lunes, 12 de noviembre de 2012

Otoño en el Valle de Ansó


Llega el otoño y los fotógrafos inundamos los valles tratando de inmortalizar los bellos colores que nos regala de forma efímera esta estación del año.

Cada cual elige un destino y unas fechas con la esperanza de acertar con el momento álgido del colorido otoñal. Acertar es más una lotería que una ciencia, pero la esperanza es lo que nos mantiene vivos.

En mi caso, los días elegidos no podían ser otros y a juzgar por ocasiones anteriores todo hacía pensar que la suerte iba a estar de mi lado.

Hacía un par de años, coincidiendo con un taller que impartí en el Valle de Hecho, visité por primera vez el Valle de Ansó pero las exigencias del guión en aquella ocasión me impidieron dedicarle el tiempo que se merecía. Este año era una buena ocasión para volver a visitarlo. Preparando la escapada, semanas antes de partir, descubrí enclaves que no sabía ni que existían, como la sierra de Alano, auténtica muralla de roca que une Zuriza con la Selva de Oza, y con la Punta del Achar (2.075m) destacando en belleza sobre el resto de cumbres.

Las ideas y planes eran muchos, más de los que podíamos abarcar en los dos días que íbamos a estar, mi hermano Carlos y yo, por allí. Pero en última instancia, el tiempo y el estado del otoño jugarían un papel clave a la hora de tomar decisiones. Soy un tipo de fotógrafo que me siento más relajado y seguro de mi mismo si en mi mochila aparte del equipo fotográfico guardo ideas de enclaves, tipos de tomas y técnicas que puedo poner en práctica. Aún así, siempre dejo que la naturaleza me sorprenda con escenas, luces y situaciones inusuales que no había ni siquiera imaginado.

Aunque el otoño es quizás la estación más agradecida para fotografiar en cuanto condiciones meteorológicas se refiere, si los colores no están en su momento óptimo las fotos que se pueden conseguir pierden muchos puntos.

Llegamos a Zuriza por la tarde pero aún con luz suficiente para comprobar cómo el calor de las últimas semanas y la falta de agua estaban pasando factura. El otoño claramente se estaba retrasando pero por suerte el entorno de Zuriza, donde pasaríamos las próximas dos noches, era el que presentaba mejor colorido aunque no el óptimo. En cotas más bajas predominaba el verde en muchas zonas. A más altura en dirección al refugio de Linza, el otoño comenzada a estar pasado. Estaba, pues, claro cuál iba a ser nuestra área de acción.

Prácticamente todas las fotos que os voy a mostrar a continuación, a excepción de una, fueron tomadas a los pies de la sierra de Alano en distintos puntos a lo largo del valle, o también llamado barranco, de Petraficha.

Canon EOS 5D Mark II, Canon EF 24-105
f/4L IS USM, Degradado Neutro -2 Hard,
Polarizador, Trípode
La tarea principal de nuestra primera tarde fue la de explorar la zona de cara al atardecer y al amanecer del día siguiente. Durante este trabajo de reconocimiento a un lado de la carretera me llamaron la atención dos imponentes tejos que, como guardianes, parecían estar al cuidado de las cumbres que se alzaban tras ellos. La luz no me disgustaba del todo y el carácter pictórico que confería a la escena me animaron a trabajar varios puntos de vista. En el procesado de esta foto se han suavizado las tonalidades azules de las montañas, en cierto modo debidas al efecto del degradado neutro, y se ha aplicado un ligero efecto Orton para acentuar el carácter pictórico de la escena.

Canon EOS 5D Mark II,
Canon EF 70-200 f/4L USM, Trípode
Una de las fotos que tenía en mente antes de salir de casa, una vez tuve claras la fase, hora y ángulo de salida de la luna en los días que íbamos a estar, era la de la Sierra de Alano a la luz de la luna. Sólo hacía falta un cielo despejado. Por fortuna la misma noche de nuestra llegada y antes de que la borrasca entrara el jueves pudimos disfrutar de una noche estrellada con los "dientes" de la sierra de Alano tal y como me los había imaginado. Con el fin de maximizar la calidad de la foto final hice dos tomas, sin variar el encuadre, que luego combiné en Photoshop. Una a ISO 1600, 15s@f/4 para el cielo estrellado y otra a ISO 800, 4min@f/4 para las montañas.

Canon EOS 5D Mark II, Canon EF 17-40
f/4L USM, Degradado Neutro -3 Hard
movido con la mano, Polarizador, Trípode
La idea de retratar Punta Abizondo (1.673m) era otro de los objetivos, pero con su hermano mayor Peña Ezcaurri (1.860m). Esa mañana el cielo empezaba a estar cubierto por lo que la salida del sol no iluminó Peña Ezcaurri, como yo deseaba. Al no mostrar su mejor cara decidí quitarlo del encuadre concentrándome en su hermano pequeño, que en otoño un manto ocre cubre casi por completo sus laderas. Tímidamente las nubes comenzaron a coger algo de color y sabía que esa ocasión era difícil que volviera a repetirse ese día. Localizada un roca con cierta fotogenia y aderezada con el espuma del fluir del agua no fue difícil capturar unas luces que no volvieron a darse ninguno de los días siguientes que allí estuvimos. El procesado de la foto no tiene ningún ajuste especial más allá de los típicos de contraste y saturación potenciando ligeramente los reflejos dorados sobre el agua.

Canon EOS 5D Mark II, Canon EF 70-200 f/4L USM,
Polarizador, Trípode
La vistosidad del valle de Petraficha en otoño hace que quieras subir y subir por sus laderas con el fin de obtener una buena toma de todo el valle con la Sierra de Alano como telón de fondo. Esa mañana la luz era bastante mala para conseguir una perspectiva general haciendo justicia a lo que veían mis ojos. Son en momentos como esos cuando uno se aleja de ideas preconcebidas y deja volar libremente la mirada y la atención hasta encontrar matices y detalles que le atrapen. A mí, enseguida, me engatusaron las formas de la Punta del Achar, pero casi más la alternancia de grises y dorados que parecían bañar en oro las laderas de esta parte de la sierra. Los tonos ocres de la masa forestal constituían el broche perfecto. Decidí, pues, jugar con el 70-200 concentrándome en los colores y en las formas, introduciendo en el encuadre una lengua de ladera desnuda de árboles que, en cierto modo, imitaba en forma a la Punta del Achar. En el procesado de la foto tuve que contrastar bastante para que los colores cogieran fuerza y personalidad. Saqué también detalles a un cielo plomizo y aparentemente sin texturas y potencié los dorados y ocres para hacerlo fiel a lo que mis sentidos captaron.

Canon EOS 5D Mark II, Canon EF 17-40 f/4L USM,
Degradado Neutro -3 Hard 
movido con la mano,
Polarizador, Trípode
Siguiendo el recorrido por la carretera que discurre a lo largo del valle de Petraficha se llega a un parking junto al cual discurre un arroyo que, entre saltos y pequeños meandros, ofrece una vista que conjuga una extensión abierta del barranco con hayedos no muy lejos de sus orillas y como telón de fondo el inconfundible perfil de la omnipresente Sierra de Alano. Tras estudiar y recorrer la zona durante varias horas no fueron muchos los puntos de vista con la sierra al fondo que fotografié pues no terminaban de convencerme. Lo que perseguía era poder combinar los tres elementos (agua, vegetación y roca) de forma equilibrada, pues en cierto modo los tres eran protagonistas por igual de aquel lugar. Para dar mayor dinamismo a la toma huí de velocidades lentas que hicieran perder textura al agua y utilicé velocidades entorno al medio segundo. Un punto de vista bajo potenciaba la zona del arroyo a la vez que restaba protagonismo a las zonas de hierba que no hacían más que "ensuciar" el mensaje visual que quería transmitir. En tiempo de post-procesado, de nuevo, fui capaz de extraer volumen y texturas a un cielo blanco y triste y potenciar las texturas del agua.

Canon EOS 5D Mark II, Canon EF 70-200 f/4L USM+1.4x,
Lente de aproximación Canon 500D, Polarizador, Trípode
En mi deambular por el cauce del río un par de hojas solitarias, que casi parecían querer aferrarse a la roca para no verse arrastradas por la corriente, me llamaron poderosamente la atención. En cierto modo parecían simbolizar que el fin de otoño había llegado para ellas. El encuadre lo vi claro desde el primer momento, dejando los dos únicos puntos de color que eran las hojas, en una de las esquinas de la toma y rellenando el encuadre con la roca de tonos grises. Para rematar la toma sólo había que tener presente que, debido a la escasa profundidad de campo utilizada, haría falta realizar varias exposiciones variando el punto de enfoque y combinarlas posteriormente en PS. De esta forma se conseguiría mantener enfocada toda la pared de roca. Un oscurecimiento gradual de la esquina superior derecha en PS permitió restar importancia a los tonos claros de la roca y otorgar el protagonismo merecido al par de hojas.

Canon EOS 5D Mark II, Canon EF 70-200 f/4LUSM+1.4x,
Polarizador, Trípode
A pesar de no habernos causado una impresión del todo favorable los alrededores del refugio de Linza la tarde que llegamos a Zuriza, decidimos darle una nueva oportunidad y a media mañana abandonamos el barranco de Petraficha y nos dirigimos hacía el bosque de Gamueta, situado justo enfrente del refugio. Nada más bajar del coche, en el inicio del sendero que rodea todo el bosque, me llamó la atención el juego de hielo y hojas atrapadas que teníamos justo a nuestros pies. Unos simples charcos pueden ser motivos suficientes para ejercitar nuestra creatividad durante un buen rato como de hecho así ocurrió, pues calculo que un metro cuadrado nos mantuvo ocupados cerca de una hora desentrañado esa belleza escondida que sólo se revela a los ojos del fotógrafo que sabe observar. Ésta fue la última foto que realice en el charco helado y es quizás la que más me gusta por el trío singular de formas, texturas y colores que combina. Lo que siguió esa tarde fue una lluvia persistente que nos obligó a retirarnos al lugar de pernocta hasta la mañana siguiente. En el procesado de la foto se ha acentuado levemente las tonalidades oscuras de la roca y se ha añadido un ligero viñeteo para centrar la mirada en el centro del encuadre.

Canon EOS 5D Mark II, Canon EF 24-105 f/4L IS USM,
Degradado Neutro -3 Hard 
movido con la mano,
Polarizador, Trípode
Las predicciones meteorológicas anunciaban para la zona de Zuriza una mejoría notable para la mañana de nuestro último día y las expectativas de conseguir buenas luces eran más bien altas. La realidad fue bien distinta. Las nubes seguían ancladas a los picos y el sol fue incapaz de penetrarlas. Apenas saqué la cámara durante las horas del amanecer. Tras el desayuno y despedida del lugar de alojamiento decidimos volver a intentar una vista elevada del valle, pues las cumbres estaban algo cubiertas de nieve y las hacía algo más atractivas. Mi intención era buscar un encuadre que de alguna forma condujese la mirara del espectador por el valle teniendo cuidado de no incluir la carretera. Tras unos minutos de andar ladera arriba, ladera abajo di con lo que quería. El sol tímidamente se dejaba intuir para segundos más tarde volver a desaparecer. Afortunadamente pude incluir como intentaba hacerse hueco entre las nubes en una par de tomas dando protagonismo a una parte del encuadre que de otra forma hubiera resultado muy plano y soso. La foto pedía a gritos un procesado que potenciara un efecto "glow" que confiriera una ambientación mística como de valle de cuento de hadas. Así veía yo la foto y la acciones de procesado posteriores que tomé se encaminaron hacia este propósito. Jugando con un par de filtros del plugin de Photoshop Color Efex Pro de Nik Software conseguí acercarme mucho a lo que veía en mi cabeza.

Ese día no hice prácticamente más fotos. Nos encaminamos hacia el Valle de Hecho por los buenos recuerdos que tenía, pero la desilusión se hizo presa de mi cuando comprobé que su belleza distaba de la que había contemplado otros años. Los rojos no habían aún aparecido y los amarillos se acercaban más a los verdes. Tengo que reconocer que la sensación de asombro que me causó las dos veces anteriores que lo visite no se manifestó en esta ocasión.

A media mañana partimos rumbo a casa sin apenas haber sacado la cámara ese día, con la sensación de que el otoño no había mostrado su mejor cara, pero con la satisfacción de haber hecho todo lo posible para sacar el máximo partido al lugar y las pilas recargadas después de haber disfrutando a tope de naturaleza y la montaña.