miércoles, 27 de agosto de 2008

Paisajes de National Geographic Viajes

En su próximo número de septiembre (nº 102), la revista National Geographic Viajes publica, casi a doble página una foto mía en su sección de Paisajes, esta vez dedicada a los bosques otoñales.

La foto que se publica en cuestión fue tomada hace tres años en el Valle de Pineta a orillas del embalse de Pineta. Mi primera intencióm aquella mañana fue la aprovechar el madrugón para fotografiar la luz del amanecer sobre las cumbres que rodean al lago y sus reflejos, pero una densa masa nubosa por el este echó al traste toda esperanza. A medida que avanzaba la mañana, la niebla sobre el embalse se transformó en jirones de nubes y los colores del otoño se iban haciendo cada vez más presentes.

Se dice que uno tiene que ir con la mente abierta y no ceñirse a planes preestablecidos, aunque también es cierto que son precisamente esas ideas preconcebidas las que nos motivan e impulsan a aventurarnos en aquellos rincones que jamás pisaríamos de otra manera.

lunes, 18 de agosto de 2008

Escapadas: Valle del río Ésera

Hace mucho tiempo que tenía en mente pasar unos días en solitario en la montaña. Yo, mi tienda y mi cámara como únicos compañeros de viaje en comunión plena con la naturaleza. Como fotógrafo de paisaje, considero esta experiencia como una de las, quizás, más gratificantes que uno pueda experimentar.

Parte por responsabilidades familiares y parte por lo que supone un vivac de varios días en solitario en la montaña, nunca antes había tenido oportunidad de hacer una escapada de este tipo. Pero hace unos meses, planificando las vacaciones del verano, vi que había una oportunidad de ver cumplido este antiguo sueño. Las fechas estaban claras, del 12 al 14 de agosto, sólo faltaba elegir el lugar y preparar la logística de la salida...y, por supuesto, que el tiempo acompañara.

El lugar finalmente elegido no me era del todo desconocido. Hacía año y medio tuve mi primer contacto con el Parque Natural de Posets y Maladeta, aunque en esta ocasión me proponía visitar zonas que no conocía.

El mes de agosto no suele ser el más favorable fotográficamente hablando. La luz es muy dura durante la mayor parte del día, el agua empieza a escasear y esplendor de la primavera ya ha llegado a su fin en las altas cumbres. Pero aún así sabía que, de llevarme algo a casa, sería con casi total seguridad durante el amanecer y el atardecer, únicos momentos del día donde la magia de la luz de la montaña se hace presente. Así que la búsqueda de enclaves en Internet durante las semanas previas, lo centré en maximizar las oportunidades durante esos momentos del día.

Di así con un lugar que me enamoró, al ver unas pocas fotografías de calidad, y que no figura entre los más fotografiados del parque: La laguna de Paderna y su inmediaciones a los pies del pico del mismo nombre. Quizás parte del motivo sea que no es una de las cumbres más significativas del parque y que su ubicación exige una caminata de algo más de 1 hora desde el parking más cercano, lo que dificulta fotografiarlo al amanecer, que por su orientación hacia el este es a lo que mejor se presta. Así pues, o bien se hace vivac a sus pies (lo más adecuado) o bien se pernocta en el refugio La Renclusa y se realiza una caminata nocturna de 30'-40' que aconsejo hacer antes de día para familiarizarse con el recorrido.

El parte meteorológico para esos días, de sol y nubes con posibilidad de precipitaciones, me daba ciertas esperanzas aunque ni mucho menos me garantizaba lo que iba buscando. Tendría que confiar en la suerte.

Después de tres horas de recorrido desde el coche y un desnivel salvado de 600 metros, y tras unos empinados últimos 200 metros de ascenso paralelos al caer de un riachuelo entre grandes rocas, desemboco en un oasis de verdor, recorrido por serpenteantes aguas cristalinas que como espejos reflejaban las cumbres que rodean el lugar. Eran las 7 de la tarde cuando llegué y no pude más que empezar a buscar las mil y una posibilidades que brindaba el lugar antes de ni siquiera saber donde iba a colocar la tienda. Aunque no era sitio más idóneo para un atardecer sabía que a poco que tuviera un buen amanecer podría volverme a casa con buen material.

Tras una noche algo agitada por el viento y con poca continuidad en el sueño amaneció un día despejado por el este y con nubes sobre el oeste: la situación ideal. La búsqueda de composiciones ya la había realizado la tarde anterior así que lo único que me quedaba era tratar de captar los diferentes matices de la luz a medida que se abría el día y esperar el momento adecuado cuando el viento dejaba de soplar y los reflejos se hacían nítidos. Dicho así parece hasta una actividad relajante: sé donde colocar el trípode y como encuadrar la escena que tengo ante mis ojos. La realidad es bien distinta, la luz cambia vertiginosamente de tonalidad y a poco que te descuidas has perdido para siempre jamás el momento cumbre del día. El contraste de luz es tan grande y la orografía tan irregular que te obliga a ir un paso más allá en el manejo de los filtros degradados. No vale con situar el filtro adecuado y hacer la foto, no, hay que hacer varias tomas, con filtro, sin filtro, con el filtro colocado de una forma, de otra, etc., para luego en casa tratar de obtener la toma más realista posible, sin que la foto muestre rastro alguno de la utilización de ningún tipo de filtro.



Aunque soy un defensor de la técnica del degradado neutro digital, con el paso del tiempo soy cada vez más defensor de la utilización de filtros degradados físicos. Una cosa no contradice la otra. La técnica que utilizo es hacer varias tomas con el filtro degradado neutro (que sujeto con la mano y muevo durante la exposición) e incluso alguna sin filtro. El objetivo no es otro que el que ya he comentado unas líneas más arriba: borrar de la foto final todo rastro de oscurecimiento que delate la utilización del filtro degradado. Pero..., ¿por qué utilizar el filtro y no simplemente hacer tomas sin del degradado neutro para luego fusionarlas digitalmente? Las tonalidades y saturación que aporta el filtro degradado neutro, al menos los de la marca Singh-ray, que son los que utilizo yo, son difícilmente conseguibles en tiempo de post-procesado.


Al final la suerte se puso de mi lado y el amanecer resulto todo un espectáculo (la fotos hablan por si solas). La escapada ya había dado sus frutos.

El segundo día no tenía muy claro donde iba a pasar la noche e iba depender de lo que me encontrara insitu. Las inmediaciones de los ibones de Viallamuerta, el Plan de Estañ o el Plan de Aigualluts figuraban entre los posibles candidatos. Finalmente este último fue el lugar elegido, tanto por sus posibilidades fotográficas como por las de acampada.

Las horas centrales del día no terminaron de inspirarme y cayeron pocas fotos, algunos detalles a las cascadas de la zona y alguna que otra foto para matar el aburrimiento que sabía acabaría borrando o guardando como foto documental. Las horas siguientes tampoco fueron mucho mejores. Un atardecer insulso y un amanecer encapotado y amenazante no me dieron apenas opciones.

Ya camino de regreso al coche, bajo la lluvia, con un cielo gris sobre mi cabeza pero con un verdor eléctrico bajo mis pies, una gran sonrisa se dibujada en mi interior. Era más consciente que nunca de lo sobrecogedoramente bello que es el mundo natural incluso en uno de los calificados como días grises. Es una pena que sigamos sin ser conscientes de que forma parte integral de nosotros mismos, que tenemos que cuidarlo como si fuera una parte más de nuestro cuerpo. En los dos días que pasé entre las montañas seguí viendo muestras de esa falta de consciencia: vi y recogí restos de basura que los visitantes del parque dejaban "olvidados".

Fotográficamente la experiencia había resultado más que gratificante. Seguía teniendo grabado en mi memoria las mágicas luces de mi primera mañana y en mi interior resonaban las palabras de un fotógrafo norteamericano que recientemente había tenido oportunidad de leer y que sentí como parte de mi hacer fotográfico. Decían:

Estoy muy interesado en crear imágenes, en condiciones naturales, que estén en el límite de lo que experimentamos comúnmente como realidad. Estoy explorando un conjunto de técnicas, tanto en el campo como de post-procesado hacia la consecución de este objetivo, pero en gran medida, todas ellas dependen de estar en el lugar correcto en el momento adecuadoSean Bagshaw - www.outdoorexposurephoto.com


Más fotos de la escapada aquí, en mi web: www.efferra.com

domingo, 3 de agosto de 2008

Escapadas: Costa Brava

Ya de vuelta de mi primer encuentro con la Costa Brava he actualizado mi web con nuevo material.

Combinar la fotografía de paisaje con las vacaciones familiares no es tarea fácil. Te obliga a madrugar y buscar localizaciones no muy alejadas del alojamiento. La perseverancia y una buena planificación previa es la clave para asegurar el éxito.