martes, 31 de julio de 2012

Nueva foto en National Geographic Viajes


En el próximo número de agosto, 149, de la revista National Geographic Viajes podéis encontrar casi a doble página la foto que acompaña esta entrada.



Disfrutad del verano y reponed fuerzas de cara al próximo otoño e invierno!!



domingo, 29 de julio de 2012

De Panticosa a Respomuso con la cámara a cuestas (II)


Si quieres saber que dio de sí la jornada anterior desde el Balneario de Panticosa hasta los ibones Azules pincha AQUÍ

El tramo de subida desde el Ibón Azul Superior (2.400) hasta el cuello de los Infiernos (2.721m) a pesar de atravesar un par de neveros y discurrir por terreno muy empinado de piedra suelta transcurrió sin problemas. Al llegar collado se nos apareció el ibón de Tebarray (2.700m) cuya visión no puede ser más sobrecogedora, rodeado de paredes de roca suelta como si de un gran embudo se tratase. Los picos del Infierno (3.083m), Tebarray (2.916m) y Piedrafita (2.959m) son los tres guardianes que celosamente vigilan este ibón. 

Ibón de Tebarray con el pico del mismo nombre a su derecha
1/50s @ f/8, ISO 100,  Canon EF 17-40mm f/4L USM @ 17mm
Polarizador, sin trípode

Una vez rodeamos el ibon y según llegamos al siguiente collado, el cuello de Tebarray (2.782m), la cosa se iba complicando teniendo que hacer uso de las manos para llegar hasta arriba. Esto sólo era el principio de lo que nos esperaba. A partir de ese momento todo era bajada hasta el refugio de Respomuso. El problema era que desde el collado mirábamos abajo buscando el camino y sólo se veía un precipicio. Pensamos que no era para tanto pero una vez en marcha vimos que si lo era. Quien más quien menos bajo de culo pues el mínimo error con el peso que cargábamos hubiera sido fatal.

Desde el primer momento de preparar la travesía sabía que este iba a ser el punto más conflictivo de toda la ruta. Además Gorka iba tocado de la rodilla ya antes de iniciar el recorrido el día anterior y en Dani también era su punto débil.

Despacito y con buena letra superamos el tramo más complicado de toda la travesía hasta alcanzar desniveles más seguros. A lo lejos ya se veía el Refugio de Respomuso bajo el coloso Balaitus (3.144m), pero antes teníamos que llegar al ibón de Llena Cantal. En otra época del año hubiera sido buena idea pasar la noche cerca de este ibón para captar el reflejo del Balaitus con las luces del amanecer o atardecer sobre él, pero su orientación al norte hace que en verano el sol le pille a contraluz. Este mismo sitio durante la primavera, con el deshielo tiene que ser un espectáculo.

Tras algo más 4h de caminata llegamos por fin al refugio de Respomuso. El último tramo se hizo especialmente duro. Llevábamos horas viendo el refugio pero éste parecía no querer hacer acto de presencia. Nuestros pies necesitaban un buen descanso antes de partir de nuevo en busca del emplazamiento de pernocta.

Tras un bocadillo caliente y mucha conversación volvimos ponernos el lastre que eran nuestras pesadas mochilas en busca de donde pasar la noche.

La zona de los Ibones Azules y la de Respomuso eran como el día y la noche. Si en una reinaba la tranquilidad, el silencio y la paz, en esta veíamos personas de toda condición, incluso a algunos que no sabían lo que era tener la boca cerrada. Aún así la belleza de sus cumbres merecía bien la pena su visita. Los picos de Llena Cantal, Piedrafita y Tebarray configuran un perfil montañoso de una belleza singular con su formas piramidales.

Decidimos acampar junto a un pequeño ibon entorno al cual una zona llana de hierba parecía ideal para pasar la noche. Con la preocupación de que un grupo mayoritario de almas adolescentes, no muy lejos de nosotros, nos dieran la noche, y con los pies doloridos, salimos a inspeccionar el terreno. Minutos antes unas nubes bajas procedentes de los valles franceses habían tapado por completo los picos con lo que buscar enclaves imaginado su posición exacta resultaba ciertamente complicado. No teníamos ningún encuadre claro en el caso remoto de que a los picos les diera por dejarse ver. La horas avanzaban y nuestra desesperación iba en aumento. Gorka y yo decidimos probar suerte marchando en dirección al refugio. Nuestra idea era buscar una localización que nos permitiera fotografiar en dirección opuesta a las picos, hacia la puesta de sol con el embalse de Respomuso como primer plano, pero sin descuidar los picos a nuestra espalda.

En un lateral del camino se nos apareció un pequeño ibón al abrigo de rocas y árboles pero abierto justamente hacia las cumbres que no dejábamos de vigilar. Al instante reconocí el lugar pues lo había visto en alguna foto cuando preparaba el viaje y ya en su momento me convencieron sus posibilidades. Este ibón es tan pequeño que no aparece ni en los mapas. El potencial y fotogenia del sitio era enorme. "Este es el sitio" le dije a Gorka. Y allí nos quedamos porque parecía que la suerte se iba a poner de nuestro lado. La nubes comenzaban a retirarse y nerviosos buscábamos nuestros mejores encuadres. Nos acordamos de Dani que un poco abatido por la situación decidió quedarse y buscarse la vida sólo en caso de que las nubes se retiraran.

Las nubes iban y venían, tapando y dejando ver los picos en su deambular. Cuando parecía que la luz de la tarde nos había definitivamente abandonado los picos comenzaron a encenderse con una luz rosada que iba ganando en intensidad. Yo sabía que estas son las situaciones donde los degradados neutros Singh-ray hacen su magia pues realzan como ningún otro filtro las tonalidades cálidas.

Única exposición y realce de rocas con otra exposición polarizada
13s @ f/22, ISO 100, Canon EF 17-40mm f/4L USM @ 23mm
GND -2 hard, polarizador, trípode

Minutos más tarde, cuando la luz ya había perdido su magia, las nubes volvían a cubrir los picos. Regresamos con la satisfacción de haber conseguido algo por lo que no dábamos un duro hacía unas horas. Pero así es la montaña, hasta el último momento no puedes dar nada por sentado y hay que estar preparado para lo que venga.

Cuando llegamos a las tiendas encontramos a Dani que, efectivamente, había salido al ver como cambiaba el panorama. El viento, mayor que el del día anterior, bajaba la sensación térmica haciendo claramente patente la sensación de frio. Un frío que bajaba los ánimos temperamentales del grupo de adolescentes que habían acampado no muy lejos. No se oía ni un ruido. Parecía que después de todo no íbamos a pasar mala noche.

De nuevo disfrutamos de otra cena caliente, aunque unos más que otros, y ya con la tripa llena Gorka nos deleitó con sus conocimientos del cielo nocturno. Nos dieron casi las 00h00 y puesto que no amenazaba lluvia decidí de nuevo acurrucarme en mi saco sin otro techo que el de las estrellas.

Lo que parecía iba a ser una noche tranquila no lo fue tanto. A las tres de la mañana unos cencerros a escasos centímetros de donde dormíamos nos despertaron. Yo sólo veía unas sombras de lo que parecía una vaca con forma de caballo. Tras unos minutos que parecieron horas o unas horas que parecieron minutos conseguimos volver a dormirnos. A la mañana siguiente entendimos lo sucedido. Un caballo, con cencerro, y unos burros se habían acercado atraídos por la bolsa de basura que había dejado fuera.

Esta vez fueron Gorka y Dani los que se marcharon en busca de las luces del amanecer y yo el que se quedó dormido en el saco. El cielo pintaba muy soso y levantarme una hora antes de la salida del sol sin tener claro hacia dónde dirigirme, más aún con la noche movidita que habíamos tenido, no me hacía mucha gracia. Media hora más tarde decidí ponerme en camino con la idea clara de captar las luces del amanecer sobre el Pico de la Forqueta (2.743m) y Pico Musales (2.654m). Mi objetivo era encontrar un entorno que aportara un primer plano interesante. Tras de mí el cielo se teñía de tonalidades rosas, pero no encontraba un emplazamiento que me encajara para inmortalizarlas. Gorka y Dani, en cambio, las aprovecharon muy bien desde el pequeño ibón descubrimos la tarde anterior.

Parecía que el sol no iba a dejarse ver pues los picos frente a mi no terminaban de coger color. Yo deambulaba colina arriba, colina abajo sin mucho éxito en mi búsqueda hasta que di con un pequeño ibón que se abría hacia las cumbres que tenía en mi cabeza. Allí mismo decidí plantar el trípode, sentado sobre la hierba, disfrutando del momento. El 17-40 no abarcaba lo suficiente así que si quería hacer algo tendría que ser en formato panorámico con varias tomas en vertical. Cuando el sol comenzó a incidir sobre los picos de la derecha comencé la sesión de fotos pero el espectáculo de luz y color sólo duró unos pocos minutos. Pronto el sol quedó tapado y las montañas frente a mi  volvieron a quedar en sombras.

Panorámica de 6 exposiciones
4s @f/22, ISO100, Canon EF 17-40mm f/4L USM @ 17mm
GND -2 hard, polarizador, trípode

No hice más fotos esa mañana, pero me sentía satisfecho. Lo que había hecho era bastante más que lo que me había imaginado. Ahora viendo la foto, pienso que casi fue una suerte que el sol se escondiera pues el único toque de luz y color que aportó confiere más fuerza y singularidad a la foto que si hubiera incidido en toda la cadena de montañas.

Tras el desayuno nos pusimos de nuevo en marcha. Teníamos por delante tres horas y 700m de bajada hasta llegar al coche y nuestros cuerpos precisamente no eran los del primer día.

En tres horas y poco antes de las 13h00 llegamos al coche de Gorka con la satisfacción de haber superado el reto que nos habíamos impuesto, con nuestras tarjetas de memoria llenas de buen material pero sobre todo, con la alegría de haber pasado un estupendo fin de semana al más puro estilo fotográfico-montañero con la mejor de las compañías.

Son este tipo de experiencias las que no se olvidan, las que perduran con en el tiempo en la cabeza de uno. Los malos ratos de dolor y sufrimiento pronto se olvidan y el único recuerdo que perdura es el de haber vivido momentos especiales e irrepetibles.

jueves, 26 de julio de 2012

De Panticosa a Respomuso con la cámara a cuestas (I)



Por fin llegaba el fin de semana tan ansiado y planificado desde hacía varios meses. El desafío, recorrer y fotografiar durante dos días con sus noches uno de los parajes más emblemáticos de los Pirineos. Cumbres de más de 3.000m se alzarían frente a nosotros remontando collados de no mucha menor altitud con desniveles acumulados de más de 1.000m. Todo ello portando, además de los enseres básicos, el equipo fotográfico.

Hacía varios meses comenté mi idea a Gorka López y a Daniel Jara y no descartábamos que Antonio M. Rua también pudiera unirse, aunque era una posibilidad remota. Mi propuesta era recorrer el GR que va desde el Balneario de Panticosa hasta el embalse de la Sarra en Sallent de Gallego. Enseguida les enamoró lo que vieron aunque éramos todos conscientes de que no iba a ser una ruta sencilla. 

Detalle del itinerario seguido (haz clic sobre la imagen para verlo más grande)

Llegó el día y tras una deliciosa comida en Sallent dejamos el coche de Gorka en el embalse de la Sarra y nos dirigimos los tres hasta el Balneario de Panticosa en el mío.

Pasadas las 15h30 comenzamos la aventura. Desde el primer momento el camino subía vertiginosamente sin darnos un respiro. Pero íbamos bien, la sed de aventura y de fotos con mágicas luces nos hacía más fuertes de lo que nos podíamos imaginar. Dos horas más tarde llegábamos a las inmediaciones del recién inaugurado refugio de Bachimaña. Descasamos no muy lejos de él, recuperamos fuerzas y minutos despues estábamos ya encamino para afrontar el último tramo hasta nuestro destino aquella tarde. Entorno a las 19h00 llegamos al Ibón Azul Superior tras superar un desnivel total acumulado de más de 800m con más de 16kg en nuestras espaldas.

HDR de 4 exposiciones con LR/Enfuse
1/80, 1/160, 1/320, 1/640 @ f/6.3 ISO400
Canon EF 17-40mm f/4L USM @27mm, Polarizador, trípode

El lugar no podía ser más fabuloso. Un extenso manto verde a orillas de un tranquilo lago de montaña se extendía ante nosotros rodeados de varios tresmiles como los imponentes Picos del Infierno (3.083m) o el fotogénico pico Piedrafita (2.959m) que tenía en mente inmortalizar con sus mejores galas. En la distancia el mítico Vignemale (3.298m) también se dejaba ver.

Estábamos solos, todo para nosotros, y las nubes en el cielo hacían presagiar buena noche pero a la vez buenas luces.

Dani y Gorka montaron sus tiendas. Yo, si las condiciones no empeoraban dormiría directamente bajo el manto estrellado del cielo nocturno.

A diferencia del montañero, el fotógrafo tras montar la tienda no descansa. Enseguida nos dispusimos a reconocer el terreno en busca de los mejores enclaves para recibir las luces de la tarde olvidándonos del dolor de pies y cansancio de piernas.

Gorka me hizo notar una pequeña cascada en uno de los meandros que alimentan el ibón. En cuestión de décimas de segundos sabía que ahí había foto. El pequeño salto de agua y el pico Piedrafita como telón de fondo configuraban una escena de lo más sugerente.

Mientras Gorka y Dani se perdían subiendo y bajando entorno al ibón yo me quedé como atrapado ensayando ideas que me iban surgiendo. Tenía claro desde antes de iniciar el recorrido que una de las fotos que tenía que intentar hacer era una con velocidades lentas difuminando el movimiento de las nubes. Por como éstas se movían sobre el pico Piedrafita parecían las candidatas ideales. Así que empecé a hacer uso del filtro de densidad neutra viendo el efecto que conseguía. Las luces aún no eran buenas pero había que ir calentando motores.

Decidí explorar otras localizaciones pero en mi cabeza estaba la pequeña cascada. Cuando la luz comenzó a ponerse interesante volví a ella y tras varias exposiciones de 1 min conseguí inmortalizar una de las más bellas luces que mi cámara ha captado.

Blending de 3 exposiciones a partir de una única toma
60s @ f/22, ISO200, Canon EF 17-40mm f/4L USM @ 20mm
Filtro ND -3 pasos, GND -2 hard, polarizador, trípode

Ya era prácticamente de noche y una cena caliente nos esperaba antes de disfrutar de nuestra primera noche en la montaña.

Un cielo sin nubes aún animó a Gorka a intentar inmortalizar la vía láctea antes de entregarse al sueño. Con su 16-35 f2.8 lo tenía más fácil que yo que, con mi 17-40 f4, ni siquiera lo intenté. 

Nos esperaba un día interesante a la mañana siguiente y había que tratar de recuperar fuerzas así que no tardamos mucho en dormirnos, a pesar del pequeño susto que nos dio Dani porque parecía que la cena estaba causando estragos en su estómago. Finalmente todo quedó en un pequeño susto.

Tras una tranquila noche, sin lluvia, sin viento y con temperaturas nada frescas teniendo en cuenta que estábamos a 2.400m sonaron los despertadores. Yo, que dormía fuera, fui el primero en ver que ya 45min antes de la hora prevista para la salida del sol, las nubes habían adquirido unas suaves tonalidades anaranjadas. Minutos más tarde y aún con legañas en los ojos ya estábamos dando rienda suelta a nuestro buen hacer fotográfico.

En dirección a la salida del sol, la nubes lejos de coger más intensidad estaban palideciendo y el perfil montañoso a contraluz no me seducía. A mis espaldas el macizó del Infierno se reflejaba en el espejo que era el ibón y los tonos rojizos de sus vetas cobraban más intensidad con la tenue luz del alpen glow. Una panorámica de varias tomas cogiendo el macizo y su reflejo era lo que demandaba aquella escena. En la última toma de la serie Gorka se encontraba en el cuadre y lejos de pedirle que se apartara decidí incluirlo pensando que la figura humana aportaría sensación de escala y humanidad.

Panorámica de 5 exposiciones
8s @f/14, ISO100, Canon EF 17-40mm f/4L USM @ 20mm
Polarizador, trípode

Las mismas situaciones de la tarde anterior se repetían. Gorka no paraba de ir de un lado a otro inmortalizando cada bello rincón que encontraba a su paso. Dani, de forma más pausada buscaba su encuadre y momento mágico. Pronto las primeras luces comenzaron a pintar de rojo los Picos del Infierno. A pesar del bello espectáculo no encontraba una composición que me sedujera. Mirando hacia el Vignemale en dirección a la salida del sol, mis ojos dieron con una escena que se me hizo familiar, quizás inmortalizada por la cámara de otro fotógrafo en algún otro punto del planeta. Sea como fuera sabía que todo confluía para conformar una buena foto.

HDR con HDR Efex pro + Blending de 4 exposiciones a partir de una única toma
4s @ f/20, ISO 100, Canon  EF 24-105mm f/4L IS USM @ 24mm
GND -2 hard, polarizador, trípode

Acabado el espectáculo cuando la luz había perdido prácticamente su magia era el momento de un café calentito y unas barritas. Nos esperaban más de 300m de subida por terreno de piedra suelta y casi 800m de bajada hasta llegar al refugio de Respomuso.

Cómo transcurrió la jornada y lo que dio de sí fotográficamente lo podéis leer AQUÍ.