viernes, 27 de abril de 2012

Fotografía de paisaje y niños


Desde que en el año 2006 nació mi primer hijo el tiempo que puedo dedicar a la fotografía es cada vez más escaso pero de una manera u otra siempre encuentro un huecos y momentos en los que sumergirme en mi pasión. Bien con alguna escapada de fin de semana, en solitario o con algún otro amante (léase loco) de la fotografía, bien con escapadas matutinas y bastante fugaces desde casa o cuando hacemos algún viaje en familia.

Tengo ya muy claro que viajar en familia con niños pequeños no está en absoluto reñido con  la fotografía de paisaje pero es necesario tener las ideas muy claras mucho antes de emprender el viaje.

Es cierto que estaremos mucho más limitados que quienes no viajan con niños, las oportunidades fotográficas serán mucho menores, en ocasiones nos tendremos que contentar con captar únicamente con nuestros ojos bellos atardeceres pero aún así, con una buena preparación y planificación del viaje, podremos maximizar nuestras posibilidades fotográficas y volver a casas con grandes fotos.

El objetivo que siempre me marco es doble. Por un lado seguir manteniendo un mínimo de calidad en mi trabajo pero a la vez dedicar a los nuestros todo el tiempo que merecen. ¿Cómo conseguir esto? El viejo dicho "divide y vencerás" tiene aquí más aplicación que nunca. Tanto la fotografía como la atención que precisan nuestros hijos pequeños requieren estar con los cinco sentidos y solapar ambas situaciones no hará más que dar al traste con cualquier intento de hacer las cosas bien.

Si algo he sacado en claro después de varios años es que si tenemos en mente una serie de pautas tendremos muchas garantías de volvernos casa, no con muchas fotos, pero si de calidad y con la satisfacción de haber aprovechado el viaje en lo que al aspecto fotográfico se refiere. Así pues mis consejos son:
  1. Planifica el viaje teniendo muy claro que los ratos que dediquemos a la fotografía de paisaje interfieran lo menos posible con los minutos que dediquemos a nuestra familia.
  2. Como parte de la planificación del viaje trata de recopilar la máxima información que puedas del lugar que pretendes visitar. Consulta a otros fotógrafos que conocen la zona, busca en Internet fotos que te descubran enclaves con potencial, etc. El objetivo es inspirarte y familiarizarte lo mas posible con uno o dos sitios con posibilidades. Si el destino elegido no te inspira busca otro o es difícil que regreses del viaje con fotos que consideres decentes.
  3. Los momentos más idóneos se dan en los límites del día y la noche, precisamente cuando los pequeños suelen estar durmiendo o a punto de irse a la cama. Los amaneceres serán los momentos más propicios para trabajar en soledad. Los atardeceres pueden ser más problemáticos, porque pueden coincidir con la hora de la cena. Una tercera opción, si tu pareja lo consiente, puede ser salir ya de noche en busca de escenas nocturnas.
  4. Estudia con antelación las horas de salida y puesta de sol. Por dónde saldrá y se ocultará y lo mismo para la luna. En caso de que la zona a visitar sea costera consulta las tablas de mareas y cómo pueden influir en las fotografías que piensas hacer. 
  5. Trata de buscar un alojamiento cercano al sitio a fotografiar. En unos 30-45 min, como mucho, debería permitirte llegar facilmente al lugar elegido. Con ello te aseguras que estarás de vuelta para desayunar con tus peques. Cerciórate antes de salir que en horas fuera de las habituales no hay problemas para salir o entrar del sitio donde te hospedas.
  6. Trata de organizar excursiones con los peques a las zonas elegidas para tener una primera toma de contacto con el lugar y tratar de pensar en posibles encuadres. Llegar de noche a un sitio que no conoces no suele ser muy recomendable y en la mayoría de las ocasiones será el factor determinante entre quedarte en la cama o vencer al Sr. Sueño.
  7. Trata de tener ya varias ideas preconcebidas en tu cabeza antes de salir a hace fotos.  Eso no significa que debas perseguir de forma ciega esas fotos soñadas pero supondrán un incentivo vital para salir con la dosis de ánimo e inspiración que hacen falta sobre todo si pretendemos escaparnos de madrugada.
  8. Durante el tiempo que estes con tu familia no dejes de hacer fotos, pero esta vez centra tu atención en los más pequeños. De esta forma continuarás engrasando el sentido de la percepción fotográfica pero enfrentándote a otros retos.

Conseguir fotos de mis hijos en una situación inusual o con unos gestos llamativos me sigue llenando de satisfación tanto o más que la fotografía de paisaje.

Con todo ello no hay nada asegurado, pero si algo puedo afirmar es que el nivel de planificación previo al viaje y la motivación que tengamos serán determinantes a la hora de volver satisfechos del viaje en lo familiar y en lo fotográfico.

Casi todas estas recomendaciones pueden también aplicarse en viajes sin niños con el fin de no machacar a nuestros acompañantes si no son muy devotos de la fotografía. No hay nada peor que estar aguantando a un pelmazo que dedica más 10min a cada foto. Y no hay nada más desesperante que hacer las fotos con prisas sin dedicarle todo el tiempo que merecen para no enfandar a quien nos está esperando.

Os dejo, a continuación ejemplos de fotos (muchas de ellas ya publicadas en este blog) que he conseguido en escapadas familiares viajando con los peques durante estos últimos años.

Foto tomada al atardecer en la playa de Liencres en Cantabria. Por la mañana aprovechando un paseo familiar descubrí el potencial de esta playa. Con programas como Google Earth o TPE pude averiguar exactamente por dónde se iba a poner el sol al atardecer. El amanecer en esta playa no ofrece tantas posibilides como el atardecer en el mes de abril. Esa misma tarde volvimos a la playa, pero esta vez ya trípode en mano. Tras localizar un encuadre con potencial pedí a mi pareja 10min de concentración total. Esta foto se ha publicado en varios medios y ha ganado algunos de los más prestigiosos concursos de fotografía a nivel nacional (relato ampliado).


Durante la preparación del viaje al Valle de Tena, pregunté por sitios con posibilidades no muy lejos de Sallent de Gallego, donde nos alojábamos, a mi buen amigo y fotógrafo Jesús Arranz. Uno de los recorridos que me sugirió no estaba a más de 15 minutos en coche y media hora andando por una ancha pista forestal. Días antes de tomar esta foto una excursión familiar me permitió tener una toma de contacto con el sitio y con el recorrido. Dos días seguidos me levanté a las 5:30 de la mañana hasta obtener esta foto que tantas alegrías me ha dado. También ha sido publicada en libros y revistas y ha ganado varios concursos de fotografía nacionales (relato ampliado).


La elección de unas vacaciones en la Costa Brava no fue del todo casual, pues tenía claro el potencial de esta zona del Mediterraneo. A poco que se busque en Internet son cientos las fotos que aparecen, en muchos casos con grandes niveles de calidad. Estaba claro que las mejores posibilidades las tendría al amanecer y varias escapadas en los diez días que pasamos allí me permitieron conocer bastante bien tres de las muchas calas con las que cuenta esta costa a tan sólo 15 minutos del hotel donde nos alojábamos. Esta foto en cuestión, de la playa de Belladona, la previsualicé el día anterior cuando ya estaba próximo a regresar al hotel y la luz del sol ya había perdido parte de su magia. Al día siguiente volví dispuesto a inmortalizar la imagen que tenía en mi cabeza. Esta foto aparecerá publicada próximamente. Ya os avisaré.


La playa de Benijo es un lugar que ningún fotógrafo de paisaje puede pasar por alto si visita la isla de Tenerife. Puesto que estaba bastante lejos de donde nos alojábamos no era una opción visitarla con antelación en solitario. No quedaba más remedio que visitarla en familia y ajustar la hora de visita a los momentos más propicios del atarceder. Sólo iba a tener una oportunidad de volverme con una foto de este sito, así que había que aprovechar el momento. Media hora antes de la puesta de sol llegamos a la playa trípode en mano. Tenía muy claro por donde se iba a poner el sol por el estudio previo que había hecho de la zona. A la carrera me separé de mi mujer y mi hijo buscando algo que me llamara la atención. Encontré una roca medio sumergida que convertí en protagonista del único encuadre que me dio tiempo a trabajar antes de que se ocultara el sol. Esta foto estará presente hasta el 2020 en la portada del mapa de la isla que distribuye Tenerife Pearl (relato ampliado)

Con una niña recién nacida y un niño de casi tres años optamos en agosto del 2009 por pasar una semana de vacaciones en Cantabria. Semanas antes de salir estudié bien la posibilidades de la costa Cantabra y lo que vi de la Costa Quebrada me llamó poderosamente la atención. Lo siguente fue buscar una alojamiento no muy lejos de esa zona. Finalmente di con uno que a pocos minutos andando me permitía situarme a los pies de acantilados y urros y en poco más de cinco minutos en coche llegar a otras calas de la zona. En una semana me escapé cuantro mañanas visitando distintos enclaves de este litoral. El último día, con un pronóstico no muy favorable, pues anunciaban lluvias volví a salir temprano y pude llevarme a casa una de las mejores fotos de costa que he hecho hasta la fecha (relato ampliado).
Durante dos Semana Santas consecutivas he tenido la oportunidad de visitar la costa gaditana con Elena y lo niños. El año pasado no encontré el tiempo necesario para buscar información sobre puntos con interés fotográfico. El resultado fue volverme a casa con la tarjeta vacia. Este año, decidí no cometer el mismo error y entre los muchos lugares que localicé bucando en webs como Flickr o Panoramio, la zona del Cabo Trafalgar era una muy buena candidata aunque presentaba dos potenciales problemas. Por una parte estaba como a una hora de donde nos alojábamos (ya que repetimos el mismo alojamiento del año anterior) y por otra no era un sitio muy aconsejable para el amanecer en esta época del año por lo escorado hacia el interior que salía el sol. Pero era esta zona o volverme de nuevo a casa sin fotos. Dos días antes de esta imagen visité el lugar con la familia con lo que puede hacerme una muy buena composición del lugar. De los sitios exactos que presentaban buenas posibilidades y cuál era el camino que tendría que hacer de noche. El día elegido para hacer la foto había pronóstico de cielos casi despejados pero por suerte las nubes fueron las principales protagonístas. Una marea baja dejaba a ras de agua mil y una combinaciones distintas de lineas sinuosas de rocas cubiertas de verdín. Pocos minutos antes de que el sol hiciera su aparición la nubes se tiñeron de sangre para, minutos más tarde, volver a ocultarse para ya no aparecer. A las 9:30 de la mañana ya estaba de vuelta justo cuando los peques comenzaban a despertarse.

Espero que estas experiencias y consejos os animen a salir cámara y trípode en mano, sobre todo si tenéis niños pequeños. Recordad que la perseverancia y una buena planificación previa es la clave para asegurar el éxito.