Los conceptos de simetría y belleza han estado siempre unidos. Desde la época de los antiguos filósofos griegos hasta en las modernas teorías físicas la simetría ha guiado siempre al ser humano en la búsqueda de la verdad última dejándose llevar por la noción de belleza.
Aunando estos dos conceptos he querido dar una vuelta de tuerca a mi habitual concepto de la fotografía de naturaleza y este ha sido el resultado.
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Después de una reciente escapada por uno de los ya, por lo menos para mí, habituales "lugares de peregrinación" durante los fríos meses del invierno por la sierra madrileña, y sin otro afán que imbuir mi mente en el ritual que supone sumergirse en los mil y un detalles y formas que crea el hielo, me volví a casa con menos material del que me hubiera gustado. El frío aún no había calado lo suficiente en el paisaje y buscar formas heladas fotogénicas era a la par un desafío y un divertimento.
Tras analizar la única foto en la tarjeta que merecía invertir algo de tiempo, el cuerpo me pedía simetrías al contemplarla para que realmente aquella toma me hablase y me comunicara algo.
Decidí pues jugar un poco con el material que tenía y ver qué podía obtener de todo aquello. Probé a dividir la foto en cuatro secciones idénticas y a coger cada una de ellas y replicarlas simétricamente según el eje horizontal y vertical sin aplican ningún procesado adicional. Por cada cuadrante fui obtenido una foto que en nada se parecía a la anterior y que no me iban dejando indiferente. Las cuatro fotos, cuando se observan en conjunto, forman una serie, que por lo menos a mi, me resulta intrigante y seductora.
Pero, como ya se sabe, la belleza está en el ojo del observador, así que vosotros diréis que os parece...el experimento...