viernes, 1 de noviembre de 2013

Efímero otoño

El trabajo del artista consiste en dejarse imbuir por el entorno, supere o no sus expectativas, y tratar de extraer de él la magia que esconde adaptándose a lo que le ofrece en cada momento.

Uno siempre sale de casa con una imagen idealizada de lo que va a encontrar, con expectativas más elevadas que lo que, habitualmente, la realidad le va a revelar. Quizás sea ese el mecanismo que la naturaleza humana tiene para abandonar las comodidades y lanzarse a la aventura.

Ha sido éste un otoño más efímero que el de años anteriores. Un otoño menos colorido que me ha obligado a estrujarme la cabeza más que en otras ocasiones. No significa ello que los resultados hayan sido mejores. De hecho es posible que hayan sido peores, no sabría decir, sólo el paso del tiempo me lo revelará. Siendo sinceros, no me preocupa tanto la calidad de unas fotos en concreto como la evolución de mi visión fotográfica en el medio y largo plazo. ¿Mis fotos siguen haciendo uso de los mismos patrones estéticos? ¿Me enfrento a una escena de la misma manera sin plantearme nuevas formas de superar las dificultades que me encuentro? ¿Me vuelvo a casa con los mismos motivos que tengo en mi archivo fotografiados una y mil veces?. En definitiva, ¿siento que crezco como artista?

Creo que todo fotógrafo que aspire a retratar el mundo de una manera personal debe plantearse estas cuestiones y no preocuparse tanto por si sus fotografías llegan a la centena de comentarios. La calidad de unas fotos en una salida concreta revelan sólo un aspecto puntual condicionado por múltiples factores, desde la meteorología hasta el estado de ánimo del fotógrafo y como tal tiene sus altibajos, hay que aceptarlo. La evolución en nuestra manera de mirar el mundo y cómo trasladamos esa mirada en nuestras fotos resulta más reveladora y, por supuesto, más cautivadora, al menos para quien hace las fotos.

En esta entrada no voy a relataros las vicisitudes de mi última salida al pirineo, no quiero aburrir o ser monotemático, baste decir que, en retrospectiva, ha resultado tan estimulante como todas las que he hecho hasta la fecha, con nuevas experiencias que guardar en mi memoria y visitas a lugares que no conocía.

Os muestro a continuación una muestra del conjunto de fotos que me he traído, mi visión personal de este atípico otoño de 2013 en el pirineo occidental con una explicación de los motivos que me condujeron a realizar cada una de ellas.

Amanece entre las nubes. Circo de Lescun, P.N. de los Pirineos, Francia
Canon EOS 5D Mark II, EF 70-200mm f/4L USM, polarizador
0,5s @ f/8.0 ISO100
Un cielo encapotado no ofrecía a primera vista ninguna posibilidad de inmortalizar las luces del amanecer pero cuando salí de la cabaña donde había pasado la noche y miré hacia el este vi una fina franja anaranjada de luz sobre el horizonte. Pero lo que más me cautivó fue el volumen y plasticidad del manto nuboso con la débil luz de la mañana. No dudé en utilizar una focal larga para centrarme y enfatizar los dos aspectos que más me atraían. En este caso, el entorno que me rodeaba restaba fuerza e interés al breve y pequeño amanecer que se abría ante mis ojos.


Aguas de otoño. Circo de Lescun, P.N. de los Pirineos, Francia
Canon EOS 5D Mark II, EF 17-40mm f/4L USM, polarizador
0,5 s @ f/7,1 ISO200
Bajando de las cabañas de Ansabere volví a encontrarme con una escena en la que había reparado la tarde anterior cuando subíamos hacia las cabañas pero esta vez de colores más saturados gracias a la lluvia de la noche anterior. El río hacia una curva en 'S' ribeteado por el verde de los musgos, líquenes y helechos sobre una alfombra de hojas ocres. Tengo claro que fue la simplicidad de los elementos que forman esta escena lo que me sedujo. Tres colores: rojos, verdes y el blanco; una forma: una curva en 'S' encajada en la escena. 


Pintado por el viento. Valle de Ansó, Huesca
Canon EOS 5D Mark II, EF 24-105mm f/4L IS USM, polarizador
2s @ f/18 ISO200 y 1/13s @ f/8 ISO 800
¿Qué hacer cuando un viento endemoniado no deja de agitar las ramas de los arboles que te rodean? fácil, sacarle partido. Esta es una de las fotos que hace tiempo tenía en la trastienda de mi cabeza esperando la ocasión para inmortalizarla. La ejecución no fue tan sencilla como puede parecer. Quería una velocidad lo suficientemente lenta como para desdibujar completamente las hojas, pero esto mismo hacía que el tronco principal no saliera nítido por la fuerza del viento. La solución hacer otra toma a una velocidad más rápida que lo registrara con total nitidez. En casa no tuve más que combinar ambas fotos.


Juegos acuáticos. Valle de Ansó, Huesca
Canon EOS 5D Mark II, EF 25-105mm f/4L IS USM, polarizador
1/8s @ f10 ISO400
En un otoño sin apenas otoño no tenía muy claro qué fotografiar. En estas situaciones me suelo abandonar a lo que mis sentidos son capaces de encontrar. Fruto de la experiencia sabía que las texturas del agua fotografiada a la velocidad adecuada no suelen defraudar pero es necesario, además, aportar un punto de interés sencillo pero llamativo que complemente la fuerza del agua.


Aguas de otoño II. Valle de Ansó, Huesca
Canon EOS 5D Mark II, EF 17-40mm f/4L USM, polarizador
1/8s @ f/5,0 ISO400
No fue sencillo localizar una zona abierta del río Veral en la que además, la masa de vegetación tuviera un mínimo colorido otoñal. El reto de esta foto no fue tanto la composición como su ejecución. Apenas quedaba luz, y para tener todo a foco me veía obligado a utilizar velocidades de varias decenas de segundos con la resultante agua sedosa y sin texturas que no quería. Necesitaba emplear velocidades por debajo del medio segundo con lo que o bien utilizaba diafragmas muy abiertos, con la consiguiente perdida de profundidad de campo, o bien utilizaba ISOs muy altos. La opción por la que me decidí fue la primera tomando varias fotos a f/5,0 enfocando en distintos puntos que luego combiné en casa.


Peña Ezkaurre. Valle de Ansó, Huesca
Canon EOS 5D Mark II, EF 17-40mm f/4L USM, polarizador
0,3s @ f/8,0 ISO400
No era la primera vez que tenía ocasión de fotografiar esta mole de roca calcarea. Por segundo año el sol no se dignó a vestirla con sus luces y tuve que pasar a un plan B. Sabía que los pequeños remolinos de agua eran el mejor punto de interés que podía encontrar pero si no me acercaba lo suficiente no tendrían la fuerza necesaria para ser un buen primer plano. Dicho y hecho, ahora sólo quedaba volver a utilizar la misma técnica que en "Aguas de otoño II" para inmortalizar el agua a la velocidad adecuada asegurando que toda la escena quedaba enfocada.


Explosión otoñal. Valle de Ansó, Huesca
Canon EOS 5D Mark II, EF 70-200mm f/4L USM + 1.4x, polarizador
1s @ f/22 ISO 200
Entre los cientos y cientos de árboles que cubren las riberas del río Veral en el Valle de Ansó, ver uno de colores amarillo rosáceo era como si un pintor lo hubiera colocado allí a propósito a brochazos. Esta era la típica situación en la que uno queda prendado por una escena que desde un punto de vista fotográfico no hay por donde cogerla. Estaba apunto de abandonar sin haber tirado una sola foto cuando, como una chispa en mi cabeza, vi claro lo que podría funcionar: un golpe de zoom. Tras varios intentos conseguí la foto que había imaginado.