martes, 25 de julio de 2017

Escapada por los ibones de Anglios y Llauset

Un año más he sido fiel a mi escapada fotopirenaica anual. Aunque es cierto que mi actividad fotográfica va descendiendo según pasan los años, me resisto a colgar los trastos. ¿Los motivos por los que cada día hago menos fotos? Supongo que una mezcla de hartazgo y saturación visual junto con las ganas de pasar más tiempo con mi familia. Pero con ello y todo unos días en la montaña disfrutando sus luces especiales, la experiencia de descubrir nuevos paisajes y la sensación única de dormir bajo las estrellas sigue siendo un reclamo que no puedo pasar alto al menos una vez al año.

No son muchos los enclaves pirenaicos captados de forma más o menos seria. Con lo de "forma seria" me refiero a lo de utilizar trípode con todo lo que ello implica. A excepción de unos pocos fotógrafos y unos pocos enclaves (Lagos de Ayous, Neouvielle, Ordesa, Anayet, etc. por citar unos pocos) el resto de los Pirineos está retratado de forma más o menos casual por aficionados más a la montaña que a la fotografía. Quizás por ello, por el reto que supone volverse a casa con puntos de vista únicos y personales de paisajes, para algunos conocidos pero para muchos totalmente nuevos, es por lo que sigo cargando con kilos extras a la espalda año tras año.

El recorrido de este año no era para nada exigente, de hecho lo que nos propusimos hacer en dos días es fácilmente realizable en una sola jornada con menos peso a la espalda.

El área sureste del macizo del Aneto me atrajo cuando di con ella buscando posibles localizaciones en Internet. Primero porque era una total desconocida para mí, y segundo porque presentaba una zona amplia de pequeños lagos rodeada de cumbres por encima de los 2.500m con cierto potencial. La idea era recorrerla cuando aún la nieve no ha desaparecido del todo y los ibones mantienen parte del hielo invernal, así que hacer la escapada a principio de junio se presentaba como ideal.

Esquema del recorrido

El acceso en coche también es sencillo en la época estival cuando la ausencia de nieves deja libre el túnel que da acceso al embalse de Llauset.

Parking del embalse de Llauset
iPhone 6S
Desde el parking del embalse comenzamos a andar, mi amigo Patrick y yo, sobre las cuatro y media de la tarde en rápido ascenso y en una hora, tras superar algo menos de 300m, llegamos al Collado de Anglios (2.438m). Desde ahí la vista de los lagos de Anglios con un cielo amenazador nos impresionó y nos hizo demorarnos más de la cuenta.

Lagos de Anglios con los Besiberris al fondo.
Canon EOS 5D Mark II, EF17-40mm f4/L USM
Polarizador, 1/50s@f/8 ISO100, trípode
Unas luces con la tarde más avanzada quizás hubieran aportado algo más de colorido a la escena, pero aún nos quedaba un trecho hasta bajar a los pies de alguno de los lagos que veíamos para pasar la noche y no lo queríamos hacer a la luz de la luna. Teníamos en mente, además, aprovechar lo que restaba de tarde para buscar ubicaciones a orillas de los lagos e inmortalizar alguna bella escena con sus reflejos en las últimas horas del día.

Decidimos que la mejor opción para pasar la noche sería utilizar la pequeña, pero cómoda cabaña de Anglios. Cuando llegamos únicamente nos encontramos a un excursionista alemán descansando que estaba haciendo el GR-11.

Nuestro "hotel" la primera noche.
iPhone 6S
Las nubes seguían ancladas en las cumbres pero parecían querer dar algo de tregua hacia el oeste. Teníamos que aprovechar. Tras un paseo de reconocimiento por los lagos de los alrededores, buscando algún nevero en sus orillas que proporcionara un buen punto de interés en el primer plano, dimos con lo que teníamos en mente. La guinda la pusieron las nubes encendidas con las últimas luces de la tarde, regalándonos así un bello espectáculo a orillas del Estany de l'Obaga.

Útimas luces en el Estany de l'Obaga
Canon EOS 5D Mark II, EF17-40mm f4/L USM Polarizador,
blending de 4 fotos 1/2s, 1/5s, 1/13s, 1/30s@f/20 ISO100, trípode
Tras una buena cena bajo techo y disfrutar de una luna llena asomando tras el horizonte, con una condiciones excelentes, sin frío, sin viento y rodeados del silencio de la montaña, decidimos dar por concluida la jornada.

A las 6:00 sonó la alarma de mi reloj y tras abrir la puerta de la cabaña un espléndido día nos dio la bienvenida. Sobre nuestras cabezas el día amanecía claro. Sin embargo, hacia el este, una tenue banda nubosa asomaba sobre el horizonte. Eso significaba que los primeros y más rojos rayos de sol no serían tan intensos como nos gustaría. La predicción fue todo un acierto y hubo que esperar a que el sol cogiera algo de altura sobre el horizonte para que tomara algo fuerza a costa de perder calidez.

No necesitamos irnos muy lejos de la cabaña para fotografiar el amanecer, de hecho el mismo lugar de atardecer fue perfecto para el amanecer donde los la orientación del Pico de la Solana de Llauset (2.872m) encaraba perfectamente las primeras luces del astro rey.

Tras ensayar varias composiciones decidí que una toma panorámica era lo que más hacía justicia a la escena que se desvelaba ante nuestros ojos incluyendo, como no, el nevero que descubrimos la tarde anterior.

Primeras luces en el Estany de l'Obaga
Canon EOS 5D Mark II, EF17-40mm f4/L USM,Polarizador,
1,3s@f/22 ISO100, trípode, panorámica de 4 fotos verticales
Concluida la sesión de amanecer tocó un merecido desayuno, y rehacer mochilas. Nos despedimos de nuestro compañero de habitación, que salió unos minutos antes que nosotros, y sobre las 9:00 nos pusimos en camino hacia los pequeños ibones de Anglios.

La primavera estaba en todo su apogeo, con multitud de flores a lo largo del camino que aún estaba atravesado por neveros de cierta envergadura.

Remontando la subida hasta el collado de Anglios, bordenado los tres pequeños ibones del mismo nombre.
iPhone 6S
Dejando atrás los pequeños ibones en poco tiempo comenzamos la corta (300m) pero muy empinada subida hacia el collado de Anglios donde la senda aún estaba tapada por la nieve.

La vista de los tres pequeños ibones ya cerca del collado no podía ser más interesante y de alguna manera era casi obligado fotografiarla al atardecer, con las cumbres de los Besiberris como telón de fondo hacia el este.

Pequeños ibones de Anglios
Canon EOS 5D Mark II, EF17-40mm f4/L USM
Polarizador, 1/60s@f/20 ISO100
Tras coronar el collado nos dio la bienvenida el ibón de Cap de Llauset, aún parcialmente helado e ideal para dejar fluir nuestra vena fotográfica con mejores condiciones de luz.

No muy lejos del ibón se sitúa el refugio de Llauset. Hacía allí nos dirigimos abriéndonos camino entre una nieve bastante húmeda y un sol de justicia sobre nuestras cabezas. El refugio, prácticamente nuevo, estaba casi vacío. ¡Qué mejor manera de pasar esas horas centrales del día que con una buena cerveza como acompañamiento de lo que llevábamos de comida!

A media tarde nos despedimos del refugio tras decidir no hacer uso de sus instalaciones para pasar la noche. Si tu intención es hacer fotos, lo mejor es siempre dormir cerca de donde quieres hacer esas fotos, aunque el lugar no destaque por su comodidad. Tras inspeccionar los alrededores del ibón dimos con una zona, junto a su orilla oriental, que nos sedujo. Estaba cubierta de una costra de hielo cuyas formas eran una delicia y combinándolas con el perfil montañoso hacia el oeste, con el pico Vallibierna (3.056m) destacando al amanecer, tenía mucho potencial.

Desde el punto de vivaq al collado para hacer el atardecer no había más de media hora, así que teníamos tiempo para recorrer toda la orilla del lago buscando escenas que inmortalizar.

Formas heladas en el ibón de Cap de Llauset
Canon EOS 5D Mark II, EF24-105mm f4/L IS USM
Polarizador, 1/4s@f/20 ISO100, trípode
Cuando la tarde empezó a llegar a su fin cogimos lo mínimo necesario para hacer el atardecer y tiramos camino arriba hacia el collado con mas tramos de nieve que sin ella.

Al llegar arriba, rodeados del silencio e inmensidad de las cumbres circundantes, nos dieron la bienvenida un par de marmotas no muy confiadas. Aún había tiempo así que decidimos darles una oportunidad. Jugando al escondite con ellas pude al final hacerle a una de ellas una toma con cierto interés.

Marmota en el collado de Anglios al atardecer
Canon EOS 5D Mark II, EF24-105mm f4/L IS USM
1/1000s@f/4 ISO400
Las últimas luces fueron más decepcionantes que espectaculares. Nubes sobre el horizonte al oeste debían están bloqueando esos preciados rayos de sol que tanto ansiábamos, y los Besiberris en la distancia, nos mostraron una cara triste. Aún así fueron ratos de paz y tranquilidad. Con una temperatura de lo más acogedora y con el silencio de la montaña por compañía apostados en una atalaya única.

Pequeños ibones de Anglios desde el collado del mismo nombre al atardecer
Canon EOS 5D Mark II, EF24-105mm f4/L IS USM
Polarizador, 2s@f/22 ISO100, trípode
Llegamos aún con luz a la zona de vivaq y tras cenar nos metimos pronto en los sacos. La noche pasó rápido con la luna iluminándonos en su trayecto por el firmamento como un gran foco. Al abrir los ojos ya era de día y una tenue banda rosada cubría el cielo meridional pero las cumbres aún permanecían apagadas. Eran las 6 de la mañana.



Nuestro "hotel" la segunda noche.
iPhone 6S


De un salto nos pusimos en pie y en pocos minutos ya estábamos haciendo fotos en el lugar y con la composición estudiada la tarde anterior.

Pico Vallibierna al amenecer sobre las formas heladas del ibón de Cap de Llauset
Canon EOS 5D Mark II, EF17-40mm f4/L USM
Polarizador, 1,3s@f/22 ISO100, trípode, panorámica de 4 fotos verticales

La combinación de los azules del ibón helado y los tonos cálidos de los primeros rayos matutinos incidiendo sobre el Pico Vallibierna (3.056 m) no dejaba de ejercer su hechizo y nos invitaba, como dulces cantos de sirena, a no dejar de fotografiar el paisaje ante nosotros.

Ibón de Cap de Llauset helado con el Pico Vallibierna al fondo
Canon EOS 5D Mark II, EF24-105mm f4/L IS USM
Polarizador, 0,6s@f/22 ISO100, trípode
Pero los pequeños detalles de las mil y una formas heladas que escondía el ibón no eran menos fascinantes que el gran paisaje ante nosotros, y cuando la luz se tornó demasiado dura y perdió parte de su encanto, la magia del los detalles helados se revelaron y durante un buen rato nos entregamos a dialogar con ellos.

Formas heladas en el Ibón de Cap de Llauset
Canon EOS 5D Mark II, EF24-105mm f4/L IS USM
Polarizador, 1s@f/22 ISO100, trípode

Formas heladas en el Ibón de Cap de Llauset
Canon EOS 5D Mark II, EF24-105mm f4/L IS USM
Polarizador, 1,3s@f/22 ISO100, trípode
A las 8 pusimos fin y tras un merecido desayuno y recoger todos los enseres nos pusimos en camino. Nos esperamos unas cuantas horitas por delante hasta llegar el coche y un año más dábamos por cumplido nuestro objetivo de inmortalizar a nuestra manera una nueva zona de los Pirineos y volver con una mochila cargada de experiencias e imágenes mentales únicas de todo lo acontecido en estos dos días.

6 comentarios:

  1. Fantástico trabajo, a pesar de los pesares no dejes de regalarnos tu escapada pireneica.

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    1. Gracias Doroteo! Cada día cuesta más coger la cámara, pero más cuesta dejarla del todo. Un abrazo!

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  2. Buens fotos. A pesar de que los años provocan que dé pereza dormir en el monte, esas experiencias y esas fotos son impagables.
    Un saludo.

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    1. Pues sí, no hay nada que se le parezca en nuestra ajetreada vida urbanita ;) Un abrazo!

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  3. Francisco Javier Lado1 de agosto de 2017, 11:57

    Enrique, antes que se nos acabe esta nuestra pasión por los años o por el placer, sería conveniente hacer una escapada juntos... anótalo en la agenda para años venideros. Un placer como siempre ver tus imágenes acompañadas de los comentarios personales. Gracias. Un abrazo.

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    1. Pues anotado queda ;) Para la próxima escapada que organice hablamos. Un fuerte abrazo!

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