lunes, 25 de julio de 2011

Esta vez no pudo ser

Este fin de semana los astros volvieron a entrar en conjunción astral y pude aprovechar las circunstancias familiares para hacer una nueva escapada al Pirineo, dos en un mes!, no creo que vuelvan repetirse tales circunstancias en mucho tiempo.

El sitio elegido para esta ocasión era las inmediaciones de las Agujas de Travessani (2.793m) en el P.N. de Aigüestortes i Estany de Sant Maurici, muy cerquita del refugio Joan Ventosa i Calvell.
Desde que vi las foto de Carles Zamorano la fotogenia de estos colosos de roca me impactaron y decidí conocerlos de primera mano.

Para fotografiarlos en toda su magnificiencia, resaltando su escala y enormidad nada mejor que desde los cercanos lagos, como el Estany de Travessani o el conjunto de pequeñas lagunas en las inmediaciones del Estany Xic. Si se quiere una vista más amplia incluyendo otros picos característicos de la zona lo mejor es acercarse al Estany de Tumeneia de Baix, a una hora de camino desde el de Travessani. Desde su extremo oeste las composiciones son multiples y variadas con sus orillas cubiertas arena y rocas y al fondo el macizo del Contraix (2.895m) y las Agujas de Travessani a la izquierda, aunque hay que decirlo, desde aquí pierden algo de su majestuosidad.

Las ideas estaban más o menos claras y el parte meteorológico era cara o cruz, con nubes entrando desde la vertiente francesa que podían dar lugar a condiciones de luz muy favorables.

Tras dos horas y media de caminata con toda la parafernalia a la espalda (calculo unos 18Kg) y algo más de 500m de desnivel me planté casi a las siete de la tarde del sábado justo a los pies del Estany de Travessani, con las agujas envueltas en nubes y asomando tímidamente cada cierto tiempo sus formas siniestras. Al oeste el macizo de los Besiberris (3.024m) era igualmente presa de las nubes. No comenzaba bien la escapada, pero hay que tener fe, el tiempo en montaña ya se sabe que es imprevisible, me decía para mis adentros. Según avanzaban las horas el panorama a mi espalda no cambiaba y las agujas parecían que habían hecho buenas migas con las nubes. Frente a mí los Besiberris se dejaban ver aún envueltos tímidamente en nubes, que adquirían cada vez unos colores más interesantes. Llegó en este momento el dilema, ¿me bajo a la laguna justo enfrente para capturar las luces sobre los Besiberri sin opciones de hacer nada sobre las agujas o me arriesgo con las agujas y pierdo toda opción con los Besiberris? Las agujas, cuando asomaban, dejaban entrever una ligera tonalidad rosacea que contrastaba con los tonos azulados de la niebla que las envolvían otorgando una atmósfera amenazante y única. No me lo pensé, decidí apostar sobre seguro y casi a la carrera bajé hasta la laguna a mis pies. No había muchas opciones y tras encontrar un primer plano algo fotogénico pude capturar las únicas luces en todo el fin de semana. La foto resultante no deja de ser una foto clásica, de las que estamos de unos años a esta parte saturados de ver, pero siempre es una satisfacción ser testigo de este tipo de espectáculos y, si además, te lo puedes llevar a casa inmortalizado, mejor que mejor.

Canon EOS 5D Mark II, EF17-40mm f/4L USM,
degradado neutro -2 hard, polarizador, trípode
4s @ f/20 ISO 100

De regreso al lugar elegido para pasar la noche el estado de las agujas no había variado, ocultas y sólo visibles muy de vez en cuando, como para decirme que ahí estaban, para a los pocos segundos volver a desaparecer.

La noche fue cayendo y mientras preparaba algo que llevarme a la boca seguía volviendo la vista sobre mi hombro con la vana esperanza de verlas despejadas. Desde mi posición vi dos rocas a escasos metros que me llamaron la atención y como telón de fondo las agujas, envueltas en un aura de misterio, que asomaban muy tímidamente de entre la espesa capa de nubes que se interponía entre ellas y yo. Cogí la cámara, planté el trípode, y haciendo uso del Liveview de la cámara enfoque manualmente lo mejor que pude, pues apenas había luz. La foto resultante, me gusta porque transmite esa atmósfera de misterio que tanto sentí estando allí.

Canon EOS 5D Mark II,
EF24-105mm f/4L USM,
trípode
20s @ f/16 ISO 400


No quise tampoco perder la ocasión de inmortalizar el mirador que tenía a mis pies.

Canon EOS 5D Mark II, EF17-40mm f/4L USM,
polarizador, trípode, 20s @ f/19 ISO 800

Después de haber pasado una noche sin dormir a penas, pues el viento sobre la tienda estuvo de concierto toda la noche, abrí la cremallera con la vana esperanza de contemplar un cielo despejado con fotogénicas nubes sobre los picos listas para teñirse de los más bellos colores que jamás había contemplado. Nada más lejos de la realidad. Todo seguía igual, bueno, peor. Me acosté con cielo estrellado, pero ahora una densa capa de nubes bajas tapaba todos picos circundantes. Cerré la cremallera y me volví a entregar al sueño.

El plan para la mañana del domingo era visitar los Estanys de Tumenaia. Sabía que iba a hacer pocas fotos pero nada mejor que conocer un lugar para volver en futuras ocasiones. De los dos estanys que lo forman, el inferior me resultó con un potencial increíble. Los motivos ya los he comentado al principio. El de arriba, se encuentra mucho más encajado en la roca, a parte de la "maja" subida que hay que hacer hasta llegar a él.

A mediodía el sol aparecía de vez en cuando y las agujas seguían tapadas por las nubes. A las tres de la tarde el manto de nubes era el protagonista indiscutible de la jornada y el parte meteorológico para el domingo que tenía del sábado era igual o peor que el del sábado. Tras unas horas debatiéndome entre qué hacer tomé la firme decisión de abandonar el lugar y volverme a casa.

De camino, me encontré con otro fotógrafo, era el amigo Gorka López, al que no tenía el gusto de conocer. Somos inconfundibles, pues más que la cámara, nos delata el trípode sujeto a la mochila. Esa es la diferencia entre el fotógrafo ocasional de compacta y aquel que se toma la fotografía en serio. Porque para cargar con más de dos kilos adicionales a las espalda hay que tomarse este asunto en serio. Tras varios y entretenidos minutos de conversación sobre cómo nos había ido la jornada le comenté que yo ya me bajaba. Me comentó también que Enrique Mariscal y Antonio M. Rúa habían estado con él y que ya se habían bajado. Él, en cambio, lo intentaría una tarde y una mañana más. Nos despedimos deseándole suerte pues la iba a necesitar. A mitad de camino comenzó a llover y al volver la vista atrás hacia las cumbres vi que la cosas no pitaban nada bien allá arriba. Desconozco cómo le fue a Gorka (Gorka si lees esto cuéntanos) pero al llegar al coche y consultar el parte meteorológico del refugio el pronóstico era para esa tarde y la mañana siguiente de riesgo bajo de tempestades.

En esta ocasión las agujas se me resistieron pero habrá una próxima vez porque el lugar lo merece. ¿Quién dijo que la fotografía de paisaje era llegar y besar el santo?. Por eso mismo ya decía Ansel Adams que "la fotografía de paisaje supone la mayor prueba para el fotógrafo, pero es a menudo la mayor decepción".

sábado, 23 de julio de 2011

Taller de fotografía otoñal en el Valle de Arán


Ya se encuentra disponible el programa del próximo taller que impartiré el próximo otoño. Tendrá lugar en el Valle de Arán y espero que os animéis a pasar un entretenido fin de semana entre amantes de la fotografía y la naturaleza, donde pondré todo mi empeño por transmitiros de la forma más sencilla y amena posible mis conocimientos sobre fotografía de paisaje.

Para cualquier consulta os podéis poner en contacto conmigo a través del correo electrónico o teléfono que se indica en el PDF del programa.

martes, 5 de julio de 2011

Vía Láctea sobre el Midi

Hacía ya unos años que tenía pensada una escapada a la zona de los lagos de Ayous con vistas al mítico Midi d'Ossau en el Pirinéo Francés. La idea de la foto que véis se gestó bastante tiempo antes de tomarla con ayuda del programa Stellarium al comprobar la posición de la vía láctea entorno a la media noche.

Necesitaba que se cumplieran varios factores para poder hacerla realidad: un cielo totalmente despejado, ausencia de viento, ausencia de luna (el menos dentro del encuadre) y un objetivo suficientemente luminoso, p.e f/2.8. Los primeros condicionantes me los ofreció la naturaleza, el último tuve que buscarlo yo, haciendome con un 16-35 f/2.8 II prestado sólo para esta ocasión.


El trabajo en campo para conseguir esta foto consistió en localizar el encuadre cuando aún había luz (una hora más tarde de la puesta de sol) y tomar una primera foto (30s @ f/16 ISO 800) enfocando las rocas el primer plano. Minutos más tarde tomé otra (30s @ f/2.8 ISO 100) con el mismo encuadre pero variando los valores de exposición y enfocando al Midi. Una hora más tarde hice la tercera foto (30s @ f/2.8 ISO 3200) ajustando los parámetros de la cámara para capturar el cielo nocturno y la tan deseada Vía Láctea en todo su explendor.

Ya en casa, en tiempo de post-proceso quedaba combinar las tres fotos para aportar detalle en el Midi y en el primer plano de agua y rocas y así hacer realidad la visión que tuve de esta escena meses antes.