miércoles, 9 de septiembre de 2009

Costa Quebrada

Con este nombre "Costa Quebrada" es como se conoce la zona del litoral Cántabro al oeste de Santander que se extiende desde la Isla de la Virgen del Mar hasta la punta de Somocuevas. En poco más de 5 kilómetros es posible encontrar una gran diversidad de accidentes geológicos (playas salvajes, islotes o " urros ", tómbolos, istmos y acantilados) lo que confiere a esta zona un valor paisajístico excepcional. Todas estas formas litorales son la reminiscencia del antiguo litoral costero que se formó hace unos 100 millones de años durante el Cretácico.

Este era el lugar de destino elegido para pasar una semana de vacaciones, merecida, por otra parte, tras pasar un mes dentro de las mismas cuatro paredes con motivo del nacimiento de mi hija Lucía.

Tenía claro que irse de vacaciones con un niño a punto de cumplir los tres años y una niña con un mes recién cumplido no me iba a dejar mucho tiempo para la fotografía de paisaje tal y como la concibo y me gusta disfrutar: en soledad y concentración al cien por cien. Sólo tendría opción de los amaneceres y como no tenía ni idea de cómo iban a transcurrir las noches con la niña tenía claro que el alojamiento no debía estar muy alejado de la zona a fotografiar. Finalmente después de mucho mirar localicé una apartamento, precisamente no tirado de precio, que en 10 minutos andando me ponía en pleno centro de la Costa Quebrada, y en 5 minutos en coche me llevaba a otros enclaves de la misma costa algo más alejados para ir a pié.

Como suele ser costumbre tenía estudiado las horas y ángulo de salida del sol. En este sentido encontré muy interesante el programa "The Photographer's Ephemeris" que haciendo uso de Google Maps te traza directamente la líneas de salida y puesta de sol, y también para la luna. El programa permite hacer más cosas pero para descubrirlo os invito a que os lo instaléis y juguéis con él. La documentación está en ingles pero aún así es una herramienta que considero bastante útil.

De las siete mañanas posibles el tiempo y los quehaceres familiares sólo me permitieron salir cuatro, que no está nada mal. El mismo día de la llegada me di una vuelta con mi hijo por la zona de acantilados próxima al apartamento sobre la playa de Portio para familiarizarme con el camino que tendría que seguir a la luz del crepúsculo a la mañana siguiente.

Amaneció y mientras caminaba por el sendero por mi cabeza paseaban las distintas fotografías y encuadres que había visto por Internet mientras preparaba el viaje en casa. Algunas eran buenas, otras no tanto y las menos, como las de Asier Castro, excepcionales. Era difícil eliminar estas imágenes de mi cabeza y no verse obligado a buscar encuadres ya descubiertos por otros.

El día amaneció totalmente despejado y una franja anaranjada se levantaba sobre el horizonte allá donde la línea de costa se perdía en la distancia. Una primera toma con las moles de piedra a contraluz se me antojó complicada y de poco atractivo estético, así que la dejé pasar para mejor ocasión. Mientras andaba en dirección este sobre una delgada senda al filo del acantilado las moles de piedra iban cambiando de forma pero aún había muy poca luz para intentar siquiera sacar la cámara. La neblina sobre el horizonte amortiguó algo los primeros rayos de sol mientras estudiaba composiciones enmarcando uno de los urros más llamativos de la zona y que desde la primera vez que lo vi retratado había sentido un magnetismo especial hacia él.

Como sabía que sólo iba a poder retratarlo con la luz del amanecer tenía claro, por la orientación del sol, que una foto curiosa sería aquella en la que los primeros rayos incidiesen sobre el urro con su luz cálida. Con esa imagen en mi cabeza salí de Madrid y justo en esos momentos se hacía realidad.

Urros, Costa quebrada, Cantabria
Canon EOS 5D Mark II, EF24-105mm f/4L IS USM, densidad Neutra -3, polarizador, trípode
8s @ f/19 ISO 100

Más que tratar de reflejar la fuerza del mar y un aspecto realista del mismo quería conseguir una ambientación más mística y para ello hice uso de un filtro de densidad neutra de 3 pasos que mostrara un aspecto más sedoso del mar y un polarizador para oscurecer y saturar el azul del océano. Quería una toma sencilla con el mínimo de distracciones y por eso decidí no sacar la línea del horizonte. Después de varias tomas me dí cuenta que un toque de originalidad lo tendría si lograba una toma en la que hubiera una cantidad importante de espuma entorno a las rocas como si enmarcaran dicho monumento pétreo. Al final conseguí lo que quería, una toma sencilla de unas formaciones rocosas muy impactantes por sí solas, que combina las tonalidades azules del mar con los cálidos del sol reflejado en una ambientación un tanto alejada de la realidad y de lo que los ojos ven a simple vista. Esta foto quizás tenga un lugar reservado en alguna pared de casa...

No quería irme sin probar alguna composición con algún elemento en primer plano y busca que te busca encontré varias plantas entre las rocas cuyo color verde armonizaba muy bien con el resto de colores de la escena. Al final di con una cuya forma se ajustaba muy bien con el encuadre que buscaba guiando la vista desde una de las esquinas hasta la esquina opuesta donde situé a los urros. Tuve de nuevo la suerte de que el sol empezó a dar sobre la roca y las plantas y sus tonos cálidos de nuevo aportan un toque de color que hacen que la foto tenga algo especial.

Urros, Costa quebrada, Cantabria
Canon EOS 5D Mark II, EF24-105mm f/4L IS USM, densidad Neutra -3, polarizador, trípode
8s @ f/19 ISO 100



A mi regreso el sol estaba incidiendo sobre los monolitos rocosos que había dejado pasar durante el crepúsculo. Ahora sí que valía la pena dedicarle unos minutos. Hice bastantes tomas con diferentes encuadres pero ya en casa compruebo que ninguna me satisface lo suficiente.

Para el siguiente día el pronóstico era de cielos cubiertos y lluvia por lo que decidí no salir y recuperar, si era posible, algo de sueño. Efectivamente, cuando me levanté, a una hora no tan intempestiva, llovía incesantemente y la visibilidad dejaba mucho que desear. Para el tercer día se anunciaban nubes al principio de la mañana pero sin lluvia, así que el madrugón era obligado.

El sitio elegido y las posibilidades que tenía las había visto ya en una foto y tenía bastante claro cómo llegar. Cinco minutos de coche y otros cinco andando me situaron donde yo quería. La vista era fantástica y un cielo cubierto se cernía sobre mi cabeza. No obstante tenía la esperanza de que algún rayo de sol se escapase y pintase ese dramático cielo. Como en la última salida, quería seguir experimentando con velocidades lentas para dar un toque de irrealidad al mar. Colocado el trípode y seleccionado el encuadre comencé a probar con diferentes velocidades. Las fotos no me disgustaban pero quería algo más. El sol iba subiendo por encima del horizonte y no se dejaba ver cubierto por el manto espeso de nubes. De repente las nubes empezaron a adquirir unas suaves tonalidades malvas que al hacer uso del filtro degradado neutro se potenciaban. Esta capacidad de saturar algo más los colores es una de las principales razones por las que aún sigo primando el uso de estos filtros degradados frente a técnicas como el HDR o el degradado neutro digital. Eso no quita que cuando sea necesario haga uso de ellas, pero hoy por hoy cada técnica tiene un hueco específico en mi fotografía. Lo inteligente es saber cuándo hay que hacer uso de ellas e incluso cuándo combinarlas.

El resultado era espectacular combinado con la velocidad lenta de veinte segundos que me proporcionaba el filtro neutro. Pero incluso con el 17-40 no abarcaba toda la extensión de cielo que quería incluir en el encuadre. Así que opté por ensayar diferentes tomas para luego montar una panorámica. Primero probé en vertical pero lo que mejor resultado me dio fue hacer varias tomas horizontales que luego uní en tiempo de post-procesado con PS. La foto obtenida podría imprimirse a tamaño 70cm x 70cm a 200ppp.


Costa Quebrada, Playa de Somocuevas
Canon EOS 5D Mark II, Canon EF17-40mm f/4L USM, degradado Neutro -2 Hard, densidad Neutra -3, polarizador, trípode
20s @ f/19 ISO 200
Panorámica de tres fotos horizontales

La jornada fotográfica había concluido prácticamente. Como aún era pronto decidí coger el coche y acercarme hasta la playa de Arnía a menos de 10 minutos de donde me encontraba con el fin familiarizarme con la zona para el día siguiente. La búsqueda de encuadres que me satisficieran no fue muy fructífera a excepción de una zona que hasta no estar metido en harina no terminaría de saber si funcionaría o no. El acceso a la playa se hace a pie a través de una pista asfaltada en pocos minutos. Es una playa de arena y sólo el extremo izquierdo presenta formaciones rocosas con algo de gracia. El atractivo de esta playa, desde el punto de vista paisajístico, lo proporciona el islote conocido como Isla del Castro a 500 metros de la orilla. Así que éste tenía que ser indiscutiblemente parte protagonista de las fotografías.

Llegó el día siguiente, tercera salida y cuarto día de mi estancia por tierras cántabras. En diez minutos tras salir del apartamento ya sentía la arena de la playa de Arnía bajo mis pies. El cielo estaba totalmente despejado lo que no me agradaba demasiado. La búsqueda de encuadres me ataban irremisiblemente a dos rocas que hacían las veces de líneas de fuga hacia la Isla del Castro. De todos los puntos de vista que probé sólo uno me decía algo pero el cielo raso restaba puntos a la toma y la composición con filtros degradados se hacía extremadamente compleja por lo irregular del perfil. Hice muchas tomas, primero con ISOs bajos, para pasar a probar con ISOs más altos. Tenía claro que lo que daría fuerza a la foto sería alguna ola al penetrar entre las dos rocas. Un diafragma cerrado casi a tope para maximizar la profundidad de campo y la poca luz reinante me obligaban a disparar con ISO 1600 si quería utilizar velocidades por debajo del segundo para congelar el movimiento del agua. Probé con filtros degradados, hice varias tomas sin ellos para luego hacer un HDR y desde luego hice muchos intentos hasta congelar la estela de agua como yo quería. Al final lo conseguí pero no terminé de estar del todo contento con la foto. Los minutos posteriores, ya con un sol más elevado, me dediqué a recorrer la zona y a hacer alguna que otra toma pero sin mucho éxito. El día estaba echado y era hora de tocar retirada y marcharse a desayunar con la familia.

Durante el post-procesado hice pruebas con el HDR pero el resultado se mostraba algo artificial. Cogí uno de los RAWs que hice con un buen balance de exposición. El ruido a ISO 1600 era bastante aceptable. Con la 40D que tenía antes esta foto hubiera ido directamente a la basura. tras unos ajustes en Lightroom conseguí un primer revelado muy aceptable y con el que estaba contento, sacando detalles en las sombras y colorido en el cielo. El procesado en Photoshop terminó de rematar la foto combinándola con la toma HDR generada como una capa más y jugando con máscaras para seleccionar distintas zonas de una capa u otra donde fuera necesario.

La foto una vez procesada, al final, me convence tanto en composición como en estética con la estela de agua imprimiendo dinamismo a la toma y resultando un poderoso primer plano. El cielo, aunque sin nubes, tiene su atractivo por la gradación de colores con origen en la Isla del Castro. Si tengo que poner un pero a la toma quizás sería lo justo que la veo por abajo.


Atrapada, Playa de Arnía, Cantabria
Canon EOS 5D Mark II, EF17-40mm f/4L USM, degradado Neutro Inverso -3, polarizador, trípode
0.7s @ f/19 ISO 1600


Los dos días siguientes, uno por planificación familiar y otro por lluvias, no tuve opción de escaparme, pero cuando ya casi me había mentalizado de que no habría más ocasiones de salir, el parte meteorológico para el último día no anunciaba lluvias y únicamente cielos cubiertos durante las primeras horas del día. Ideal para un último intento.

El día anterior, en una tregua que nos dio la meteorología, recorrí en compañía de la familia los caminos que dan a los acantilados próximos a la playa de Arnía. La vista era espectacular y decidí que ese sería en principio el sitio elegido para el último día. Pero una vez aparqué el coche y comencé a andar pensé que la foto que obtendría sería muy parecida en estilo a la del segundo día, y tenía clavada la espinita de no haber retratado los monolitos de roca que el primer día aparecían a contraluz. Con cielos cubiertos la luz es muy difusa y estimé que era ideal para retratarlos sin el problema del contraluz. Así que sobre la marcha cambié de planes y desandando lo andado me dirigí en dirección contraria. Una vez llegué al sitio que tenía en mente el cielo seguía cubierto pero empezaba a adquirir unas tonalidades rosáceas que me recordaban a las del segundo día. Rápidamente monté todo el tinglado, hice un par de fotos cuya luz era fuera de lo común por las tonalidades malvas que adquiría todo el paisaje, pero por las prisas la composición elegida dejaba mucho que desear. Además la velocidad lenta que utilicé restaba personalidad a la toma. En el tiempo que tardé en buscar un encuadre que me satisficiera la luz se había ido y sólo queda un cielo mortecino y una luz de lo mas común. No obstante me empeñé en seguir haciendo fotos variando muy ligeramente el encuadre. El mar estaba más salvaje que los días anteriores y determiné que tenía que capturar la fuerza del mar y la explosión de las olas contra las rocas. Para ello probé con una velocidad algo por debajo del segundo que habitualmente suele dar buenos resultados. Como el encuadre elegido no demandaba una excesiva profundidad de campo, pues el primer plano me quedaba como a dos metros de distancia, determiné que f/13 e ISO200 serían un buen compromiso entre ruido de ISO y definición en las rocas más alejadas.

En el tiempo que estuve haciendo una foto tras otra comprobando como quedaban en el estupendo LCD de la 5D Mark II el sol se iba alzando cada vez más sobre un horizonte cubierto. De repente unos claros parecían querer abrirse. Yo seguía haciendo fotos con el filtro degradado inverso moviéndolo con la mano para tratar de minimizar al máximo su efecto sobre las rocas. Entonces comprobé en el LCD las maravillosas tonalidades anaranjadas que estaba proporcionando el cielo y que aportaban el toque justo de calidez a la toma. Me dijé que, o aprovechaba estos momentos o ya no habría más. Así que como el encuadre ya estaba determinado me empeñé en pillar una ola rompiendo sobre el monolito grande de la izquierda para poner la guinda a la foto.

Furia de Gigantes, Costa quebrada, Cantabria
Canon EOS 5D Mark II, EF17-40mm f/4L USM, degradado Neutro Inverso -3, polarizador, trípode
0.7s @ f/13 ISO 200

El post-procesado no ha sido complicado pero sí me he permitido la licencia de combinar dos fotos. Una de ellas es esencialmente la que se ve y de la otra he clonado la explosión de agua sobre la roca. Perfectamente podría haber utilizado una única foto, en la que aparece dicha explosión pero no me terminan de convencer tanto las texturas del agua como en esta que veis.

Aún tenía una hora por delante antes de volver al apartamento y no quería regresar a casa sin una foto de mis queridos urros, que retraté el primer día, esta vez en formato vertical. Eché a andar por la senda y en veinte minutos ya me encontraba frente a él. Sea por lo que fuere esta vez no me costó mucho encontrar una composición con la que sentí cómodo, a diferencia el primer día que, por más que lo intenté, no daba con ninguna.

Lo que me atrajo principalmente fue el colorido amarillento que salpicaba la roca del primer plano y como contrastaba con el azul del mar lo que proporcionaba un juego de contrastes especialmente atractivo. Por otra parte, la toma era sencilla, con pocas distracciones y eso siempre me gusta. El uso del un filtro degradado neutro de transición suave fue esencial para obtener unos azules intensos y un buen contraste en el extremo azul de la foto.

Urros enmarcados, Costa quebrada, Cantabria
Canon EOS 5D Mark II, EF24-105mm f/4L IS USM, degradado Neutro -3 Soft. polarizador, trípode
0.7s @ f/19 ISO 100

Al final el día salió mejor de lo esperado y la intuición, la espera y la paciencia dieron sus frutos.

En la siguiente imagen tenéis una vista global de la distribución de localizaciones de las fotos realizadas. Pinchando sobre la imagen la veréis ampliada y pinchando AQUÍ podéis acceder directamente al mapa en Google Maps.


Parte del éxito fotográfico de esta escapada fotográfica a Cantabria, con niños pequeños, se debe a una buena planificación antes del inicio del viaje. Una buena selección del alojamiento muy cercano al área a fotografiar fue clave, así como el estudio que hice en casa de las posibilidades fotográficas de la zona.

En este artículo tenéis una descripción de lo que aconteció en mi primera visita a Liencres también con niños pequeños.

lunes, 7 de septiembre de 2009

GDT European Wildlife Photographer of the Year 2009

Estas dos fotos que os presento han quedado finalistas en el prestigioso concurso alemán GDT European Wildlife Photographer of the Year 2009













Es la primera vez que me presentaba a este concurso y ha sido toda una alegría conocer la noticia que quiero compartir con todos vosotros.