miércoles, 13 de mayo de 2009

El "buen tiempo"

Se acerca el fin de semana y sin saber si voy a poder sacar un hueco para coger la cámara miro instintivamente la predicción meteorológica con la esperanza de que haga "buen tiempo". Pero mi "buen tiempo" no es el buen tiempo que la gran mayoría de las personas ansía. Si el pronóstico se presenta soleado me relajo porque sé que la cámara quedará guardada en el mismo armario un fin de semana más. Si entra o sale una borrasca ardo en excitación porque que con un poco de suerte (léase mucha suerte) es posible que consiga captar esas luces inusuales y visiones únicas tan ansiadas por el fotógrafo.

El pasado fin de semana fue uno de esos de "buen tiempo", lluvias generalizadas en toda España. Momento idóneo para coger la cámara, trípode y pegarse un buen madrugón. Llego al parking de Cotos y soy el único coche, ¿quién va ser tan loco de llegar a las 6:15 de la mañana a la zona de Peñalara con una predicción tan nefasta? Salgo del coche, no se mueve ni una brizna de aire, pero el olor a tierra mojada inunda mis sentidos y ya sólo por esas sensaciones merece la pena el madrugón. Las nubes cubren todo el valle del Lozoya a mis pies y las cumbres cercanas se esconden y aparecen tras remolinos danzantes de nubes, todo ello bañado por la taciturna luz del alba. El panorama es espectacular, como pocas veces he visto, pero es la clásica escena que merece mil veces más ser contemplada que fotografiada e inicio la subida hacia mi destino.

El circo de Peñalara es quizás, con mucha seguridad, el entorno más fotogénico de toda la sierra de Guadarrama y en estos meses del año queda cubierta por una alfombra verde surcada por cientos de pequeños arroyos de montaña. Llego a mi destino y la suerte no parece querer aliarse conmigo pues esas luces tan ansiadas no terminan de aparecer. El silencio se respira y sólo es roto por el suave discurrir del agua. Son momentos para dejarse invadir por la magia de la montaña. La niebla invade el lugar y los picos como fantasmas se intuyen más que se ven. Quizás sea falta de inspiración pero no termino de ver una composición que me cautive. Aún así saco la cámara para entrar en calor. Cuando parece que ya no va a suceder nada, veo sobre mi cabeza como las nubes se tiñen de un pálido color anaranjado, pero sigo sin ver como incluirlas en un encuadre que haga justicia al lugar y a la experiencia vivida. Los colores van perdiendo más intensidad y situándome sobre uno de los meandros de un sinuoso arroyuelo doy con un encuadre que sin entusiasmarme no me deja indiferente. El cielo conserva algo de sus tonalidades que con la ayuda del filtro degradado neutro sé que se van a potenciar. La niebla sigue entrando y saliendo conformando una escena de ensueño. Al poco tiempo la luz pierde calidez y la niebla se hace más espesa. Me resisto a guardar la cámara y tras unas cuantas tomas más, que casi con total seguridad terminaré borrando, sé que todo ha llegado a su fin.

Ya de vuelta comienza a llover y una vez más regreso contento, quizás no tanto por la calidad de las fotos pero sí por la experiencia que me hace cargar las pilas para el inicio de la semana.

viernes, 24 de abril de 2009

Fotógrafo del Año

El pasado mes de noviembre FONAMAD celebró su asamblea anual y tuve el privilegio de ser elegido por todos sus miembros Fotógrafo del Año.

Tuve el placer de poder mostrar en una proyección una muestra de mi trabajo que tuvo mejor acogida de lo que esperaba. Por fin, después de solventar algunos problemas técnicos he podido colgarla online. Espero que os guste.


miércoles, 15 de abril de 2009

Benijo

Ya de vuelta de unas minivaciones con la family por la isla de Tenerife puede sacar algo tiempo y volverma a casa con un bello recuerdo de la maravillosa costa de Anaga, en concreto de la playa de Benijo. Una playa que ya desde las alturas me fascinó con sus imponentes moles piedra que dan idea de la grandiosidad de lugar.

Son muchas las fotos que se han visto de esta fotogénica playa, pero a decir verdad no tenía ninguna en mente, casí mejor porque seguro que me hubieran condicionado.

La bajada a esta playa se realiza por unas escaleras que descienden de forma pronunciada 60 metros. No hubiera supuesto ninguna dificultad de no ser porque tuve que cargar con el peque de 2 años, mochila, trípode y demás parafernalia playera que una mamá embarazada no podía cargar.

Ya tenía estudida la zona, sabía que la marea baja iba a coincidir con la puesta de sol y por dónde se iba a esconder el astro rey en esta época del año.

Llegamos a la playa algo más de media hora antes de la puesta de sol, pero primero hay que ocuparse del peque, que tiene que comer algo. La verdad sea dicha empiezo a ponerme nervioso porque quedan muy pocos minutos de luz. Así que al poco rato salgo disparado y me alejo mochila y trípode en mano buscando una composición que me atraiga y haga justicia al lugar. No sólo va a ser la única oportunidad que tenga de inmortalizar esta playa, sino de volverme a casa con alguna foto de paisaje que merezca la pena de todos los días que hemos pasado en esta hermosa isla, donde sobre todo ha habido instantáneas familiares (también es divertido inmortalizar al peque!).

Buscar la concentración en el terreno creativo no resulta fácil de forma tan repentina. No me da tiempo a imbuirme de la magia del lugar y tiro de una receta que suele funcionar, aunque no sea muy original. Busco algún elemento fotogénico en primer plano que de profundidad y salpicado por las olas para proporcionar algo de dinamismo a la escena. El sol está a punto de esconderse tras las nubes para ya no salir. Lo encuentro y todo ya es ponerse a montar trípode, ajustar los parámetros de la cámara maximizando la profundidad de campo con un ISO bajo y elegir los filtros adecuados. Quito el polarizador porque con el sol en contra apenas se nota su efecto y me va a generar más flare que otra cosa. Cojo un filtro degradado para compensar el excesivo contraste que tiene la escena. En este caso y dado lo bajo que está ya el sol un degradado inverso es lo adecuado. Tiro unas cuantas fotos desde la misma posición, ya que ninguna va a ser igual por el vaivén de las olas, moviendo el filtro con la mano para suavizar la zona de transición. Al poco tiempo el sol ya se ha escondido.

La mamá y el peque se aproximan por la orilla llamándome y la burbuja de concentración en la estoy inmerso se rompe. Hago unas cuantas fotos familiares a contraluz aprovechando la belleza del entorno como telón de fondo. Me resisto a guardar los bártulos pero la noche está cayendo y nos esperan 60 metros de subida en plena noche. Me queda la sensación de que todo ha transcurrido en un suspiro y de que no me ha dado tiempo a absorber la magia del entorno. Pero al menos me vuelvo a casa con un bonito recuerdo, ¿mejorable? por supuesto que sí, pero a veces no se puede pedir más y hay que dar gracias por lo que uno tiene.


domingo, 29 de marzo de 2009

Explorando el paisaje, buscando la inspiración


Varios meses han pasado desde mi último post en el blog. Meses en los que mi actividad fotográfica ha sido mas bien escasa. A veces me pregunto si el motivo real de ello es la falta de tiempo que a lo largo de las semanas te exige trabajo y familia (falta de tiempo que se verá incrementada en los próximos meses ante la llegada de un nuevo miembro en la familia), o es sólo una excusa, una justificación. No hay duda de que los hijos cuando son pequeños suponen una limitación importante, ya no sólo para la práctica de la fotografía de paisaje, que demanda muchas horas de trabajo de campo en soledad, sino para la práctica de cualquier trabajo creativo.

Pero en mi interior pienso que no sería justo achacar toda la culpa de mi escasa productividad fotográfica a las responsabilidades familiares, que en cierto modo me alegro de tener. Esa falta de motivación y empuje que siento tiene su raíz en la necesidad de descubrir nuevos enclaves y localizaciones que den lugar a nuevas imágenes sólo presentes en mi cabeza. Ya sé que la esencia de la fotografía de paisaje es visitar y volver a visitar un mismo lugar las veces que haga falta hasta dar con la combinación de luz e instantes que hagan a esa fotografía perseguida única. Pero también pienso que el descubrimiento de nuevos emplazamientos, nuevas perspectivas alimenta la imaginación de ese gran constructor de escenas que es nuestro cerebro. Imaginación que potencia la inspiración y anima a la materialización de nuevas imágenes.

Sumido en esa necesidad vital de descubrimiento me hallaba yo cuando hace unas semanas, hojeando un libro de fotografía de la Sierra de Guadarrama, me llamó la atención una fotografía de la Najarra con una pequeña laguna estacional a sus pies. No tenía ni idea de que por esa zona pudiera haber lagunas. La curiosidad me picó y de vuelta a casa busqué en mis mapas posibles ubicaciones para dichas lagunas. No tuve éxito. Recordé que mi buen amigo y fotógrafo Saúl Santos me había pasado un enlace sobre información cartográfica de la Comunidad de Madrid. Allí encontré mapas topográficos con resoluciones 1:5.000. Escudriñando zonas cercanas al puerto de la Morcuera pude por fin dar con la ubicación exacta de dicha laguna y otras de menor tamaño. Todas ellas estacionales, pero que sin duda, este año de abundantes lluvias estarían en su máximo esplendor. Así que ni corto ni perezoso cargué las coordenadas en el GPS y el primer fin de semana que pude sacar un hueco me dediqué a localizarlas. El día fue de lo más soso, fotográficamente hablando, mucho sol y cielos totalmente despejados, pero el objetivo no era tanto realizar fotografías como vislumbrar el potencial de la zona para próximas salidas.

El lugar estaba plagado de varias lagunillas pequeñas en una zona extensa, llana y solitaria, de muy fácil acceso, pero con unas vistas increíbles de la sierra madrileña. Al oeste todo el macizo de Peñalara y la Cuerda Larga con sus cumbres nevadas. Al sur la Najarra, imponente, alzándose por encima del promontorio que me separaba de ella.

Con la zona ya inspeccionada y con la llegada de un nuevo frente frío no dejo pasar la oportunidad y decido el sábado por la mañana hacer un primer intento con las luces del amanecer. De camino pienso que es probable que el cielo me de algo de juego aunque la escasez de lluvias dará lugar a una atmósfera todo menos limpia lo que repercutirá en la calidad de la luz.

El día da sus frutos y me vuelvo a casa satisfecho pero me emplaza a un nueva cita. Hay que continuar estrujando el potencial de esta pequeña joya recién descubierta, cuándo no lo sé, pero nuevos instantes, otras luces y composiciones me esperan para tratar de hacer realidad nuevas imágenes de la bella sierra madrileña.

sábado, 10 de enero de 2009

Cuatro de Enero

El invierno y la nieve transforma cualquier paisaje, por insulso que sea en una escena mágica, casi como de otro mundo. Si además la luz es inusual, se pueden conseguir fotografías realmente espectaculares. La nieve en el paisaje simplifica formas y líneas y se convierte en un verdadero reflector de las luces del cielo y el entorno cambiando por segundos las tonalidades reflejadas en los momentos límites del día y la noche.


FOTO OCULTA TEMPORALMENTE



El 4 de enero de 2009 hacia exactamente un año que el cielo me regaló unas condiciones de luz que pocas veces he podido contemplar y que muestro en la imagen de arriba. Ahora volvía a surgirme la oportunidad de poder escaparme en busca de escenas sólo visibles en mi cabeza.

A pesar de un pronóstico meteorológico favorable en cuanto a nubes, el día amaneció totalmente despejado, situación casi tan desfavorable como un cielo totalmente cubierto. Aún así una nieve casi intacta y los colores de los primeros rayos de sol incidiendo sobre las cumbres nevadas del circo de Peñalara me dieron alguna alegría. Poco más se pudo hacer en esos momentos y en los inmediatamente posteriores.

De camino a la Laguna de los Pájaros, travesía con raquetas de 4h ida y vuelta, disfruté de un manto de nieve casi intacto y me permitió hacer algunas fotos de detalle en las que las líneas y texturas eran las autenticas protagonistas. Una delicia para los sentidos.


Ya de vuelta sobre las 15:00, y tras una rápida comida a pie de coche me dirigí al puerto de Navacerrada. Nubes bajas se colaban por los valles y envolvían algunas cumbres cambiando de formas por momentos.

Aunque me sentía muy cansado y tenía los pies húmedos y fríos, sentía la necesidad subirme a la Cuerda de las Cabrillas porque cabía la posibilidad de darse condiciones parecidas a las de hacía un año, nubes bajas que recorren las cumbres tapando el sol en su ir y venir teñidas por las tonalidades incandescentes del astro rey antes de ocultarse. Si no lo intentaba seguramente me arrepintiera durante mucho tiempo. Dejé el cansancio en el coche y en menos de 40 min ya estaba en el lugar elegido. El cielo tenía un aspecto increíble pero había que localizar zonas con primeros planos interesantes. Conocía el lugar y sabía que mis oportunidades sería mayores si buscaba un punto elevado por encima del collado ya que la perspectiva de la Cuerda de las Cabrillas desde ahí tomaba unas formas interesantes. Una hora antes de la puesta de sol ya estaba metido en faena con nubes que recorrían el collado a gran velocidad y con un sol que se ocultaba y reaparecía por momentos. Las condiciones de luz, aunque espectaculares, eran realmente difíciles por el gran rango dinámico que presentaban. Aunque no soy muy partidario del HDR por lo artificial de sus resultados, se trataba ésta del tipo de situación donde un HDR puede salvar la foto y donde el uso de un filtro degradado neutro puede echarla a perderla.

Esta foto esta compuesta de 4 tomas de un paso de diferencia combinadas con Photomatix cuya toma resultante se ha utilizado como capa en PS combinándola con las cuatro tomas originales como capas independientes. De esta forma se consigue una toma algo más realista que el HDR directo. Balancear esta toma únicamente con un filtro degradado neutro sería realmente complicado ya que la diferencia de luminosidad en torno al sol es esencialmente radial y no longitudinal, pero a la vez hace falta un control de la luminosidad lineal para compensar el primer plano. Este tipo de situaciones son las únicas, desde mi punto de vista que realmente justifican el uso del HDR.

Esta otra foto está tomada con un degradado neutro inverso de 3 pasos junto con un neutro de 3 pasos para alargar la exposición a 20", además de un polarizador. De esta forma, se consigue que el paisaje quede pintado con la luz del entorno durante más tiempo obteniendo unas tonalidades más ricas y saturadas que las conseguidas con una exposición corta (Darwin Wiggett explica este método en el siguiente artículo: The Terrific Triple Threat). Además las nubes se desdibujan creando un efecto más pictórico.

La toma directamente del RAW presentaba el problema de tener cortado el canal rojo en sus valores altos creando cierto empastamiento de las nubes. La solución que descubrí fue la de generar 4 tomas diferentes a partir del mismo RAW con una diferencia de 1 paso (-2, -1, 0, +1). Después obtener a partir de ellas un HDR con Photomatix (el problema del empastamiento de las nubes, y por consiguiente el recorte del canal rojo, desapareció) y dicha toma resultante combinarla como capa junto con otra capa tomada directamente del RAW original para lograr un aspecto natural del primer y segundo plano.

Momentos antes de que el sol se ocultase tras el horizonte, las nubes bajaron tapando los valles a mi alrededor y creando un espectacular mar de nubes a mis pies. Más por una cuestión meramente documental que artística, sin prestar una excesiva atención a la composición decidí hacer una panorámica de 6 tomas verticales a 22mm, cada toma con un degradado de 2 pasos de transición fuerte para compensar la excesiva luminosidad del cielo.


Ya camino de vuelta, prácticamente a oscuras con la luz de la frontal como única guía, me sentía renovado, con las pilas cargadas para encarar el nuevo año. El día no había empezado todo lo bien que esperaba pero mi intuición no había fallado esta vez. De nuevo el 4 de enero me había regalado unas mágicas luces. Son momentos como los que viví los que hacen que la fotografía de paisaje me enganche. La búsqueda de situaciones inusuales de luz que desafían lo real para muchos, el sentirme único espectador de esos instantes, y por eso, de alguna forma, especial, ante la Madre Naturaleza, es lo que realmente hace que merezca la pena, fríos, madrugones, cansancios y un sin fin de incomodidades que nadie ajeno a esta dedicación entendería.

lunes, 22 de diciembre de 2008

Feliz Año 2009


Hay días que uno siente la necesidad imperiosa de fundirse con el espíritu de la montaña, con la soledad de sus parajes yermos, con el gélido viento que esculpe penachos de hielo adheridos a rocas y troncos. Hay días que uno siente la necesidad básica de ser testigo único de los últimos rayos de sol y recibir la noche sumido en la más absoluta concentración artística ajeno a toda inclemencia meteorológica, con las estrellas y la luna como únicos testigos. Hay días que lo que más le reconforta a uno, lo que más busca no es tanto volverse a casa con una buena foto como la sensación de colmar la sed vital de dialogo interior con la Madre Naturaleza. No conozco medio más efectivo que la fotografía para poder penetrar en la esencia misma del paisaje natural.

Mis mejores deseos para el nuevo año que va a comenzar y que la magia de la naturaleza insufle la energia suficiente para ver cumplidos proyectos e ilusiones.

martes, 16 de diciembre de 2008

Libros Recomendados

Aprovechando la proximidad de las fechas navideñas, y retomando una sección olvidada que inicie el pasado mes de junio con "El libro del Mes", quiero recomendar cuatro libros de fotografía de esos que a uno le dejan huella. No se tratan de los típicos libros de técnicas fotográficas también conocidos en terminología anglosajona como libros "how-to". Los tres primeros son lecturas para ya iniciados donde cada autor adentra al lector en su forma particular de afrontar la fotografía de paisaje. El cuarto sólo se presta a la pura contemplación porque todas y cada una de sus fotografias son realmente cautivadoras.

Landscape Within, del fotógrafo británico, David Ward. No es un libro de gran formato y se agradece su reducido tamaño que lo hace muy manejable puesto que es un libro para deleitarse leyendo sobre los aspectos creativos de la fotografía de paisaje y su historia. El libro incluye además una colección de fotografías que ilustran perfectamente la visión artística que tiene este fotógrafo de la fotografía de paisaje. Se trata, en definitiva, de un libro no tanto destinado a dar respuestas como a que el lector se haga preguntas. Hay muy pocos libros de este tipo y los temas que toca y cómo los toca me resultaron fascinantes. Muy recomendable.


Light and the Art of Landscape Photography, de Joe Cornish. Fotógrafo también británico y compañero de David Ward, especializado en el medio formato (4'x5'). Lo primero que destaca del libro es la calidad de las fotografías, con una nitidez asombrosa. En este libro, menos reflexivo que el de David Ward, Joe Cornish nos relata las circunstancias que acontecieron en la realización de cada fotografía. Se acompaña cada fotografía-relato con una fotografía más pequeña del mismo motivo o similar que, por razones que se detallan, el fotógrafo considera que no fue exitosa. Un libro que inspira y muy agradable de leer.


Examples: The Making of 40 Photographs, de Ansel Adams. Una autentica joya que nos adentra en la forma de pensar y trabajar que tenía este gran maestro de la fotografía a través de una selección de 40 fotografías. La reproducción en ByN de sus fotografías está más que cuidada. A veces se hace algo duro de leer cuando se adentra en detalles técnicos del revelado y del equipo de la época que utilizaba. Obviando este detalle el libro es más que recomendable e imprescindible en toda colección de libros de fotografía que uno posea.



The Edge of the Earth, the Corner of the Sky, de Art Wolfe. Impresionante libro de gran formato con fotografías de todo el mundo tomadas con reflex analógica de 35mm. Resulta realmente inspirador lo que este fotógrafo puede llegar a hacer con multiples exposiciones y una planificación exquisita de las tomas. Un punto muy a favor de este libro es que al final del mismo se comentan los pormenores de cada foto y los datos técnicos de las tomas. Libro imprescindible y que no dejará indiferente a nadie.