lunes, 22 de febrero de 2010

El arte del procesado (parte II)

Cuando escribí la primera parte de "El arte del procesado" mi intención era terminar con una segunda parte. Tras escribir lo que leeréis a continuación lo he reconsiderado y en aras de no hacer un post muy largo habrá una tercera entrega. La que a continuación se presenta abarca el conjunto de toma de decisiones en campo a que dio lugar la foto que aparecía en la primera parte. La tercera parte se centrará en la toma de decisiones en tiempo de post-procesado.

Aquel día inicié la caminata a la luz de la frontal con una niebla que lo más que me dejaba ver era la punta de mis botas. El recorrido me lo conocía por haberlo realizado hacía unas pocas semanas, aunque en aquella ocasión había bastante más nieve, para mi alegría. No obstante en un par de ocasiones la niebla cerrada me hizo salirme del camino y tuve que tirar de GPS para poder retomar de nuevo el sendero. Tenía la esperanza de que a medida que el día clarease la niebla se levantaría y tendría opciones de ver un precioso amanecer. Estas ilusiones e imágenes mentales son las que a la gran mayoría, sino a todos los fotógrafos de naturaleza que conozco, nos empujan a hacer locuras, "locuras" desde el punto de vista, claro está, de los que no están mentidos en este mundillo.

Así pues ahí me encontraba yo, subiendo por una pendiente cubierta de nieve en plena noche, el viento soplando a mi alrededor, y una fina aguanieve cayendo sobre mis hombros. El día clareó muy tímidamente y tras 45 minutos de caminata llegué finalmente a mi destino. Las nubes bajas que me habían envuelto desde el comienzo seguían sin levantarse. Pasados ya 15 minutos desde la hora prevista para el amanecer la cosa no daba señales de mejorar y decidí con todo mi pesar y sin haber sacado siquiera la cámara de mi mochila, regresar sobre mis pasos. En mi regreso trataba de sacar lo positivo de aquel día diciéndome a que a pesar del madrugón y las inclemencias meteorológicas la experiencia de recibir el día en plena montaña había valido la pena. No había recorrido 500 m cuando vislumbré un tímido claro en el cielo al mirar hacia atrás sobre mi hombro derecho (siempre es bueno echar la vista atrás). A la carrera volví al lugar que había dejado hacía 10 minutos. Mágicamente el panorama a mi alrededor se había despejado dejando al descubierto la orografía y vegetación del collado donde me encontraba. Sin embargo las nubes, veloces, seguían ocultando las cumbres cercanas. Sabía que en cualquier momento el sol podría hacer acto de presencia.

Habiendo estado hacía dos semanas en el mismo lugar totalmente cubierto de nieve (foto), lo que me encontré no voy a negar que me resultó algo decepcionante, pues ni por asomo me recordaba al espectáculo que en su momento vi. La nieve era sólo un bonito recuerdo así que tuve que recomponer mis esquemas mentales. Dediqué los minutos siguientes a buscar algo que me llamara la atención, siempre sin perder de vista el sol tras las nubes. A lo lejos un promontorio rocoso me llamó la atención como buena atalaya para conseguir un punto de vista elevado. Tras llegar y estudiar el emplazamiento empecé a ver el potencial que tenía ya que las rocas presentaban orificios llenos de agua que podrían funcionar muy bien como primer plano. Sólo faltaba que el sol cooperase. Las nubes se movían raudas y el sol aparecía y desaparecía cada pocos segundos, las montañas frente a mi quedaban totalmente ocultas y al instante volvían a aparecer. La forma de la pequeña depresión en la roca que tenía bajo mis pies la consideré suficientemente fotogénica como para funcionar como motivo del primer plano que andaba buscando. Era una composición poco arriesgada, demasiado estereotipada quizás, pero era lo mejor que vi en esos momentos. Si seguía buscando algo mejor quizás perdería una oportunidad de oro irrepetible. Como apoyo a la composición otros orificios en las rocas adyacentes ayudaban a dirigir la mirada en dirección al sol. Composicionalmente la imagen funcionaba ahora sólo falta que los aspectos meteorológicos colaborasen. A esperar...

Soy de la opinión de que lo que más hay que trabajar en una fotografía es la composición. Si esta falla la foto falla y no hay programa de retoque que lo pueda solucionar. La exposición es otro cantar. En este caso funcionaba así que era obligado dedicarle unos minutos para no pasar por alto ningún detalle. Además, un paisaje tan dinámico con unas nubes tan cambiantes sabía que proporcionaría una foto irrepetible.

Una vez determiné el encuadre que quería cámara en mano sólo quedaba montar el trípode respetando la misma posición y mismo encuadre. Acto seguido conecto el cable disparador, coloco el nivel de burbuja, afino en encuadre al milímetro y bloqueo el enfoque al punto más alejado de la roca del primer plano. Todo listo, todo preparado. Ahora es cuando surge la duda ¿qué filtro degradado utilizar? Pruebo con uno de tres pasos de transición fuerte. Activo el Liveview de la cámara, sujeto con la mano el filtro degradado delante del objetivo con la zona de transición por encima de la línea arbolada y, en manual, ajusto a ojo el tiempo de exposición para f/19, ISO 100 hasta que veo la imagen correcta en el display y el histograma suficientemente centrado. Atrás quedó el medir en distintas partes de la foto para cuadrar la exposición, ahora todo es más sencillo y dedico más tiempo a otros aspectos de la fotografía, como son el momento y el uso de los filtros degradados.

El sol permanece oculto pero empiezo a hacer fotos moviendo el filtro degradado pegado al objetivo para ir calentado motores. El sol sigue sin salir y el perfil montañoso permanece oculto. De repente, el astro rey parece querer abrirse paso y retomo la secuencia de fotos, pero ha salido muy rápido y a pesar del degradado de tres pasos aparece muy quemado con rastros de flare en el encuadre. Lo necesito algo más tamizado. Así que espero. Las nubes empiezan de nuevo a fluir delante del sol restándole fuerza. ¡Esta es la mía! Sigo haciendo fotos, mismo encuadre, pero esta vez para asegurar hago varias tomas variando la exposición varios pasos arriba y abajo. Miro en display de la cámara. Creo que tengo la foto. Ya en casa trabajaré, la zona del sol y sacaré detalles en las zonas más oscuras del conjunto de fotos que he hecho.

El resto de la jornada no hizo más que comenzar aquí y dio pie a fotos con un estilo totalmente distinto del que he mostrado en este artículo. Pero esta es otra historia.


1 comentario:

  1. Hola Enrique, estupenda segunda parte. Sin duda el liveview a facilitado la vida del paisajista.
    Es curioso que en un artículo sobre el procesado las dos primeras partes hablen del trabajo de campo, muy ilustrativo.
    P.D. cuantas veces se regresa de un sitio así sin sacar siquiera la cámara.

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