
Mis mejores deseos para el nuevo año que va a comenzar y que la magia de la naturaleza insufle la energia suficiente para ver cumplidos proyectos e ilusiones.

Examples: The Making of 40 Photographs, de Ansel Adams. Una autentica joya que nos adentra en la forma de pensar y trabajar que tenía este gran maestro de la fotografía a través de una selección de 40 fotografías. La reproducción en ByN de sus fotografías está más que cuidada. A veces se hace algo duro de leer cuando se adentra en detalles técnicos del revelado y del equipo de la época que utilizaba. Obviando este detalle el libro es más que recomendable e imprescindible en toda colección de libros de fotografía que uno posea.
The Edge of the Earth, the Corner of the Sky, de Art Wolfe. Impresionante libro de gran formato con fotografías de todo el mundo tomadas con reflex analógica de 35mm. Resulta realmente inspirador lo que este fotógrafo puede llegar a hacer con multiples exposiciones y una planificación exquisita de las tomas. Un punto muy a favor de este libro es que al final del mismo se comentan los pormenores de cada foto y los datos técnicos de las tomas. Libro imprescindible y que no dejará indiferente a nadie.
A excepción de una tarde, el resto de los días predominaron los cielos despejados, situación que normalmente dista de la ideal para la fotografía de paisaje.
A sabiendas de las posibilidades de este valle por las fotos que había visto, la idea inicial era la de pasar todo el día en él, pero lo que nos encontramos nos causó bastante decepción. El valle estaba seco y el otoño había quedado arruinado por el temporal de días anteriores. Después de fotografiar un amanecer algo insulso por lo despejado del cielo, jugar con las luces y sombras de los primeros rayos de sol sobre las cumbres e inmortalizar algún que otro detalle, tocamos retirada a media mañana.
inamos a las 17:00 h con una vista esplendida del lago con los Besiberri al fondo. La ausencia de viento había transformado en un auténtico espejo el lago y eso nos animó a sacar rápidamente cámara y trípode y empezar a disfrutar de lo lindo. Es este un sitio ideal para hacer vivaq, tanto porque el lago está rodeado de praderas, como porque, por su ubicación, tiene en un extremo los Besiberri de más tres mil metros, ideal para pillarlos al atardecer, y hacia el otro lado todo el macizo que separa el valle de Arán del Valle del río Ésera en la zona de Benasque, flanqueado por el Aneto y Maladeta.
Como aún había algo de tiempo decidimos avanzar por la orilla sur del lago cuando de repente vi una escena que me enamoró. El agua, entre racha y racha de viento se había vuelto a quedar inmóvil, y tanto las montañas del otro lado del valle como las nubes y pinos a la orilla del lago se reflejaban de forma increíble. Pero la foto tenía la dificultad de ser una toma casi a contraluz, por lo que todo rastro de tierra me iba salir perfectamente oscura, cosa que no se correspondía con lo que veían mis ojos. Empecé haciendo varias tomas con exposiciones distintas para más tarde poder fusionarlas con Photoshop, pero vislumbré en mi interior la posibilidad de conseguir la exposición correcta con una sola toma. Para ello necesitaba un filtro degradado que no existe, que me redujese tres pasos de luz por arriba, dos por abajo y ninguno por centro. La solución fue solapar dos filtros, uno boca arriba y otro boca abajo de transición fuerte, dejando una banda transparente por el centro e imprimiendo un suave movimiento a los filtros durante el algo más de segundo y medio que duró la exposición para suavizar las zonas de transición. Y voila!, la toma que vi en el display era una pasada.
Empezaba a escasear la luz cuando decidimos volver sobre nuestros pasos y dirigirnos hacia la zona de desagüe del lago. La vista que se nos ofrecía no dejaba de sobrecogernos. Era un balcón hacia varios 2500 en dirección al Aneto. El cielo estaba muy cubierto y no ofrecía ningún atisbo de que el sol pudiera colarse a través de sus nubes. Pronto quedó oculto tras las cumbres. A pesar de ello la escena me gustaba mucho, con el fluir del riachuelo y los intensos verdes bajo sus aguas. Elegí un encuadre que me satisfizo y, mientras mis compañeros se encontraban a escasos metros por debajo de mi haciendo de las suyas, me propuse experimentar con los filtros degradados consciente de que en no pocas ocasiones me habían sorprendido las tonalidades y matices invisibles al ojo que eran capaces de captar. Sujeté, pegados al polarizador, un par de filtros degradados neutros que moví durante los 10 segundos que duró la toma (sinceramente ya no me acuerdo de si fueron uno de 3 pasos y otro de 2, ambos de transición fuerte; o el primero de transición suave y el de 2 pasos de transición fuerte). La cuestión es que alucinaba con los colores que habían sido capaz de extraer de las tonalidades del cielo. El calificativo de "filtros mágicos", como esa tarde mis compañeros apodaron a mis degradados Singh-ray, era más que merecido.
Cuando la luz del sol perdió esa calidez que tanto codiciamos los fotógrafos de naturaleza, continuamos nuestro recorrido por la carretera hasta la "famosa" cascada. Como nos imaginábamos los colores del otoño ya pasados hacían que cualquier foto que se tomara de ella perdiera muchos puntos. Además, el sol estaba casi incidiendo
sobre las paredes donde se encaja el salto de agua y en poco tiempo cualquier encuadre que se hiciera quedaría con una zona totalmente quemada. Hicimos las correspondientes fotos, más por testimonio que por entusiasmo. Aún así dedicamos el resto de la mañana a pasearnos entre las rocas del río. Decidimos, concentrarnos en esos micromundos de luces, sombras y colores exóticos que sólo la sensibilidad de un fotógrafo es capaz de percibir y transmitir a través de su cámara. El contraste del agua reflejando, a veces zonas a la sombras y otras los tonos dorados de la pared de roca iluminada por el sol, nos descubrió auténticas bellezas. Otras veces eran las hojas caídas las se convertían en auténticas protagonistas como testigos de un otoño que ya estaba tocando a su fin. En menos de un metro cuadrado pude salvar el día, fotográficamente hablando.
El Scheimpflug (a secas) es una técnica de principios del siglo XX usada principalmente por las cámaras con objetivos descentrables para evitar las típicas distorsiones de perspectiva. Como consecuencia de ello se pueden conseguir profundidades de campo mucho mayores que las habituales.
1.- Hacemos varias fotos del mismo motivo, mismo encuadre, mismos parámetros pero enfocando a puntos distintos del sujeto a fotografiar (por ejemplo en un punto lejano, en un punto intermedio y en un punto cercano).
Al llegar arriba, al borde del lago el cielo seguía sin ninguna nube. La tarde anterior habíamos descubierto un tronco medio sumergido en el agua que tenía que quedar fantástico como primer plano. Aún así, como habíamos llegado con tiempo, superando la marca de la tarde anterior, decidimos ir a la orilla opuesta del lago, donde supuestamente corría el arroyo que le alimentaba. Después de estudiar la zona, le veía menos posibilidades que a "mi" tronco. Si me quedaba, estaría lamentando no haberlo intentado con el tronco. Así que Gemma y Saúl, se quedaron y Jose y yo nos volvimos sobre nuestros pasos hasta el extremo opuesto del lago. Encontramos el tronco donde lo habíamos dejado 24 horas antes y montamos todo el equipo. La composición me gustaba, pero rápidamente, cuando la tan ansiada banda anaranjada comenzaba a dibujarse sobre las cumbres, me di cuenta de que a la escena le falta algo, unas nubes, y le sobraba otro algo, aquella luz tan frontal, sin contraste. Las fotos iban a quedar correctas pero sosas. Caí en ese momento en la cuenta de que las condiciones del día anterior, donde las nubes y las sombras que éstas arrojaban condimentaban la escena de una forma especial, sin ser las óptimas, eras mejores que las actuales. Hecha la foto del tronco (tres o cuatro tomas variando encuadres y disposición de los filtros degradados) salí pintando en busca de otro punto de vista localizado el día anterior. Pero la fortuna no quiso ponerse esta vez de mi lado y cuando llegué al lugar el sol estaba en las últimas y bastó únicamente el tiempo que dediqué a buscar una buena composición para que los naranjas intensos se esfumasen.
Una vez se hizo de noche y todos nos hubimos reunido, nos dedicamos a realizar alguna que otra nocturna con las estrellas reflejadas sobre el espejo que era el lago. Todo vestigio de luz, invisible para el ojo humano, era captado por la cámara de forma asombrosa. Aún así, poco he podido salvar de esas últimas horas del día que supusieron todo un desafío para la tecnología digital actual. El elevado ISO con el que me vi obligado a disparar (ISO 1600 e ISO 3200) hacen bastante inservibles las fotos. Sólo Saúl, con su gran angular f2.8 y el último modelo de cámara de Nikon (D700) hizo algo de calidad aceptable.
La revista El Mundo de los Pirineos, publica en el número de este mes (noviembre-diciembre) un artículo mío (texto y fotos) sobre la región montañosa de Sapa en el norte de Vietnam.
El número de septiembre-octubre de El Mundo de los Pirineos encontraréis otra foto mía en la sección Editorial, esta vez a página completa.
En su próximo número de septiembre (nº 102), la revista National Geographic Viajes publica, casi a doble página una foto mía en su sección de Paisajes, esta vez dedicada a los bosques otoñales.
El parte meteorológico para esos días, de sol y nubes con posibilidad de precipitaciones, me daba ciertas esperanzas aunque ni mucho menos me garantizaba lo que iba buscando. Tendría que confiar en la suerte.


Las horas centrales del día no terminaron de inspirarme y cayeron pocas fotos, algunos detalles a las cascadas de la zona y alguna que otra foto para matar el aburrimiento que sabía acabaría borrando o guardando como foto documental. Las horas siguientes tampoco fueron mucho mejores. Un atardecer insulso y un amanecer encapotado y amenazante no me dieron apenas opciones.
Ya de vuelta de mi primer encuentro con la Costa Brava he actualizado mi web con nuevo material.
El parte meteorológico, que consulté la noche anterior, era propicio para lo que yo quería, pero esta vez no iba con ninguna idea preconcebida. A menudo esto me produce cierto desasosiego. La luces del amanecer tan pronto como aparecen se esfuman y si no tienes ojeado, con cierta antelación, una posible ubicación tienes muchas probabilidades de volverte a casa con las manos vacías. Pero por otra parte, el no saber que te puedes encontrar, agudiza tus sentidos y te hace más sensible a los detalles que te rodean.
Como podréis suponer, los minutos del amanecer en el que el cielo empezó a teñirse de rojo fueron de infarto. No encontraba nada que me satisficiera. Busqué reflejos en los arroyos cercanos, primeros planos con rocas que aportasen cierto interés, pero nada. Y el cielo sobre el horizonte, mientras tanto, iba adquiriendo por momentos unos rojos más intensos. Como la zona del cielo con más colorido se concentraba sobre el horizonte y no sobre mi cabeza, el uso del gran angular no era lo más adecuado, así que decidí sacar el tele y ver si podía concentrarme en esa zona. Si quería sacar detalles en el primer plano debía hacer uso de un degradado neutro para compensar la diferencia de tres pasos entre cielo y tierra. Probé uno de transición fuerte, pero al ponerlo delante del objetivo con la focal fijada en
Minutos después las luces ya habían perdido toda su fuerza y era momento de experimentar, sin prisas, sin agobios. Quería probar una técnica conocida como Scheimpflug digital, que he visto utilizar a algunos fotógrafos con el fin de maximizar al máximo la profundidad de campo. La idea es tomar varias fotos, de un mismo encuadre, con la misma exposición pero enfocando en el primer plano, en el plano medio y en el fondo. Luego en PS se cogen estas tomas y se combinan con el uso de máscaras de forma idéntica a como se hace para simular un degradado neutro digital. El quid del asunto es que hay que realizar el enfoque de los distintos planos de forma manual. Para ello me vino muy bien el Liveview de mi cámara (una Canon EOS 40D) ya que pude enfocar, viendo la imagen en el LCD, un punto concreto ampliado un 200%. Además, permite combinarse con el botón de previsualización de profundidad de campo sin que el LCD se oscurezca por utilizar diafragmas cerrados, que es precisamente lo que sucede si se mira por el visor. El LCD compensa esta falta de luminosidad y lo que único que se aprecia es el grado de enfoque final. La verdad es que el Liveview proporciona mucha más ayuda de lo que pensaba en un principio.
Mientras visualizaba los resultados de las tomas, sentado en una praderita junto a un arroyo me sorprendió gratamente, sin quererlo ni beberlo, un compañero de afición, Cesar Zarallo (si no lo conocéis, os animo a visitar su trabajo, no os dejará indiferentes). Después de una breve conversación cada uno volvió a
Me fascinan estos micromundos abstractos en los que se pierde toda sensación de escala y que habitualmente pasan desapercibidos pero son tan accesibles al ojo del fotógrafo.
Es el juego de colores, formas y texturas caóticas pero con un orden y equilibrio subyacentes lo que me atrae.
Después de casi media hora retratando un area de no más de
Para inaugurar la sección voy a presentaros una reciente adquisición: National Audubon Society Guide to Landscape Photography de Tim Fitzharris
El pronóstico meteorológico no era el mejor y sembraba dudas sobre nuestras posibilidades, pero como sabíamos de lo impredecible del tiempo siempre albergábamos esperanzas y la imagen de las luces rojas del amanecer no dejaba de estar presente en nuestras mentes.


A la mañana siguiente, día del regreso, volvimos a intentarlo a la misma hora que el día anterior. Si bien el pronostico no era nada favorable siempre teníamos la esperanza de que el tiempo nos hiciera un guiño, lo justo para hacer La Foto y marcharnos contentos a casa. Al abrir la puerta del refugio vimos que ya no nevaba igual que el día anterior, nevaba más!. Veinte centímetros de nieve y viento nos acompañaron durante las primeras horas del camino de vuelta. Nuestras opciones de presenciar el Vignemale al amanecer se habían esfumado, tendríamos que dejarlo para otra ocasión. Ya sólo nos quedaba disfrutar de lo que nos rodeaba, la magia blanca de la montaña, que enamora, sin duda. Durante las primeras horas de regreso la nieve en contra dificultó la toma de cualquier fotografía. De pronto, estando ya en cotas más bajas, el viento y la nieve cesaron y la imagen de los abetos nevados hinchieron nuestros corazones sin dejar de maravillarnos ante lo que teníamos oportunidad de presenciar.
Poco antes de llegar al lago de Gaube Saúl y yo decidimos abandonar el camino. La vista del valle con su traje nevado no nos hubiera perdonado pasar de largo. Saúl abriendo huella y yo detrás. Hundido en la nieve hasta las rodillas puede ver ocultos tras la arboleda unos saltos de agua que hubieran sido la delicia de cualquier fotógrafo. La estrechez del lugar no me permitía mucho juego, pero tras más de 15 minutos de esfuerzo y concentración tratando de exprimir la magnificencia y belleza del lugar, pude conseguir la que, con seguridad, fue foto estrella del viaje.
