martes, 9 de julio de 2013

Sol y hielo en Neouvielle - 1ª parte


LOS PREPARATIVOS

A la vuelta de Semana Santa comencé a planificar mi escapada estival al Pirineo después de varios meses sin tocar la cámara. Esta vez deseaba ir un poco más allá respecto a salidas anteriores. Quería que la nieve fuese la protagonista de mis fotos. Una escapada a los Pirineos con equipo para dos noches durmiendo a la intemperie no es precisamente sinónimo de viaje ligero, más aún si le sumas los trastos que los fotógrafos de paisaje acostumbramos a llevar. Si además añadimos el factor nieve la cosa se complica mucho más.

Las condiciones que deseaba para mis fotos las tenía claras, pero el momento era otro cantar. Siempre me han llamado poderosamente la atención los instantes previos a los calores veraniegos cuando la nieve comienza a revelar lo que ha dejado oculto durante los meses de invierno, cuando el líquido vital de los lagos y arroyos de montaña comienza a dejarse ver y alterna con los paisajes nevados.

Ese momento de transición era el que quería presenciar, el que deseaba inmortalizar y captar con mi cámara. Así pues, tras informarme decidí que el momento preciso para la escapada sería a comienzos de mayo. El lugar elegido, tras sopesar diferentes opciones, sería la Reserva natural de Neouvielle, en el Pirineo francés. Visitar un lugar que no conoces siempre tiene su atractivo y, por qué no decirlo, sus riesgos. La configuración de dos sus lagos principales, el lago de Aumar (2.192 m) y el lago de Aubert (2.148 m), a los pies de todopoderoso pico Neouvielle (3.091 m) lo hacían especialmente atractivo. A diferencia de otros lagos del Pirineo, estos lagos no tienen la apariencia de lagos hundidos como calderas de un  volcán, en cambio los pinos adornan sus riberas y sus orillas forman pequeñas playas que hacen la delicia del fotógrafo.

La fácil accesibilidad a estos lagos, cuando las nieves dejan libres las carreteras, unido a la fotogenia del entorno determinaba que fuera el punto elegido para pasar la primera noche. Pese a la belleza de este lugar son pocas las fotografías que encontré más allá de las típicas instantáneas realizadas por excursionistas y amantes de la montaña. Pocos fotógrafos, con claro interés artístico y armados con trípode y demás enseres fotográficos, se han acercado a sus orillas, a diferencia de otros enclaves del Pirineo. Eso lo hacía más atractivo si cabe. Aún así, los alrededores de los lagos de Aumar y de Aubert son, con mucho, los lugares más fotografiados de toda la Reserva Natural y alrededores.

Quedaba elegir dónde pasaría la segunda noche. Tras estudiar los mapas de la zona me decanté por un valle orientado al norte donde varios lagos se dan cita en sucesión, como miembros de una gran familia cogidos de la mano. El acceso desde los lagos de Aubert y de Aumar sólo requería salvar un desnivel de algo más de 300 metros y unas tres horas de recorrido. Este valle, abierto hacia norte, está presidido desde lo lejos por el mítico Midi de Bigorre (2.876 m) que, con sus inconfundibles antenas, preside todo el entorno. Al sur, los grandes contrafuertes del pico Neouvielle y al este y oeste sus hermanos menores (Pic d'Astazou (2.622 m) y Pic dets Goubous (2.541 m)) envuelven el valle. Esta orientación lo hacía ideal para fotografiar el atardecer y el amanecer durante los meses centrales del año.

Esquema del recorrido y puntos de acampada
Según se aproximaba la fecha fui consciente de que las condiciones excepcionales de innivación de este año me iban a obligar a retrasar la fecha un mes. Una semana antes del 8 de junio, segunda fecha elegida para salir, había más de 3 metros de nieve en el entorno de Neouvielle y los lagos estaban totalmente tapados. No eran las condiciones que estaba buscando. Decidí, pues, retrasar el viaje un mes más. El espesor de la nieve fue bajando hasta quedar a unos escasos 2 metros. Una semana antes de partir las recientes lluvias sumadas al deshielo produjeron cortes de carreteras en todo el Pirineo, y la carretera de los lagos, que debía tomar, no fue una excepción. El buen tiempo que siguió permitió acelerar las reparaciones y el 28 de junio, junto a mi hermano Carlos y el amigo Patric salíamos rumbo a Neouvielle, con unas condiciones atmosféricas que hacían presagiar un fin de semana y una aventura inolvidable.


COMIENZA EL VIAJE

Parking del lago Oredón (iPhone 5)
© Carlos A. Fdez Ferrá
Llegamos al parking del lago Oredón sobre las 16:00h, donde nos informaron que el acceso con vehículo particular a los lagos de Aumar y de Aubert estaba cerrado pero sí que se podía subir con el servicio de taxis previo pago (4€ ida y vuelta por persona). La alternativa era cargar cada uno de nosotros con 24kg a nuestras espaldas durante hora y media salvado un desnivel de 300 metros. Tras debatirlo, decidimos pasar por caja y ahorrar así fuerzas para los próximos días.

A tenor de la predicción meteorológica sabíamos que si llovía algo sería esa tarde, tal y como hacía presagiar el cielo cubierto que tapaba las cumbres que nos rodeaban, y que el resto del fin de semana sería soleado.

Llegados al parking situado entre los lagos de Aubert y de Aumar buscamos un lugar donde poner la tienda. La acampada entorno a estos lagos está prohibida fuera del área de vivac junto a la presa del lago de Aubert, pero dada la gran cantidad de nieve que aún quedaba nos dieron cierta flexibilidad a la hora buscar emplazamiento.

Lago de Aubert (panorámica con iPhone 5)
© Carlos A. Fdez Ferrá
El ambiente era tal y como me lo había imaginado, las cumbres nevadas, los lagos con bloques de hielo aún flotando y grandes extensiones de nieve primavera que alternaba en zonas con la roca húmeda y la vegetación que comenzaba a despertar de su largo letargo invernal. A los tres nos daba la sensación de haber sido teletransportados a miles de kilómetros, quizás a las Rocosas Canadienses o puede que a un paraje islandés. Estaba claro que habíamos acertado de lleno con las fechas elegidas.

Emplazamiento primera noche (iPhone 5)
© Carlos A. Fdez Ferrá
A orillas del lago de Aumar, y a escasos minutos del lugar que tenía elegido para hacer el atardecer y el amanecer, encontramos una cabaña cerrada a cal y canto pero con una extensión plana de hierba despejada de nieve al abrigo de una de las paredes laterales, con la suficiente amplitud como para poder poner las dos tiendas que llevábamos.

Sobre las siete de la tarde, cargados únicamente con el equipo fotográfico, nos dirigimos, siguiendo el curso de la carretera (aún con 1,5 metros de nieve a los lados) a inspeccionar el extremo oriental del lago de Aumar que, a priori, ofrecía excelentes posibilidades tanto para el amanecer como para el atardecer. Un bloque de hielo medio sumergido cercano a la orilla al instante atrapó nuestra atención. No podíamos haber imaginado mejor entretenimiento para esa tarde y mejor primer plano, con el Pico Neouvielle de fondo, para nuestras fotos.
Canon EOS 5D Mark II, EF 17-40mm f/4L USM
polarizador, HDR de 5 fotos (8s, 3,2s, 1s, 0,4s, 1/8s
@ f/20 ISO100)
Tener tal cantidad de nieve a finales de junio, era todo un regalo, era algo excepcional, quizás irrepetible en muchos años, y nos sentíamos auténticos privilegiados estando allí. Teníamos que aprovechar esas circunstancias como fuera. Apenas nos encontramos un alma esa tarde y la sensación de tener todo el paisaje sólo para nosotros hacía que disfrutáramos de cada instante aún con más intensidad.

Laguna helada (iPhone 5)
© Carlos A. Fdez Ferrá
Las nubes, aferradas al pico Neouvielle, no lo querían soltar y el sol tímidamente se dejaba ver muy de vez en cuando cuando la masa nubosa se lo permitía. A nuestras espaldas, escondidos entre pequeñas lomas, no lejos de la carretera que bajaba al lago Oredón, pequeños lagos escondían grandes tesoros como no tardamos en descubrir. Bloques de hielo medio sumergidos cubrían la mitad de una pequeña laguna y se dejaban entrever con un azul intenso. El perfil de hielo cubierto de nieve mostraba sugerentes formas que enseguida nos cautivaron.

El ambiente gris de la tarde, con un cielo amenazador, combinado con el toque de color azul intenso que otorgaba a nuestras fotos el hielo de formas sugerentes bajo el agua, era hipnotizador, casi surrealista.

Nos nos movimos de allí hasta pasadas las 10 de la noche, cuando la luz comenzó a escasear y el cielo aún cubierto no nos ofreció ya garantía alguna de buenas luces. Regresamos a las tiendas con la idea clara de repetir los mismos encuadres al amanecer pues el sol incidiría en la cumbres de forma lateral. La combinación de naranjas, azules intensos y el blanco de la nieve se me hacía de lo más sugerente. 

Tras una noche tranquila a las 5:15 sonó la alarma del reloj, saqué la cabeza a través de la cremallera de la tienda para constatar que no había rastros de nubes. La luz de una luna alta aportaba suficiente claridad al paisaje para ser consciente de la maravilla que teníamos ante nuestros ojos. No había tiempo que perder, en 50 minutos el sol haría acto de presencia. Según nos aproximábamos a la zona convenida comprobamos como el bloque de hielo que tanto juego nos dio la tarde anterior se había separado bastante de la orilla. Ya no podríamos incluirlo en nuestros encuadres. Tras las primeras fotos de rigor en la llamada "hora azul" con el pico Neouvielle reflejado, ahora visible en toda su magnitud, me dirigí al pequeño lago cubierto de hielo de la tarde anterior. No quedaba mucho para que el sol comenzara a incidir sobre el trío de cumbres. El encuadre estaba claro, sólo era cuestión de esperar.

Canon EOS 5D Mark II, EF 17-40mm f/4L USM
polarizador, degradado neutro 2 pasos de transición fuerte
6s @ f/22 ISO100
Tenía una foto que realmente, por si sola, hacía merecer todo el esfuerzo de haber preparado el viaje. Me resistía a abandonar este lugar, que casi consideraba mágico, haciendo varias tomas más para montar alguna panorámica vertical incluyendo la luna.

Volví a orillas de lago de Aumar, con la intención de fotografiar el pico Neouvielle contra un cielo azul intenso y vestido con sus mejores galas, ya bañado por la luz matutina. Las composiciones desde este lugar no tienen mucho misterio, casi me atrevería a decir que son sota, caballo y rey. Quizás son las condiciones atmosféricas las que pueden conseguir que una u otra foto tenga más o menor magia.

La luz ya comenzaba a ser dura tras llenar mi tarjeta con varios encuadres que me apetecía tener, no tanto por su originalidad como por los recuerdos que me iban a suscitar.

Tras probar con el iPhone una panorámica de 180º, que me sorprendió (el iPhone ha resultado ser una pieza del equipo fotográfico, en este viaje, casi imprescindible para documentar el mismo, sobre todo con el tema de las panorámicas) decidí repetir la misma con la reflex. Tenía configurado el Magic Lantern para que me ejecutara de forma automática las exposiciones necesarias para cada encuadre, de forma que, ya en casa, podría hacer blending o HDR de cada una de ellas antes de montar la panorámica. Hacerlo así resultó de lo más cómodo, un disparo por encuadre daba lugar de forma automática a N exposiciones asegurando que cubría todo el rango dinámico de la escena.

Canon EOS 5D Mark II, EF 17-40mm f/4L USM
polarizador, panorámica de 9 fotos verticales
y de 4 a 2 exposiciones por encuadre)
Sobre las 10:00 de la mañana volvimos sobre nuestros pasos a las tiendas para desayunar y rehacer las mochilas. Nos esperaba una travesía interesante hasta el Lago Nère pasando por la Hourquette d'Aubert (2.498m), pero esta historia tendrá que esperar a una próxima entrada.

15 comentarios:

  1. Hola Enrique, larga la espera pero provechosa, lugar magico el escogido, Neouvielle. Aunque cualquier lugar del Pirineo, tiene su encanto fotograficamente, tu se lo sabes sacar, la prueba la tenemos con las fotografías que nos mandas en esta ocasión.
    Espero las nuevas entradas de este Sol y Hielo magnifico.
    Un saludo

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    1. Gracias Juan José, efectivamente la espera fue larga pero mereció la pena. Un saludo y gracias por tu comentario ;)

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  2. Un relato realmente magnífico como siempre, didáctico y entretenido. Y las fotos realmente increíbles. Me saco el sombrero porque son impactantes. Ese azul claro con el naranja de fondo es de lo mejorcito que he visto en mucho tiempo, y la primera tiene un misterio que la hace imprescindible!!!. Enhorabuena.

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    1. Gracias Jose Antonio, me alegro de que te haya gustado. Esos azules me enamoraron en cuanto los vi ;)

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  3. Genial relato, escrito con todo detalle. Con lo bien preparado que lo llevabas, estaba seguro que ibas a encontrar lo que querías, y desde luego que viendo las fotos mereció muchísimo la pena el viaje. Me alegro mucho. Enhorabuena.
    Un abrazo!

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    1. Gracias Daniel, sí al final todo salió, pero ya sabes que en montaña siempre el factor suerte es decisivo, y te puede chafar una salida cualquier imprevisto por pequeño que sea. A ver si para la próxima te apuntas ;)

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  4. Estupenda escapada Enrique, se nota en el resultado todo el trabajo previo.

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    1. Gracias Juanchy, cuando las cosas salen como uno quiere, que bien se queda uno, jeje.

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  5. Espectacular, un rincón donde tengo pendiente ir hace tiempo y que como bien dices, no se encuentran imágenes mas allá de las turísticas.

    Saludos!

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    1. Gracias Raúl, toda la zona tiene mucho potencial con multitud de lagos poco fotografiados pero muy fotogénicos. Yo volveré ;)

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  6. Enrique,

    Hace tiempo que no te veo fotos tan buenas. Éstas están en tu podium según mi parecer.

    Yo estuve a final de mayo, y pese a que esperaba un poco más de nieve de la habitual, ese "poco" no lo fue así. Estaba claro que lo mejor vendría casi 2 meses después; pero no me he podido acercar y este año me he quedado con la impresión invernal a puertas del verano. Ya te digo yo cómo estaba esa charca en aquel entonces ;-)

    Y no se trata de que salen porque uno las prepara (que también), sino que salen porque salen.

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    1. Gracias "Anónimo" por tus palabras. Tener las ideas claras de lo que uno quiere contribuye mucho a la "suerte" final ;)

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    2. Preciosas fotos, esta claro que la fecha al final fué la adecuada. Bellos paisajes que estában esperando para mostrar su extraordinaria belleza. Es un placer leer este blog y poder compartir los buenos momentos narrados como si hubieramos estado allí.

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  7. Enrique , una buenísima descripción de lo que allí nos encontramos. Un paraje espectacular en proceso de cambio comenzando el deshielo y con la ventaja de unas temperaturas de Julio. Un gran acierto la fecha elegida. A esto añadir lo mejor de todo, la compañía. ;)

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    1. La verdad es que acertamos, y nos lo pasamos en grande, pero como tu bien dices lo mejor fue la compañía. Habrá que repetir ;)

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