. Gorka y yo decidimos probar suerte marchando en dirección al refugio. Nuestra idea era buscar una localización que nos permitiera fotografiar en dirección opuesta a las picos, hacia la puesta de sol con el embalse de Respomuso como primer plano, pero sin descuidar los picos a nuestra espalda.

En un lateral del camino se nos apareció un pequeño ibón al abrigo de rocas y árboles pero abierto justamente hacia las cumbres que no dejábamos de vigilar. Al instante reconocí el lugar pues lo había visto en alguna foto cuando preparaba el viaje y ya en su momento me convencieron sus posibilidades. Este ibón es tan pequeño que no aparece ni en los mapas. El potencial y fotogenia del sitio era enorme. "Este es el sitio" le dije a Gorka. Y allí nos quedamos porque parecía que la suerte se iba a poner de nuestro lado. La nubes comenzaban a retirarse y nerviosos buscábamos nuestros mejores encuadres. Nos acordamos de Dani que un poco abatido por la situación decidió quedarse y buscarse la vida sólo en caso de que las nubes se retiraran.

Las nubes iban y venían, tapando y dejando ver los picos en su deambular. Cuando parecía que la luz de la tarde nos había definitivamente abandonado los picos comenzaron a encenderse con una luz rosada que iba ganando en intensidad. Yo sabía que estas son las situaciones donde los degradados neutros Singh-ray hacen su magia pues realzan como ningún otro filtro las tonalidades cálidas.

Única exposición y realce de rocas con otra exposición polarizada
13s @ f/22, ISO 100, Canon EF 17-40mm f/4L USM @ 23mm
GND -2 hard, polarizador, trípode

Minutos más tarde, cuando la luz ya había perdido su magia, las nubes volvían a cubrir los picos. Regresamos con la satisfacción de haber conseguido algo por lo que no dábamos un duro hacía unas horas. Pero así es la montaña, hasta el último momento no puedes dar nada por sentado y hay que estar preparado para lo que venga.

Cuando llegamos a las tiendas encontramos a Dani que, efectivamente, había salido al ver como cambiaba el panorama. El viento, mayor que el del día anterior, bajaba la sensación térmica haciendo claramente patente la sensación de frio. Un frío que bajaba los ánimos temperamentales del grupo de adolescentes que habían acampado no muy lejos. No se oía ni un ruido. Parecía que después de todo no íbamos a pasar mala noche.

De nuevo disfrutamos de otra cena caliente, aunque unos más que otros, y ya con la tripa llena Gorka nos deleitó con sus conocimientos del cielo nocturno. Nos dieron casi las 00h00 y puesto que no amenazaba lluvia decidí de nuevo acurrucarme en mi saco sin otro techo que el de las estrellas.

Lo que parecía iba a ser una noche tranquila no lo fue tanto. A las tres de la mañana unos cencerros a escasos centímetros de donde dormíamos nos despertaron. Yo sólo veía unas sombras de lo que parecía una vaca con forma de caballo. Tras unos minutos que parecieron horas o unas horas que parecieron minutos conseguimos volver a dormirnos. A la mañana siguiente entendimos lo sucedido. Un caballo, con cencerro, y unos burros se habían acercado atraídos por la bolsa de basura que había dejado fuera.

Esta vez fueron Gorka y Dani los que se marcharon en busca de las luces del amanecer y yo el que se quedó dormido en el saco. El cielo pintaba muy soso y levantarme una hora antes de la salida del sol sin tener claro hacia dónde dirigirme, más aún con la noche movidita que habíamos tenido, no me hacía mucha gracia. Media hora más tarde decidí ponerme en camino con la idea clara de captar las luces del amanecer sobre el Pico de la Forqueta (2.743m) y Pico Musales (2.654m). Mi objetivo era encontrar un entorno que aportara un primer plano interesante. Tras de mí el cielo se teñía de tonalidades rosas, pero no encontraba un emplazamiento que me encajara para inmortalizarlas. Gorka y Dani, en cambio, las aprovecharon muy bien desde el pequeño ibón descubrimos la tarde anterior.

Parecía que el sol no iba a dejarse ver pues los picos frente a mi no terminaban de coger color. Yo deambulaba colina arriba, colina abajo sin mucho éxito en mi búsqueda hasta que di con un pequeño ibón que se abría hacia las cumbres que tenía en mi cabeza. Allí mismo decidí plantar el trípode, sentado sobre la hierba, disfrutando del momento. El 17-40 no abarcaba lo suficiente así que si quería hacer algo tendría que ser en formato panorámico con varias tomas en vertical. Cuando el sol comenzó a incidir sobre los picos de la derecha comencé la sesión de fotos pero el espectáculo de luz y color sólo duró unos pocos minutos. Pronto el sol quedó tapado y las montañas frente a mi  volvieron a quedar en sombras.

Panorámica de 6 exposiciones
4s @f/22, ISO100, Canon EF 17-40mm f/4L USM @ 17mm
GND -2 hard, polarizador, trípode

No hice más fotos esa mañana, pero me sentía satisfecho. Lo que había hecho era bastante más que lo que me había imaginado. Ahora viendo la foto, pienso que casi fue una suerte que el sol se escondiera pues el único toque de luz y color que aportó confiere más fuerza y singularidad a la foto que si hubiera incidido en toda la cadena de montañas.

Tras el desayuno nos pusimos de nuevo en marcha. Teníamos por delante tres horas y 700m de bajada hasta llegar al coche y nuestros cuerpos precisamente no eran los del primer día.

En tres horas y poco antes de las 13h00 llegamos al coche de Gorka con la satisfacción de haber superado el reto que nos habíamos impuesto, con nuestras tarjetas de memoria llenas de buen material pero sobre todo, con la alegría de haber pasado un estupendo fin de semana al más puro estilo fotográfico-montañero con la mejor de las compañías.

Son este tipo de experiencias las que no se olvidan, las que perduran con en el tiempo en la cabeza de uno. Los malos ratos de dolor y sufrimiento pronto se olvidan y el único recuerdo que perdura es el de haber vivido momentos especiales e irrepetibles.

jueves, 26 de julio de 2012

De Panticosa a Respomuso con la cámara a cuestas (I)



Por fin llegaba el fin de semana tan ansiado y planificado desde hacía varios meses. El desafío, recorrer y fotografiar durante dos días con sus noches uno de los parajes más emblemáticos de los Pirineos. Cumbres de más de 3.000m se alzarían frente a nosotros remontando collados de no mucha menor altitud con desniveles acumulados de más de 1.000m. Todo ello portando, además de los enseres básicos, el equipo fotográfico.

Hacía varios meses comenté mi idea a Gorka López y a Daniel Jara y no descartábamos que Antonio M. Rua también pudiera unirse, aunque era una posibilidad remota. Mi propuesta era recorrer el GR que va desde el Balneario de Panticosa hasta el embalse de la Sarra en Sallent de Gallego. Enseguida les enamoró lo que vieron aunque éramos todos conscientes de que no iba a ser una ruta sencilla. 

Detalle del itinerario seguido (haz clic sobre la imagen para verlo más grande)

Llegó el día y tras una deliciosa comida en Sallent dejamos el coche de Gorka en el embalse de la Sarra y nos dirigimos los tres hasta el Balneario de Panticosa en el mío.

Pasadas las 15h30 comenzamos la aventura. Desde el primer momento el camino subía vertiginosamente sin darnos un respiro. Pero íbamos bien, la sed de aventura y de fotos con mágicas luces nos hacía más fuertes de lo que nos podíamos imaginar. Dos horas más tarde llegábamos a las inmediaciones del recién inaugurado refugio de Bachimaña. Descasamos no muy lejos de él, recuperamos fuerzas y minutos despues estábamos ya encamino para afrontar el último tramo hasta nuestro destino aquella tarde. Entorno a las 19h00 llegamos al Ibón Azul Superior tras superar un desnivel total acumulado de más de 800m con más de 16kg en nuestras espaldas.

HDR de 4 exposiciones con LR/Enfuse
1/80, 1/160, 1/320, 1/640 @ f/6.3 ISO400
Canon EF 17-40mm f/4L USM @27mm, Polarizador, trípode

El lugar no podía ser más fabuloso. Un extenso manto verde a orillas de un tranquilo lago de montaña se extendía ante nosotros rodeados de varios tresmiles como los imponentes Picos del Infierno (3.083m) o el fotogénico pico Piedrafita (2.959m) que tenía en mente inmortalizar con sus mejores galas. En la distancia el mítico Vignemale (3.298m) también se dejaba ver.

Estábamos solos, todo para nosotros, y las nubes en el cielo hacían presagiar buena noche pero a la vez buenas luces.

Dani y Gorka montaron sus tiendas. Yo, si las condiciones no empeoraban dormiría directamente bajo el manto estrellado del cielo nocturno.

A diferencia del montañero, el fotógrafo tras montar la tienda no descansa. Enseguida nos dispusimos a reconocer el terreno en busca de los mejores enclaves para recibir las luces de la tarde olvidándonos del dolor de pies y cansancio de piernas.

Gorka me hizo notar una pequeña cascada en uno de los meandros que alimentan el ibón. En cuestión de décimas de segundos sabía que ahí había foto. El pequeño salto de agua y el pico Piedrafita como telón de fondo configuraban una escena de lo más sugerente.

Mientras Gorka y Dani se perdían subiendo y bajando entorno al ibón yo me quedé como atrapado ensayando ideas que me iban surgiendo. Tenía claro desde antes de iniciar el recorrido que una de las fotos que tenía que intentar hacer era una con velocidades lentas difuminando el movimiento de las nubes. Por como éstas se movían sobre el pico Piedrafita parecían las candidatas ideales. Así que empecé a hacer uso del filtro de densidad neutra viendo el efecto que conseguía. Las luces aún no eran buenas pero había que ir calentando motores.

Decidí explorar otras localizaciones pero en mi cabeza estaba la pequeña cascada. Cuando la luz comenzó a ponerse interesante volví a ella y tras varias exposiciones de 1 min conseguí inmortalizar una de las más bellas luces que mi cámara ha captado.

Blending de 3 exposiciones a partir de una única toma
60s @ f/22, ISO200, Canon EF 17-40mm f/4L USM @ 20mm
Filtro ND -3 pasos, GND -2 hard, polarizador, trípode

Ya era prácticamente de noche y una cena caliente nos esperaba antes de disfrutar de nuestra primera noche en la montaña.

Un cielo sin nubes aún animó a Gorka a intentar inmortalizar la vía láctea antes de entregarse al sueño. Con su 16-35 f2.8 lo tenía más fácil que yo que, con mi 17-40 f4, ni siquiera lo intenté. 

Nos esperaba un día interesante a la mañana siguiente y había que tratar de recuperar fuerzas así que no tardamos mucho en dormirnos, a pesar del pequeño susto que nos dio Dani porque parecía que la cena estaba causando estragos en su estómago. Finalmente todo quedó en un pequeño susto.

Tras una tranquila noche, sin lluvia, sin viento y con temperaturas nada frescas teniendo en cuenta que estábamos a 2.400m sonaron los despertadores. Yo, que dormía fuera, fui el primero en ver que ya 45min antes de la hora prevista para la salida del sol, las nubes habían adquirido unas suaves tonalidades anaranjadas. Minutos más tarde y aún con legañas en los ojos ya estábamos dando rienda suelta a nuestro buen hacer fotográfico.

En dirección a la salida del sol, la nubes lejos de coger más intensidad estaban palideciendo y el perfil montañoso a contraluz no me seducía. A mis espaldas el macizó del Infierno se reflejaba en el espejo que era el ibón y los tonos rojizos de sus vetas cobraban más intensidad con la tenue luz del alpen glow. Una panorámica de varias tomas cogiendo el macizo y su reflejo era lo que demandaba aquella escena. En la última toma de la serie Gorka se encontraba en el cuadre y lejos de pedirle que se apartara decidí incluirlo pensando que la figura humana aportaría sensación de escala y humanidad.

Panorámica de 5 exposiciones
8s @f/14, ISO100, Canon EF 17-40mm f/4L USM @ 20mm
Polarizador, trípode

Las mismas situaciones de la tarde anterior se repetían. Gorka no paraba de ir de un lado a otro inmortalizando cada bello rincón que encontraba a su paso. Dani, de forma más pausada buscaba su encuadre y momento mágico. Pronto las primeras luces comenzaron a pintar de rojo los Picos del Infierno. A pesar del bello espectáculo no encontraba una composición que me sedujera. Mirando hacia el Vignemale en dirección a la salida del sol, mis ojos dieron con una escena que se me hizo familiar, quizás inmortalizada por la cámara de otro fotógrafo en algún otro punto del planeta. Sea como fuera sabía que todo confluía para conformar una buena foto.

HDR con HDR Efex pro + Blending de 4 exposiciones a partir de una única toma
4s @ f/20, ISO 100, Canon  EF 24-105mm f/4L IS USM @ 24mm
GND -2 hard, polarizador, trípode

Acabado el espectáculo cuando la luz había perdido prácticamente su magia era el momento de un café calentito y unas barritas. Nos esperaban más de 300m de subida por terreno de piedra suelta y casi 800m de bajada hasta llegar al refugio de Respomuso.

Cómo transcurrió la jornada y lo que dio de sí fotográficamente lo podéis leer AQUÍ.

lunes, 11 de junio de 2012

Combinando varias exposiciones para minimizar el movimiento de los primeros planos


A menudo se nos presentan situaciones en las una sola exposición es suficiente para inmortalizar la escena que tenemos frente a nuestros ojos. En otras no queda más remedio que hacer varias exposiciones y combiarlas ya en casa para lograr el resultado deseado.

Situaciones habituales en las que esto sucede se dan cuando el rango dinamico de luminosidad excede las capacidades del sensor de la cámara o cuando queremos conseguir profundidades de campo mayores que las que nos impone la técnología actual, técnica de la que ya he hablado en alguna ocasión y que se conoce como "focus stacking".

Una tercerá situación en la que combinar multiples tomas nos permitirá capturar escenas hace años imposibles se da cuando queremos congelar el movimiento de algún plano de la imagen, típicamente el primer plano cuando el viento hace acto de presencia, en situaciones donde trabajamos con diafragmas muy cerrados por requerir grandes profundidades de campo.

Imaginemos que queremos inmortalizar las primeras luces sobre el pico que se levanta ante nosotros. Como primer plano elegimos unas fotogénicas flores a escasos centimetros de nuestro objetivo que no paran de moverse por el viento. Utilizamos un diafragma lo más cerrado posible para mantener a foco tanto las flores como la montaña y un ISO bajo para minimizar el grano. La velocidad que obturación a utilizar, con mucha seguridad, no será lo suficientemente elevada como para que las flores no nos salgan movidas. Si queremos congelar las flores tenemos que aumentar la velocidad de obturación pero a un precio, trabajar con profundidades de campo bastante más reducidas y utilizar ISOs elevados que prejudicarán la calidad de la imagen final.

¿Cuál es la solución? hacer dos exposiciones diferentes del mismo encuadre. La primera de ellas con punto en enfoque en el plano medio y con valores de diafragma que nos aseguren un enfoque hasta el infinito con ISOs bajos. Y una segunda exposición con velocidades altas, un ISO alto y una profundidad de campo reducida enfocando en el primer plano y asegurando el foco al menos hasta el plano medio.

A la hora de elegir los valores para la segunda toma lo que hay que asegurar es que el valor de exposición (valor EV) en ambos casos coincida y minimizar correcciones en tiempo de post-procesado. Si tenemos práctica lo podremos hacer mentalmente. Si no siempre podremos tirar de alguna calculadora para el móvil tipo PhotoBuddy o una tabla de valores impresa. 

Hecho esto (que es lo más dificil) es facil combinar, ya en casa, ambas tomas en Photoshop con el uso de máscaras para lograr la foto final deseada.

La siguiente foto, tomada en una escapada fugaz este pasado fin de semana, es un ejemplo de la técnica descrita en la que se han combinado dos exposiciones para asegurar que la hierba no salía movida y el fondo salía enfocado. 

Parque Natural de Peñalara, Madrid
Canon EOS 5D Mark II, Canon EF 17-40mm,
filtros degradado neutro -2 hard, poalizador y trípode.
Dos exposiciones: f/22, 5s, ISO 100 y f/7.1, 1/15s, ISO 800


jueves, 17 de mayo de 2012

Nueva foto en National Geographic Viajes

En el próximo número de junio, 147, de la revista National Geographic Viajes podéis encontrar casi a doble página la foto que acompaña esta entrada.


La historia entorno a esta fotografía y a otras más que tuve oportunidad de hacer en mi primera visita a la Costa Quebrada la podéis encontrar en esta entrada


viernes, 27 de abril de 2012

Fotografía de paisaje y niños


Desde que en el año 2006 nació mi primer hijo el tiempo que puedo dedicar a la fotografía es cada vez más escaso pero de una manera u otra siempre encuentro un huecos y momentos en los que sumergirme en mi pasión. Bien con alguna escapada de fin de semana, en solitario o con algún otro amante (léase loco) de la fotografía, bien con escapadas matutinas y bastante fugaces desde casa o cuando hacemos algún viaje en familia.

Tengo ya muy claro que viajar en familia con niños pequeños no está en absoluto reñido con  la fotografía de paisaje pero es necesario tener las ideas muy claras mucho antes de emprender el viaje.

Es cierto que estaremos mucho más limitados que quienes no viajan con niños, las oportunidades fotográficas serán mucho menores, en ocasiones nos tendremos que contentar con captar únicamente con nuestros ojos bellos atardeceres pero aún así, con una buena preparación y planificación del viaje, podremos maximizar nuestras posibilidades fotográficas y volver a casas con grandes fotos.

El objetivo que siempre me marco es doble. Por un lado seguir manteniendo un mínimo de calidad en mi trabajo pero a la vez dedicar a los nuestros todo el tiempo que merecen. ¿Cómo conseguir esto? El viejo dicho "divide y vencerás" tiene aquí más aplicación que nunca. Tanto la fotografía como la atención que precisan nuestros hijos pequeños requieren estar con los cinco sentidos y solapar ambas situaciones no hará más que dar al traste con cualquier intento de hacer las cosas bien.

Si algo he sacado en claro después de varios años es que si tenemos en mente una serie de pautas tendremos muchas garantías de volvernos casa, no con muchas fotos, pero si de calidad y con la satisfacción de haber aprovechado el viaje en lo que al aspecto fotográfico se refiere. Así pues mis consejos son:
  1. Planifica el viaje teniendo muy claro que los ratos que dediquemos a la fotografía de paisaje interfieran lo menos posible con los minutos que dediquemos a nuestra familia.
  2. Como parte de la planificación del viaje trata de recopilar la máxima información que puedas del lugar que pretendes visitar. Consulta a otros fotógrafos que conocen la zona, busca en Internet fotos que te descubran enclaves con potencial, etc. El objetivo es inspirarte y familiarizarte lo mas posible con uno o dos sitios con posibilidades. Si el destino elegido no te inspira busca otro o es difícil que regreses del viaje con fotos que consideres decentes.
  3. Los momentos más idóneos se dan en los límites del día y la noche, precisamente cuando los pequeños suelen estar durmiendo o a punto de irse a la cama. Los amaneceres serán los momentos más propicios para trabajar en soledad. Los atardeceres pueden ser más problemáticos, porque pueden coincidir con la hora de la cena. Una tercera opción, si tu pareja lo consiente, puede ser salir ya de noche en busca de escenas nocturnas.
  4. Estudia con antelación las horas de salida y puesta de sol. Por dónde saldrá y se ocultará y lo mismo para la luna. En caso de que la zona a visitar sea costera consulta las tablas de mareas y cómo pueden influir en las fotografías que piensas hacer. 
  5. Trata de buscar un alojamiento cercano al sitio a fotografiar. En unos 30-45 min, como mucho, debería permitirte llegar facilmente al lugar elegido. Con ello te aseguras que estarás de vuelta para desayunar con tus peques. Cerciórate antes de salir que en horas fuera de las habituales no hay problemas para salir o entrar del sitio donde te hospedas.
  6. Trata de organizar excursiones con los peques a las zonas elegidas para tener una primera toma de contacto con el lugar y tratar de pensar en posibles encuadres. Llegar de noche a un sitio que no conoces no suele ser muy recomendable y en la mayoría de las ocasiones será el factor determinante entre quedarte en la cama o vencer al Sr. Sueño.
  7. Trata de tener ya varias ideas preconcebidas en tu cabeza antes de salir a hace fotos.  Eso no significa que debas perseguir de forma ciega esas fotos soñadas pero supondrán un incentivo vital para salir con la dosis de ánimo e inspiración que hacen falta sobre todo si pretendemos escaparnos de madrugada.
  8. Durante el tiempo que estes con tu familia no dejes de hacer fotos, pero esta vez centra tu atención en los más pequeños. De esta forma continuarás engrasando el sentido de la percepción fotográfica pero enfrentándote a otros retos.

Conseguir fotos de mis hijos en una situación inusual o con unos gestos llamativos me sigue llenando de satisfación tanto o más que la fotografía de paisaje.

Con todo ello no hay nada asegurado, pero si algo puedo afirmar es que el nivel de planificación previo al viaje y la motivación que tengamos serán determinantes a la hora de volver satisfechos del viaje en lo familiar y en lo fotográfico.

Casi todas estas recomendaciones pueden también aplicarse en viajes sin niños con el fin de no machacar a nuestros acompañantes si no son muy devotos de la fotografía. No hay nada peor que estar aguantando a un pelmazo que dedica más 10min a cada foto. Y no hay nada más desesperante que hacer las fotos con prisas sin dedicarle todo el tiempo que merecen para no enfandar a quien nos está esperando.

Os dejo, a continuación ejemplos de fotos (muchas de ellas ya publicadas en este blog) que he conseguido en escapadas familiares viajando con los peques durante estos últimos años.

Foto tomada al atardecer en la playa de Liencres en Cantabria. Por la mañana aprovechando un paseo familiar descubrí el potencial de esta playa. Con programas como Google Earth o TPE pude averiguar exactamente por dónde se iba a poner el sol al atardecer. El amanecer en esta playa no ofrece tantas posibilides como el atardecer en el mes de abril. Esa misma tarde volvimos a la playa, pero esta vez ya trípode en mano. Tras localizar un encuadre con potencial pedí a mi pareja 10min de concentración total. Esta foto se ha publicado en varios medios y ha ganado algunos de los más prestigiosos concursos de fotografía a nivel nacional (relato ampliado).


Durante la preparación del viaje al Valle de Tena, pregunté por sitios con posibilidades no muy lejos de Sallent de Gallego, donde nos alojábamos, a mi buen amigo y fotógrafo Jesús Arranz. Uno de los recorridos que me sugirió no estaba a más de 15 minutos en coche y media hora andando por una ancha pista forestal. Días antes de tomar esta foto una excursión familiar me permitió tener una toma de contacto con el sitio y con el recorrido. Dos días seguidos me levanté a las 5:30 de la mañana hasta obtener esta foto que tantas alegrías me ha dado. También ha sido publicada en libros y revistas y ha ganado varios concursos de fotografía nacionales (relato ampliado).


La elección de unas vacaciones en la Costa Brava no fue del todo casual, pues tenía claro el potencial de esta zona del Mediterraneo. A poco que se busque en Internet son cientos las fotos que aparecen, en muchos casos con grandes niveles de calidad. Estaba claro que las mejores posibilidades las tendría al amanecer y varias escapadas en los diez días que pasamos allí me permitieron conocer bastante bien tres de las muchas calas con las que cuenta esta costa a tan sólo 15 minutos del hotel donde nos alojábamos. Esta foto en cuestión, de la playa de Belladona, la previsualicé el día anterior cuando ya estaba próximo a regresar al hotel y la luz del sol ya había perdido parte de su magia. Al día siguiente volví dispuesto a inmortalizar la imagen que tenía en mi cabeza. Esta foto aparecerá publicada próximamente. Ya os avisaré.


La playa de Benijo es un lugar que ningún fotógrafo de paisaje puede pasar por alto si visita la isla de Tenerife. Puesto que estaba bastante lejos de donde nos alojábamos no era una opción visitarla con antelación en solitario. No quedaba más remedio que visitarla en familia y ajustar la hora de visita a los momentos más propicios del atarceder. Sólo iba a tener una oportunidad de volverme con una foto de este sito, así que había que aprovechar el momento. Media hora antes de la puesta de sol llegamos a la playa trípode en mano. Tenía muy claro por donde se iba a poner el sol por el estudio previo que había hecho de la zona. A la carrera me separé de mi mujer y mi hijo buscando algo que me llamara la atención. Encontré una roca medio sumergida que convertí en protagonista del único encuadre que me dio tiempo a trabajar antes de que se ocultara el sol. Esta foto estará presente hasta el 2020 en la portada del mapa de la isla que distribuye Tenerife Pearl (relato ampliado)

Con una niña recién nacida y un niño de casi tres años optamos en agosto del 2009 por pasar una semana de vacaciones en Cantabria. Semanas antes de salir estudié bien la posibilidades de la costa Cantabra y lo que vi de la Costa Quebrada me llamó poderosamente la atención. Lo siguente fue buscar una alojamiento no muy lejos de esa zona. Finalmente di con uno que a pocos minutos andando me permitía situarme a los pies de acantilados y urros y en poco más de cinco minutos en coche llegar a otras calas de la zona. En una semana me escapé cuantro mañanas visitando distintos enclaves de este litoral. El último día, con un pronóstico no muy favorable, pues anunciaban lluvias volví a salir temprano y pude llevarme a casa una de las mejores fotos de costa que he hecho hasta la fecha (relato ampliado).
Durante dos Semana Santas consecutivas he tenido la oportunidad de visitar la costa gaditana con Elena y lo niños. El año pasado no encontré el tiempo necesario para buscar información sobre puntos con interés fotográfico. El resultado fue volverme a casa con la tarjeta vacia. Este año, decidí no cometer el mismo error y entre los muchos lugares que localicé bucando en webs como Flickr o Panoramio, la zona del Cabo Trafalgar era una muy buena candidata aunque presentaba dos potenciales problemas. Por una parte estaba como a una hora de donde nos alojábamos (ya que repetimos el mismo alojamiento del año anterior) y por otra no era un sitio muy aconsejable para el amanecer en esta época del año por lo escorado hacia el interior que salía el sol. Pero era esta zona o volverme de nuevo a casa sin fotos. Dos días antes de esta imagen visité el lugar con la familia con lo que puede hacerme una muy buena composición del lugar. De los sitios exactos que presentaban buenas posibilidades y cuál era el camino que tendría que hacer de noche. El día elegido para hacer la foto había pronóstico de cielos casi despejados pero por suerte las nubes fueron las principales protagonístas. Una marea baja dejaba a ras de agua mil y una combinaciones distintas de lineas sinuosas de rocas cubiertas de verdín. Pocos minutos antes de que el sol hiciera su aparición la nubes se tiñeron de sangre para, minutos más tarde, volver a ocultarse para ya no aparecer. A las 9:30 de la mañana ya estaba de vuelta justo cuando los peques comenzaban a despertarse.

Espero que estas experiencias y consejos os animen a salir cámara y trípode en mano, sobre todo si tenéis niños pequeños. Recordad que la perseverancia y una buena planificación previa es la clave para asegurar el éxito.

viernes, 10 de febrero de 2012

Maravillas heladas


Se ha hecho esperar pero el invierno por fin ha llegado y espero que para quedarse una buena temporada.

De las cuatro estaciones, es claramente la que más me atrae y me seduce como fotógrafo de paisaje, pero al mismo tiempo es la más dura de todas.

¿Pero por qué esa atracción? Si algo me atrae de la fotografía es esa búsqueda continuada de la belleza escondida,  a veces como escenas y situaciones inusuales que sólo una mirada atenta, sensible y entrenada es capaz de descubrir o bien momentos futiles que no duran mas que unos pocos segundos y que sólo a través del sacrificio, pasión incombustible y una depurada técnica es posible inmortalizar. Sea como fuere el resultado final son siempre imagenes que habitualmente no se reconocen como reales.

El invierno, más que ninguna otra estación del año, transforma un paisaje cotidiano en algo singular y único. Esa capacidad de transformación, de revelar una belleza que pocos son capaces de contemplar con sus propios ojos, pues dónde mejor se está que al calor de nuestro hogar, ¿verdad?, allana el camino que todo fotógrafo sigue en su búsqueda implacable de registrar instantes y escenas únicas en el tiempo y el espacio.

Pero la magía del invierno no se revela de forma gratuita. Quien desee vislumbrarla deberá estar mentalizado y preparado para pasar más penurias que en niguna otra estación del año.  Resulta básico prestar tanta atención, si no más, a la vestimenta que llevemos como al equipo fotógrafico pues de ello depende que nos olvidemos del frío para concentrar todas nuestras energías en inmortalizar lo especial del entorno.
Canon EOS 5D Mark II, EF70-200mm f/4L USM +1.4x, Polarizador, trípode
0.6s @ f/29 ISO 400

En mi última escapada en plena ola de frío, a penas sentí los -8ºC que me acompañaron toda la mañana mientras remontaba el curso helado de un pequeño riachuelo de montaña en plena sierra madrileña. Aquella mañana la recordaré no por el frío sino porque a cada paso que daba mi mente conectaba con cada roca, cada copo de nieve y cada pedazo de cristal helado buscando patrones, composiciones y formas inusuales. Fue una mañana pausada, de encuentro con uno mismo que disfruté con la máxima intensidad. ¡Que distinto es este tipo de fotografía de la que se hace en momentos previos a un amanecer, donde el estrés se apodera de todo tu cuerpo, donde sabes que cada segundo es crucial. Esa mañana la luz no cambiaba a penas y puede permitirme el lujo de fundirme sosegadamente con el entorno.

Canon EOS 5D Mark II, EF70-200mm f/4L USM, Polarizador, trípode
4s @f/25 ISO400

Ya estoy deseando volver a ser testigo de otro mágico espectáculo que las nieves de estos días me están preparando. Pero para esta ocasión me entregaré al éxtasis  y voragine de las luces cambiantes en la montaña.